Gracias a un entramado mercadotécnico cuya receta incluye, sentimentalismo patriótico, entre otras cosas, el conejo malo logró vender la idea de ser un artista auténtico arrasando en ventas hasta convertirse en un marca millonaria.
Gracias a un entramado mercadotécnico cuya receta incluye, sentimentalismo patriótico, entre otras cosas, el conejo malo logró vender la idea de ser un artista auténtico arrasando en ventas hasta convertirse en un marca millonaria.

Cuando en enero de 2023 un video mostró a Bad Bunny lanzando al mar el celular de una fan que intentaba grabarlo sin su consentimiento, muchos se apresuraron a decretar el inicio de su declive. El gesto fue duramente criticado y alimentó la narrativa de un artista que, según algunos, había perdido el piso frente a la fama.
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Sin embargo, lejos de marcar el final de su popularidad, el episodio terminó convirtiéndose en uno de los puntos de quiebre que definirían una nueva etapa en la carrera del puertorriqueño: más calculada, más estratégica y, paradójicamente más exitosa.
El equpio de Benito Antonio Martínez Ocasio entendió pronto que la cultura digital castiga rápido, pero también olvida con la misma velocidad. En lugar de ofrecer disculpas extensas o explicaciones públicas prolongadas, optó por el silencio, una decisión que, aunque polémica, encajó con la imagen de artista impredecible que ha construido desde sus inicios.
En medio de ese contexto volvió a ocupar titulares por motivos ajenos a la música: su relación con la modelo Kendall Jenner, (2023-2024) una de las figuras más mediáticas del clan Kardashian-Jenner. Las apariciones públicas, los asientos en primera fila en eventos de moda y las fotografías captadas por paparazzi dispararon la conversación global, pero no necesariamente fortalecieron su vínculo con el público latino que lo había llevado a la cima.

Aunque la relación amplificó su presencia en la prensa anglosajona y lo acercó aún más a la industria de la moda de lujo, también generó rechazo entre algunos seguidores que veían el romance como un movimiento forzado o distante de sus raíces.
El poder del marketing
Bad Bunny ha demostrado operar con una estrategia de mercado tan sólida como poco convencional y su equipo reforzó varios pilares que han definido su resurgir, según explican expertos de Next International Business School.
Hay un control total de los tiempos. Bad Bunny evita anunciar lanzamientos con antelación excesiva. Sus discos y sencillos suelen llegar por sorpresa, lo que genera expectativa orgánica y conversación inmediata en redes sociales sin depender de campañas tradicionales.
Su narrativa vende autenticidad. En lugar de suavizar su imagen, la abrazó. Se mostró tal como es: incómodo con la invasión a su privacidad, crítico de la industria y sin interés en agradar a todos. Esa postura, lejos de alejar a su base, la consolidó.

Utiliza la exclusividad como valor. Ediciones limitadas en vinilo, mercancía que se agota en minutos y conciertos con dinámicas particulares han convertido cada proyecto en un evento irrepetible.
Además sus colaboraciones comerciales, apelan a la exclusividad, desde marcas deportivas hasta casas de moda, responden más a una construcción de identidad que a una sobreexposición publicitaria.
Este enfoque le permitió reconectar con su audiencia desde un lugar de poder creativo, no de disculpa pública.
Raíces rentables
Uno de los movimientos más simbólicos de esta etapa fue su residencia de conciertos en Puerto Rico. En 2024, Bad Bunny anunció una serie de presentaciones en el Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot, bajo el concepto «No me quiero ir de aquí», una declaración directa de amor a la isla y una respuesta a la diáspora puertorriqueña.
La residencia no solo agotó entradas en tiempo récord, sino que también se convirtió en un motor económico y cultural para el país. Hoteles llenos, vuelos saturados y una cobertura mediática internacional que puso a Puerto Rico nuevamente en el centro de la conversación musical global. Más que una serie de conciertos, fue un manifiesto: Bad Bunny podía llenar arenas en cualquier parte del mundo, pero elegía volver a casa.
Sobre el escenario, el repertorio combinó éxitos globales con guiños a la música y la identidad boricua, reforzando la idea de que su éxito internacional no implica renunciar a sus raíces.
Aunque el panorama musical global es cada vez más competitivo, Bad Bunny ha mantenido una presencia constante en las principales premiaciones y rankings. A lo largo de los últimos años ha acumulado galardones en ceremonias como los Latin Grammy, Billboard Latin Music Awards y Premios Lo Nuestro, consolidándose como uno de los artistas más influyentes de su generación.
En el terreno digital, su impacto es igualmente contundente. Ha sido el artista más escuchado del mundo en Spotify en múltiples ocasiones entre 2020 y 2022, un logro sin precedentes para un intérprete de música en español. Además, sus álbumes han debutado en los primeros lugares del Billboard 200, rompiendo barreras lingüísticas y demostrando que el reguetón y la música urbana latina tienen un alcance verdaderamente global.
YouTube, Apple Music y otras plataformas también reflejan ese dominio, con miles de millones de reproducciones acumuladas y estrenos que, en cuestión de minutos, se convierten en tendencia mundial.
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