Mi esposo y yo tuvimos la gran suerte de ser invitados por nuestro geriatra, el Dr. José Andrés Córdova Valle (gracias nuevamente, Doctor), a una interesantísima jornada educativa relacionada con quienes, como nosotros, por gracia de Dios, hemos llegado a una edad muy avanzada. Muchos adultos de mediana edad asistieron con el afán de adecuar sus formas de vida a modo de lograr una ancianidad con salud de cuerpo y mente, poniendo todos atención a los mensajes que los galenos (de México, Perú y El Salvador), de diferentes especialidades, nos transmitieron.
No podría hacer un resumen de esa jornada, tan importante como especializada. Me limitaré a hacer una invitación para que TODOS nos interesemos en la Geriatría y los cuidados que deben adoptarse, lo más temprano en la vida, para alcanzar una vejez tardía y saludable, teniendo como meta principal, que todos los años que Dios nos conceda se disfruten con buena calidad de vida.
Actualmente (me consta por mi propia familia) los adultos tienen infinidad de responsabilidades que, a veces, les impiden cumplir los deberes que tienen hacia ellos mismos. Porque además de sus responsabilidades laborales, también cuidan de hijos, de nietos y, de paso, están pendientes de sus padres, ya mayores y con una salud deficiente. Son la generación “sandwich”, dándose generosamente al cuidado del resto de la familia, equilibrando con dificultad el cumplimiento con su trabajo.
Por eso, porque su vida es de gran exigencia, los adultos actuales deben preocuparse como prioridad en sentar las bases para tener, ellos mismos, una vejez no solamente saludable, sino agradable, que lleguen a celebrar muchas décadas siendo activos física y mentalmente, manteniendo una actitud positiva y disfrutando verdaderamente de lo que a diario les depare la vida.
Prepárese para lograr unos magníficos años dorados, con la ayuda de su geriatra. Infórmese, por ejemplo, con libros como “La segunda mitad”, escrito por el médico argentino Diego Bernardini, que debería volverse lectura obligatoria en todos los hogares, ya que por muy joven que usted sea, la realidad es que a diario envejece y lo más sabio es comenzar a prepararse para, así, tener una ancianidad agradable y plena.
Y, ¿qué hacer por los ancianos que lo rodean? Trátelos con respeto, con amabilidad, no los infantilice porque son adultos, no bebés ni deficientes mentales. Principalmente, procure rodearlos de un ambiente de paz: no los visite para llevarles problemas y pleitos de familia. Tampoco se trata de ocultarles realidades, sino de seguirles dando el lugar que siempre tuvieron, alguien con quien conversar con inteligencia y buen humor. Y, ya usted sabe qué es lo principal: el amor. Que tengan la oportunidad de recibir y dar amor, lo que solamente es posible mediante la comunicación personal.
Y nosotros, ancianos, comprometámonos a no ser una carga, comprendamos que la vida actual no es la que nosotros tuvimos y preparémonos a vivir momentos de soledad, no porque los nuestros nos abandonen, sino porque habrá circunstancias en las que no podrán estar a nuestro lado, aunque así lo deseen. Por eso, aprendamos a ser una buena compañía para nosotros mismos, teniendo intereses, sueños y metas propias para el futuro, no importa cuántos años llevemos a cuestas.
Principalmente, con naturalidad, con fe y esperanza en Dios, preparémonos a dejar esta vida plenos de gratitud y bien dispuestos para la vida eterna.
Empresaria.