La República Francesa distinguió a la Fundación Ayúdame a Vivir, presidida por Leonor Guirola de Llach, y al empresario y filántropo José Panades Vidri en la 133ª entrega de medallas del Gran Premio Humanitario de Francia (GPHF), una distinción internacional que desde 1892 reconoce a personas y organizaciones por su labor humanitaria y solidaria.

La ceremonia fue presidida por la Embajadora de Francia, Anne Denis-Blanchardon, junto a la Presidenta del GPHF, Lucie Calderon de Cressent, y la Presidenta de la Cámara de Comercio Franco-Salvadoreña, Michelle Gallardo de Gutiérrez, como madrina de los galardonados. 

Al acto asistieron unas 60 personalidades del ámbito diplomático, empresarial y social.

Los galardonados fueron:

⦁ La Fundación Ayúdame a Vivir, presidida por Leonor Guirola de Llach, recibió la Plaqueta de Oro del Gran Premio Humanitario de Francia. Esta institución salvadoreña, fundada en 1991, ha transformado la atención del cáncer infantil en el país, elevando la tasa de sobrevivencia de menos del 5% a cerca del 70% en ciertos tipos de cáncer. Atiende actualmente a más de 1,700 pacientes y ha sido reconocida por su alianza con el Hospital Bloom y el St. Jude Children’s Research Hospital.

⦁ José Panades Vidri, empresario y filántropo, fue distinguido con la Medalla de Oro del Gran Premio Humanitario de Francia por su trayectoria de más de tres décadas de servicio social. Su compromiso con la Fundación Padre Arrupe de El Salvador, que brinda educación integral a niños y jóvenes de Soyapango, ha sido clave para transformar vidas en una de las zonas más vulnerables del país.

Un legado de solidaridad

El Gran Premio Humanitario de Francia fue fundado en 1892 y ha otorgado más de 16,000 medallas en todo el mundo. Entre sus reconocidos figuran personalidades como la Reina Grace de Mónaco y el Príncipe Alberto, así como ciudadanos anónimos que han dedicado su vida al servicio de los demás. En El Salvador, esta será la tercera ocasión en que se otorga la distinción, reforzando los lazos de amistad y cooperación entre Francia y el país.

La presidenta del GPHF, Lucie Calderon de Cressent, destacó que “la medalla no es un privilegio ni un adorno, sino el signo visible de un compromiso invisible, el testigo silencioso de un deber cumplido”.

«Este gesto representa no sólo una cortesía diplomática, sino también una auténtica muestra de solidaridad con los valores que promovemos», enfatizó.

Con este acto, Francia reafirmó su tradición humanista y solidaria, honrando a quienes transforman la sociedad con su entrega y reforzando los vínculos de fraternidad entre ambos países.