En el parque Bolívar confluyen memoria y modernidad en el Centro Histórico de San Salvador
El Bolívar, antes parque Barrios, ha sido testigo de más de un siglo de historia. Desde su inauguración en los 1900 hasta su reciente remodelación dentro de la revitalización del Centro Histórico, este espacio resume la convivencia entre memoria, arquitectura y modernidad.
Cuando San Salvador dejó atrás el siglo XIX y se asomó al XX, la ciudad contaba con tres plazas que marcaban su ritmo social, según Carlos Cañas Dinarte: el Dueñas —hoy Plaza Libertad—, el Morazán y el Bolívar, este último ubicado al poniente de la capital.
En esos jardines se congregaban los habitantes para escuchar retretas, disfrutar helados bajo los faroles eléctricos y conversar en medio del bullicio de la banda de los Supremos Poderes o de la Brigada de Línea.
Aquel San Salvador de apenas 30,000 habitantes encontraba en sus parques la vida pública que hoy se pretende rescatar. Allí se anunció también la llegada del nuevo siglo: la medianoche del 31 de diciembre de 1900 marcó el paso hacia una nueva era. Y fue precisamente en el primer día de 1901 cuando el gobierno del presidente Tomás Regalado inauguró el parque que marcaría el inicio del siglo XX: el parque Barrios (hoy Bolívar), erigido en honor al expresidente Gerardo Barrios Espinoza.
Hay que destacar que quien inauguró el nuevo parque fue el Dr. José Madriz -padre de Mercedes Madriz de Altamirano, cofundadora de El Diario de Hoy-, porque el presidente no estaba en condiciones de hacerlo.
Postal en blanco y negro de 1915 de la entonces plaza Barrios, impresa por la Librería Universal. Foto: EDH / Archivo
Imagen de la antigua calle del parque Barrios de San Salvador, a principios del siglo XX. Foto: EDH / Archivo
El investigador salvadoreño radicado en Barcelona recuerda que aquella obra fue «la primera del nuevo siglo», con jardines diseñados por el catalán Joan Munés, padre del aviador salvadoreño Juan Ramón Munés.
El parque se levantó frente a dos edificaciones emblemáticas: la Casa del Cuño —hoy Imprenta Nacional— y la Penitenciaría Central, demolida en 1965 para dar paso al actual edificio del Fondo Social para la Vivienda.
El parque pronto cambió de identidad. En 1924 se construyó su primer quiosco, elaborado por el español Juan Beloso, con pilares que imitaban troncos de árboles, una obra de arte urbano inspirada en el estilo fitomorfo que caracterizó las construcciones decorativas de principios del siglo XX.
Pero en la memoria colectiva, el nombre de «Parque Bolívar» comenzó a imponerse: en el verdadero Parque Bolívar —la actual plaza Barrios— se había instalado en 1909 una estatua de Gerardo Barrios, generando la confusión que perduró hasta que una estatua del Libertador Simón Bolívar fue colocada en donde correspondía.
En esta antigua imagen del parque Barrios, se puede ver el quiosco original que fue inaugurado en 1924. Foto: EDH / Archivo
Con los años, el actual Bolívar se convirtió en espacio de encuentros. Era, como otros parques de la capital, una extensión del pulso social de la época.
La historia del Parque Bolívar ha sido también una historia de pérdidas. En 1951 se convirtió temporalmente en estacionamiento de automóviles, un uso impensable hoy. Su quiosco original —de inspiración italiana con rasgos indígenas— fue derribado y sustituido por una estructura de cemento sin mayor encanto arquitectónico, que resistió medio siglo hasta su demolición definitiva en 2024.
Décadas atrás, la estatua de Bolívar de pie, con espada en mano, había sido trasladada a la población usuluteca que lleva su nombre. En su lugar se colocó una copia de la estatua ecuestre del Libertador de Caracas, símbolo que aún preside el espacio, reubicada hoy al centro del parque tras la más reciente remodelación.
Una nueva vida
El siglo XXI trajo consigo una transformación integral del Centro Histórico de San Salvador. El Parque Bolívar —hoy oficialmente Plaza Simón Bolívar— permaneció cerrado desde 2020 mientras se ejecutaban las obras de revitalización urbana. Su reapertura, aún en suspenso, coincide con una nueva mirada hacia el valor patrimonial de la ciudad.
El nuevo diseño posee la escultura de Bolívar al centro y un nuevo quiosco que emula las formas del anterior. Foto: EDH / Miguel Lemus
La remodelación incluye mejoras en senderos, iluminación, jardinería, mobiliario urbano y accesibilidad universal. La Universidad Tecnológica de El Salvador participó en la fase previa de intervención.
El nuevo quiosco, de estructura metálica y diseño contemporáneo, retoma la idea original del estilo vegetal de inicios del siglo XX. Aunque algunos lamentan la pérdida de elementos antiguos, la propuesta pretende armonizar la historia con la funcionalidad moderna de una capital que intenta reconciliarse con su pasado.
Patrimonio y modernidad
La historia de la Plaza Simón Bolívar es también la historia del propio San Salvador: una urbe que ha sabido renacer de terremotos, incendios y transformaciones sociales. Su restauración reciente no solo devuelve el lugar al espacio público, sino que invita a pensar la ciudad desde la memoria.
Otra de las novedades que se pueden apreciar desde ya en el popular parque son los juegos para los menores de edad. Foto: EDH / Miguel Lemus
En esta foto se puede apreciar la nueva verja del parque y el tipo de iluminación que tendrá al ser inaugurado. Foto: EDH / Miguel Lemus
Como advierte el investigador Cañas Dinarte, «nada de su aspecto antiguo se conservó» en la última intervención. Sin embargo, esa pérdida también obliga a reflexionar sobre la importancia de documentar, conservar y reinterpretar los espacios urbanos. Los parques no son solo lugares de descanso: son testigos del pulso colectivo, archivos vivos donde cada generación deja su huella.
Hoy, la estatua ecuestre del Libertador -donada por Venezuela en los 90- vuelve a mirar el horizonte capitalino, esta vez desde una plaza totalmente renovada. El eco de las viejas retretas aún parece flotar sobre los nuevos senderos de concreto, como recordatorio de que el progreso y la historia no deben reñir, sino dialogar.
La Plaza Bolívar —renovada y más funcional— simboliza el nuevo rostro del Centro Histórico de San Salvador, donde la modernidad no debe borrar el pasado, sino rescatarlo en cada paso, en cada piedra y en cada sombra de sus árboles centenarios.