Las enfermedades de transmisión sexual y los accidentes de tránsito son indicadores de problemas de falta de educación en salud y concientización.
Indicadores que nos dan un panorama amplio sobre la realidad que atraviesa la población y muy seguro la humanidad en general. Estamos ante una epidemia de enfermedades de transmisión sexual casi inadvertida o desapercibida que en otros tiempos hubiese preocupado a cualquier institución, pero lamentablemente las relaciones sexuales se dan cotidianamente. Hay estudios e informes que demuestran que después de la pandemia de la gripe española a finales de 1918 a 1919, se dio una etapa de desenfreno en el comportamiento de la sexualidad de los años 1920 a 1924, esto en los EE. UU. Cuando leí esto mentalmente proyecté que esto podría ocurrir post pandemia por #COVID-19, es decir en estos años que hemos vivido. La diferencia de hace 100 años atrás con estos tiempos es la información, la conectividad y por qué no decirlo, mucha información que termina en desinformación.
Si no hablamos con naturalidad de los serios problemas individuales que se tienen con la salud mental, aún en pleno siglo XXI el tema de la sexualidad y las enfermedades también lo siguen siendo un tabú que no se trata con la seriedad y objetividad para poder controlarlo. En muchos aspectos de forma, el tema de la sexualidad, muchos grupos poblacionales no se inmutan, pero nadie habla de que no es el uso de preservativo el que nos va a detener estos altos índices de enfermedades de transmisión sexual, sino detener la cadena de transmisión del virus, hongos, bacterias o parásitos, que nos va a ayudar a que las personas tengan claridad de que existe un potencial riesgo. Con este silencio lo que se hace es seguir la línea de contagio hasta más no poder, casos de la vida real donde el hombre o la mujer prefieren callar para no quedarse solos o ser abandonados o tener el estigma en una institución de que adolecen de tal o cual padecimiento; así está la situación.
Todos tenemos en la palma de la mano el mundo, es decir, «los celulares, móviles, phones como se les quiera llamar». Todos creemos saberlo todo y poco nos importa que ya nadie habla de VIH, nadie habla de gonorrea, nadie habla de sífilis, nadie habla de condilomas, de clamidias, de tricomonas; parece que es algo que no vale la pena, sencillamente hay temas más importantes como: ¿qué haremos el fin de semana?, «el fin de semana iremos a almorzar, iremos a algún lugar», pero lamentablemente la presión que vivimos actualmente básicamente es una olla de presión que va a reventar donde sea.
No nos damos cuenta de que mucha gente sufre las consecuencias de manejar de 6 a 8 horas al día, tienen que estar despiertos a las 3 de la mañana para a las 3:30 tomar el primer bus o empezar a marchar para poder llegar a sus trabajos, no temprano sino justo a la hora o aún tarde, con los minutos de descuento que les aplican, y las salidas son otras tres o cuatro horas que deben tomar para poder llegar a sus casas. ¿Cómo estará la salud mental de estas personas? Una mente destrozada, un insomnio total, trastornos nerviosos, crisis de histeria, problemas de sueño, con serios trastornos de ansiedad, bipolaridad, depresión, angustia, irritabilidad.
En el diario vivir hay indicadores que son visibles, sensibles y estresantes como el del transporte, los accidentes de tránsito, el problema de movilidad, el nivel de consumo de licor y sustancias nocivas para la salud, el uso de nuevas sustancias como los energizantes, sin hablar del uso de drogas.
Una pregunta frecuente es: ¿usted fuma? Y la respuesta frecuente es: tabaco o marihuana. En tal sentido, pero lo que sí se puede ocultar de muchas formas es el desenfreno en cuanto a las enfermedades de transmisión sexual, desde el autotratamiento (esto del autotratamiento es un serio problema en dos sentidos: por un lado la resistencia a los medicamentos y por otro la mutación de los microorganismos), hasta informarse y documentarse con la inteligencia artificial, autodiagnosticarse y autotratase según la sintomatología y lo que creen entender, solo hasta que las cosas no cuadran buscan la ayuda médica.
Estamos viviendo tiempos muy acelerados. Me cuestiono si realmente aprendimos a valorar el sobrevivir a la pandemia, ya que mucho de lo que se vio nos debería convertir en mejores seres humanos y hablar de un antes y un después del 2020; tristemente no es así en el actuar humano. Esta es una realidad que debemos enfrentar porque todos estamos con demasiada información y al final, tanto antes como ahora, si no se mantienen programas de educación, prevención y promoción de la salud, el problema de las enfermedades de transmisión sexual será de niveles de epidemia y en definitiva eso atenta contra la salud mental de la población, que entra en un círculo vicioso.
Puedo mencionar en una forma comparativa las campañas masivas de generar conciencia del autocuido y conocimiento en los años 80, 90 y principios de este siglo en torno al VIH. Pues, sin temor a equivocarme, esa podría ser una alternativa ante esta situación.
Sé que muchos esperan una columna dominical relajante de algún tema inspiracional, reflexivo, religioso, pero ya pronto iniciaremos Adviento y allí escribiré sobre esos temas propios de la época, que siempre es y será la mejor del año: la temporada navideña.
Médico.