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Especialistas reiteran urgencia de ampliar la donación de órganos

En el país más de la mitad de los posibles donantes vivos se descartan por enfermedades comunes presentes en la población; no obstante, habilitar la donación de persona fallecida vendría a fortalecer los programas y a reducir los tiempos de espera, explican

Fotografía de referencia. JR Pacientes Rosales Paravida Central
Pacientes de Hospital Rosales. Foto/

El Salvador cumple 40 años de realizar trasplantes de riñón, pero la falta de un programa de donación cadavérica continúa frenando la atención de miles de pacientes con enfermedad renal crónica, advirtieron especialistas consultados por El Diario de Hoy.

El doctor Rafael Chávez Díaz, especialista en nefrología y trasplante renal, quien hasta 2023 formó parte del staff médico de Nefrología y Trasplante Renal del ISSS, explica que desde hace 40 años cuando el país comenzó a realizar trasplantes renales, todos estos procedimientos han sido con un donante vivo.

El entrevistado explicó que los hospitales del ISSS realizan entre 30 y 40 trasplantes al año, mientras que el Hospital Zacamil, del MINSAL, ha retomado progresivamente la práctica. 

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Añade que en el sector privado se suman alrededor de siete cirugías anuales, y el Hospital Bloom continúa siendo referente para niños, con entre dos y cinco procedimientos reportados este año.

A pesar de estas cifras, la demanda supera por miles la oferta, opina, entre 3,000 y 4,000 pacientes del ISSS se encuentran en diálisis, y una cantidad similar recibe tratamiento en centros del Ministerio de Salud, expone. 

“No existe un registro nacional de pacientes en diálisis, pero todos estos deberían ser candidatos a trasplante”, agrega el especialista.

Para el doctor Chávez, sin donación de persona muerta, los tiempos de espera se alargan años. 

Los pacientes que cuentan con un familiar dispuesto a donar pueden ser trasplantados en tres o cuatro meses, siempre que el estudio médico lo permita, explica. No obstante, más de la mitad de los posibles donantes vivos se descartan por enfermedades comunes presentes en la población como hipertensión, diabetes, obesidad o antecedentes clínicos de riesgo. 

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En el año 2023, de 100 candidatos, 60 fueron rechazados en el ISSS, expuso. La inexistencia del trasplante de donante fallecido agrava este escenario, opina. 

“El país tiene ley, infraestructura, personal capacitado y medicamentos. Lo único que falta es que se autorice su implementación”, opinó.

Diálisis versus trasplante

Los expertos coinciden en que el trasplante es la mejor opción médica, económica y social. Permite al paciente recuperar su vida laboral y reduce el impacto ambiental ligado al uso intensivo de plásticos en diálisis peritoneal y hemodiálisis.

“Un paciente trasplantado vuelve a trabajar, deja de depender de un familiar y tiene una calidad de vida infinitamente mejor”, señaló el doctor Chávez, 

agregando que la diálisis, aunque necesaria, deteriora vasos sanguíneos y huesos con el tiempo.

También advirtió sobre una práctica creciente: pacientes que viajan a otro país para operarse en clínicas privadas a menor costo. 

“Muchos regresan complicados porque no hubo un estudio adecuado. Incluso tuvimos un caso de un trasplante en una persona con cáncer pulmonar no detectado”, relató.

«Donar un riñón es seguro»  

Donar un riñón es seguro cuando el proceso se hace con estudios rigurosos, destacan los especialistas. 

 Los donantes aceptados suelen tener una función renal superior al 90% y reciben indicaciones claras sobre factores que pueden dañar su único riñón, como aumento de peso o hipertensión.

En el caso de los receptores, la mejora es casi inmediata. “La calidad de vida mejora al cien por ciento”, enfatizó el especialista.

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