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Miradas de ausencia del tiempo perdido

La vida está llena de espacios como aquel en donde entrar es encontrarse con el vacío que deja el raudo paso del tiempo y de la realidad

Un día de tantos, Endson –el jurisconsulto— pasó al interior de un cuarto que estaba al fondo de su antiguo apartamento. Encontró la puerta entreabierta y decidió entrar. El decorado de la habitación lucía el aspecto de años atrás: su estilo, los muebles y la ambientación. AI extremo descubrió a una joven con su uniforme colegial, leyendo un libro. Ella pareció oír sus pasos y volvió su mirada hacia él, pero la expresión de su rostro quedó igual, como si viese al vacío. Su rostro tenía la mirada de ausencia del tiempo perdido. El abogado se le acercó y quiso hablarle y acariciar la suavidad de sus cabellos, pero ella —sin poderle ver desde su otro tiempo— se puso de pie y salió de la habitación, con el suave andar de sus zapatos blancos de tenis. Endson comprendió que se trataba de una visión más del onírico mundo del ayer y desde entonces no ha vuelto a esa habitación. Teme hacerlo. Le ha nacido, de pronto, un profundo sentimiento de triste y amorosa piedad hacia la joven aparición. La vida está llena de espacios como aquel en donde entrar es encontrarse con el vacío que deja el raudo paso del tiempo y de la realidad. Los objetos, los seres; la atmósfera del ayer se tornan irrealidad con el correr de los años. Mismos que no podemos detener ni alcanzar en la lejanía heliocéntrica de un pretérito temporal de amor. El conserje del edificio dijo que nadie más habitaba en su apartamento. (II) de “Leyenda del Otro Lado de la Piel” © C.B.

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