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El suicidio de jóvenes en el 2025

Una columna que logre la atención de las personas debe tener un inicio que, al leer su título, invite a continuar hasta el final. Definitivamente, las estadísticas no son el mejor punto de partida para generar esta conexión, y tampoco lo es un tema al que este año he dedicado mucha atención y varias columnas. Al 31 de octubre se tienen registrados 380 suicidios. Me gustaría comparar este fenómeno con años anteriores, pero no tengo forma de obtener esa información. Además, siempre existe un subregistro; en muchos casos, por lo que significa este tipo de muerte, se tapa cambiando el diagnóstico. De esto último no tengo pruebas, pero tampoco me quedan dudas. A finales de los noventa era muy frecuente ver como causa de muerte “envenenamiento” o “intoxicación”, y no “suicidio”. Lo cierto es que estamos ante un problema de salud pública importante, que debemos analizar, buscar sus causas y, de alguna manera, combatirlas. “La Alianza por los Derechos de la Niñez, Adolescencia y Juventud de El Salvador destacó que 111 niños entre 10 y 19 años se suicidaron entre 2019 y 2020. Basado en datos de la Fiscalía General de la República, el informe revela que la mayoría de los suicidios corresponde a niños y adolescentes en un 62 %, mientras que las niñas y adolescentes abarcan un 37.8 %. La representante de la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA) señaló que los suicidios son mucho más altos en los niños porque existe ‘mucha presión’ para que …

Una columna que logre la atención de las personas debe tener un inicio que, al leer su título, invite a continuar hasta el final. Definitivamente, las estadísticas no son el mejor punto de partida para generar esta conexión, y tampoco lo es un tema al que este año he dedicado mucha atención y varias columnas. Al 31 de octubre se tienen registrados 380 suicidios. Me gustaría comparar este fenómeno con años anteriores, pero no tengo forma de obtener esa información. Además, siempre existe un subregistro; en muchos casos, por lo que significa este tipo de muerte, se tapa cambiando el diagnóstico. De esto último no tengo pruebas, pero tampoco me quedan dudas. A finales de los noventa era muy frecuente ver como causa de muerte “envenenamiento” o “intoxicación”, y no “suicidio”. Lo cierto es que estamos ante un problema de salud pública importante, que debemos analizar, buscar sus causas y, de alguna manera, combatirlas.

“La Alianza por los Derechos de la Niñez, Adolescencia y Juventud de El Salvador destacó que 111 niños entre 10 y 19 años se suicidaron entre 2019 y 2020. Basado en datos de la Fiscalía General de la República, el informe revela que la mayoría de los suicidios corresponde a niños y adolescentes en un 62 %, mientras que las niñas y adolescentes abarcan un 37.8 %. La representante de la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA) señaló que los suicidios son mucho más altos en los niños porque existe ‘mucha presión’ para que demuestren su ‘virilidad’ u ‘hombría’. ‘Tomando en cuenta que los suicidios son mucho más altos, sobre todo en los niños, pero precisamente desde el enfoque de género y derechos estamos demandando que se vea esta situación de la niñez y adolescencia: cómo se les está previniendo, cómo se les está preparando para enfrentar una depresión o una ansiedad’, agregó dicha representante”.

De no creerlo, recientemente una adolescente de 13 años se quitó la vida. Según fuentes policiales, se atribuye a un cuadro depresivo; sin embargo, en otro sitio aparece que la joven tomó la fatal decisión porque, como medida de castigo, se le había quitado el celular. Otro caso ocurrió el miércoles 12 de noviembre: “Joven, en estado de embarazo, se quita la vida porque su pareja no se hizo cargo del embarazo. Esto ocurrió en Sonsonate norte. La joven, de 20 años de edad, decidió acabar con su angustia porque su pareja no se responsabilizó de ella ni de su bebé. Fue encontrada por su abuela durante la madrugada del 12 de noviembre en el patio de su vivienda, suspendida de un lazo bajo un árbol de aguacate”.

Son apenas días de diferencia y motivos desconocidos; sin embargo, el suicidio se está convirtiendo en un gravísimo problema de salud pública. Traigo a cuenta que llevamos catorce años ocupando el primer lugar en suicidios como país en toda Centroamérica. Esto es gravísimo, pues la indiferencia de una sociedad inmersa en su pantalla táctil solo demuestra que cada vez somos más indiferentes al dolor del prójimo. Definitivamente, algo pasa en la sociedad salvadoreña y en la familia salvadoreña, pues se nos está suicidando el futuro del país: jóvenes que tomarán la estafeta de la vida, jóvenes que se van y que no tienen reemplazo. Todo queda en el olvido, esperando otra noticia en redes sociales. Una constante incógnita es: ¿sabemos lo que nuestros hijos ven en el celular? ¿Preferimos hacernos los desentendidos con tal de no “discutir”? No podemos preferir una vida tranquila a costa del silencio.

El celular, que en apariencia nos ha acercado, resulta ser lo contrario: cada vez estamos más ensimismados. Las tertulias de antaño, las reuniones familiares y los almuerzos dominicales son casi cosas del pasado. No podemos negarlo: nosotros, los adultos, también caemos en el sobreuso del celular, y sabemos que estas nuevas costumbres nos distraen y nos roban tiempo. Tristemente, no podemos evitarlo por completo, pero sí podemos intentar retomar viejas costumbres de convivencia familiar. No es fácil, pues la adicción al celular está comprobada como similar a la adicción a la cocaína; basta ver, a través de una tomografía cerebral, cómo los núcleos amiloideos cambian de color al aspirar la droga o al encender el celular.

Mientras escribía esta columna, ocurría en paralelo la cadena nacional donde el Presidente daba a conocer el nuevo modelo de atención de telemedicina. Estoy seguro de que, en una de sus ramas, podrá ayudar muchísimo brindando atención de salud mental para personas de cualquier edad, pero principalmente para los jóvenes: teleconsultas médicas para tratar la ansiedad, la depresión, la ira, la frustración y todas aquellas afecciones que son la antesala del suicidio. Ya tenemos una nueva herramienta; ahora queda incentivar su uso y ayudar a tantas personas que lo necesitan y que la tendrán al alcance de su mano.

Recordemos: 380 suicidios no es un número. Son vidas, sueños, familias, futuro. Y representan un problema al que debemos prestar atención.

Médico.

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