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Sube a la montaña interior

Estando allá verás que la vida y sus batallas no han perdido su esplendor. Vuelve una y otra vez a subir el altozano. Sólo escalaron el monte aquellos que soñaron el sol de un día mejor. Sólo llegaron a la cima del amor aquellos que anhelaron el prodigio de amar y de vencer.

Cuando sientas la fatiga del mundo cotidiano, lleno de luchas, prisas y banalidades ¡Sube a la montaña que brilla en tu interior! Escala con ansias y apremio las celestes cimas de tu propio ser. Estando allá contemplarás lo real y verdadero; lo grande y lo pequeño; lo vano y lo bello del mundo y la vida. Allende las alturas verás ante ti la grandeza de la Creación y el ilusorio afán de gloria humana. Si las cuestas del mundo son difíciles de vencer ¡Sube pues tú mismo con fe y coraje las cumbres de tu alma! Si algún día sientes que se acaba la esperanza ¡Asciende el monte de tus sueños y doradas ilusiones por vivir y alcanzar! Estando allá verás que la vida y sus batallas no han perdido su esplendor. Vuelve una y otra vez a subir el altozano. Sólo escalaron el monte aquellos que soñaron el sol de un día mejor. Sólo llegaron a la cima del amor aquellos que anhelaron el prodigio de amar y de vencer. En fin, cuando en medio de la bulliciosa muchedumbre te sientas solo, busca el apacible silencio de la cumbre secreta. Busca la íntima estrella de tu ser, ya sea en el cielo, en la soledad o en el espejo de tu fuente espiritual. Sólo en el silencio escucharás tu divinidad interior. Bastará el deseo de ascender una y otra vez la cima de ti mismo, volviendo así eterna tu breve ilusión. Por ello ¡sube cada día el altozano! Entonces estarás más cerca de Dios y de ti mismo.” (Libros Balaguer: Librería UCA; La Casita y Amazon).

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