El delantero salvadoreño, Romel Mejía, tiene una carrera de experiencia en el fútbol salvadoreño. Pero también su vida personal está marcada por situaciones personales que lo han hecho, en varios momentos, tocar fondo, pero salir adelante. Esta vez, volvió a vivir una experiencia que lo fortaleció para salir campeón con Vendaval de Apopa.

El migueleño levantó el título de monarca con el equipo al que llegó a reforzar gracias al técnico Omar Sevilla, este domingo, en la Tercera División. Marcó un gol para sellar el triunfo sobre el AD Izalco (0-2, 83′), al que de paso le quitaron el invicto de todo el torneo Apertura 2025 (ida 0-0), pero un minuto después se fue expulsado por la celebración que realizó (84′).

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Mejía, a través de Radio YSKL, manifestó lo que vivió para llegar a esta nueva felicidad. «Agradecido con Dios por esta oportunidad maravillosa que me regala. Estoy contento, porque he vivido un proceso difícil. Cinco meses en los cuales esta linda afición me cobijó como uno más de Apopa, y eso estoy agradecido», manifestó.

«Sabía el compromiso. Nunca he sentido nervios en una final, esta es mi quinta-sexta final, ni en la mayor sentí nervios como lo sentí ahora, porque traía la presión de toda esa gente que en casa los había decepcionado, había errado dos goles», contó.

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Y siguió: «Traía la presión, pero confié en Dios, en mi trabajo, en las locuras de ese señor (Sevilla) y en los compañeros. (…) para terminar, Dios me dio la oportunidad (del gol) y toda esta gente se lo merece. Años, años, años de no vivir esto. Y estoy feliz, agradeciendo a esta gente».

Luego, Mejía -quien en el pasado vivió problemas con el alcohol, salió adelante; después, se volvió un emprendedor; y también trabajó en el mercado- fue claro en que por algo «dos locos» como el DT «Sevillón» y su persona llegaron a suelo apopense. Y el premio fue salir monarcas, levantar el ansiado título para el Vendaval: «Este título, esta copa, es para la gente de Apopa. Cuántos años esta gente viviendo un momento desastroso con el fútbol y nada».

«Dios trajo dos locos de San Miguel, trajo dos loretos de San Miguel, y uno de ellos venía de estar preso. Yo venía de estar en las bartolinas, por problemas personales. Venía de estar detenido y Dios nos sacó de la bartolinas, de la celda número 4, y lo trajo para Apopa, por petición mía, a ser campeón a este equipo. La misericordia, la gloria, sean para Él (Dios)», se sinceró.