En el céntrico parque Libertad un auténtico infierno ardió hace 30 años dejando millones de colones en pérdidas y varios heridos que intentaban salvar lo que les pertenecía.
En el céntrico parque Libertad un auténtico infierno ardió hace 30 años dejando millones de colones en pérdidas y varios heridos que intentaban salvar lo que les pertenecía.

En la tarde del 24 de diciembre de 1995, un voraz incendio destruyó 313 puestos de venta de pirotécnicos que por aquel entonces se instalaban en la céntrica plaza Libertad, en el corazón de San Salvador.
Reporteros de El Diario de Hoy documentaron que aquella tarde de domingo de Nochebuena el fuego devoró tan rápido los centenares de puestos instalados en la plaza, que al menos cuarenta personas resultaron heridas y una habría muerto, que el tumulto provocó que niños -hijos de vendedores de pólvora- se extraviaran y que el incidente dejó millones de colones en pérdidas.
A eso de las 4:30 de la tarde habría iniciado el siniestro luego de que unos menores en situación de calle que manipulaban fulminantes (prohibidos ya en aquel entonces) lo hicieran cerca de uno de los puestos ubicados en una de las esquinas, de acuerdo a la declaración de testigos.
Una chispa y diez minutos bastaron para que la explanada del parque ardiera por la masiva cantidad de pólvora en la zona. Comerciantes se vieron obligados a evacuar, documentaron los reporteros, entre lágrimas y crisis nerviosas.

Las motobombas de Cuerpo de Bomberos apostadas en calles aledañas a la plaza, así como el personal asignado no dieron abasto y la institución, motivada por la emergencia, se vio obligada a movilizar todos sus recursos en la misma.
Sin embargo, los bomberos se mostraban impotentes, «es totalmente imposible poder apagar un polvorín de gran volumen», afirmaba Eduardo Escobar, entonces jefe de Cuerpo de Bomberos en una declaración recogida por este periódico.
Socorristas de distintas entidades hacían lo posible por evacuar a los conmocionados vendedores de entre el humo asfixiante y el caos. Centenares se agolpaban en el perímetro de seguridad establecido por la Policía Nacional Civil (PNC) a la espera de ver a un familiar o amigo extraviado o bien de poder recuperar algo de sus pertenencias o mercadería después de la devastación.

Registros periodísticos recogieron que, debido al excesivo calor, la estatua en el centro de la Plaza Libertad se rajó. «Está rajada, ennegrecida por el humo y tendrá que ser reconstruida», relata la crónica. Las aguas de la fuente sirvieron como una improvisada cisterna de la que con baldes sacaban agua para sofocar el incendio que se dio por controlado a eso de las de las 7:00 de la noche.
La mañana de Navidad de 1995 estuvo marcada por una ardua jornada de remoción de escombros, el olor a pólvora se impregnaba en la brisa navideña, emanaba de las láminas y la madera que atizaron el siniestro. Comerciantes angustiados por las pérdidas, que para entonces se especuló que podrían ascender en nueve millones de colones (más de un millón de dólares).
De los centenares de puestos instalados, dos champas y un kiosco fueron los únicos que no fueron devorados por el pavoroso incendio. La Secretaría de Información de la Presidencia informó que se brindaría un apoyo de cinco mil colones a cada comerciante afectado. Créditos bancarios sin intereses fueron ofrecidos por el presidente de la República, Armando Calderón Sol, luego de recorrer la zona del incendio.

El 26 de diciembre, las ventas comenzaron a ser reinstaladas en la misma plaza, luego de maratónicas jornadas de limpieza y de que fuera reinstalado el servicio eléctrico en toldos. Las medidas de seguridad fueron redobladas y los vendedores llevaron mercadería nuevamente al lugar.

En las cercanías a la plaza fue prohibido que pernoctaran indigentes debido a que, según los registros, «solían amenazar a vendedores con dar fuego a sus puestos por no regalarles un colón».
Las ventas de pólvora fueron finalmente retiradas del Centro Histórico en años posteriores, trasladándose a la periferia en zonas como el redondel Masferrer y el parque Centenario.
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