Una joven británica dedica cinco horas diarias para ir a su trabajo en Londres y regresar a su casa en Birmingham, según leo en la revista People. Alix Williams toma un tren en la mañana y después dos líneas del tren subterráneo en Londres para llegar a la empresa donde trabaja, recorriendo un total de unas 100 millas. Y lo mismo en el viaje de regreso.
Sale de su casa poco antes de las cinco y media de la mañana y está de vuelta a las ocho y media de la noche.
Es una travesía larguísima todos los días de lunes a viernes, y no muchos estarían dispuestos a dar a diario ese viaje para ir a trabajar. Pero Alix dice que gana un salario mucho más alto que el que tenía en Birmingham, gracias al cual puede darse lujos, entre ellos viajar a otros países en sus vacaciones. Explica además que le gusta pasarse el día en la capital británica, y que en el tren lee libros, ve televisión, se maquilla y come.
Cierto: cinco horas de viaje es mucho tiempo, aunque Alix no las pasa mal. En Miami, donde vivo, las personas tardan en promedio entre unos 30 minutos y casi una hora en llegar a sus trabajos, viajando en automóvil, un medio de transporte que no permite relajarse como Alix en el tren, que pone los nervios de punta y que es infinitamente más riesgoso.
Hay demanda en Miami para un incremento del transporte público. El sistema actual es insuficiente. Es conveniente en ciertas áreas, pero para muchos usuarios no es una alternativa real al automóvil, por problemas de cobertura, frecuencia, comodidad y confiabilidad.
Hay planes de mejorar y extender el sistema con ampliaciones de infraestructura y expansión de las rutas de trenes y autobuses, pero hasta ahora la implementación de los planes no ha alcanzado el nivel necesario para que el sistema de transporte público pueda satisfacer con eficacia la mayoría de los desplazamientos cotidianos de los residentes, especialmente fuera de Miami Beach o del downtown de Miami, que cuentan con convenientes medios de transporte colectivo. Y para usos distintos a ir al trabajo, en muchos casos los trenes y los autobuses no pasan con suficiente frecuencia en tardes, noches o fines de semana, lo cual limita su utilidad como medio de transporte alternativo al automóvil personal.
Las encuestas indican que un alto porcentaje de residentes conduce su propio auto porque no encuentran una opción de transporte público que les sirva bien para todas sus necesidades.
En comparación con otras grandes ciudades norteamericanas, la cobertura del transporte público en el condado de Miami-Dade es muy limitada. El tren Metrorail solo tiene dos líneas y cubre un corredor norte-sur, cerca de la bahía de Biscayne y lejos de las pobladas y vastas zonas suburbanas del oeste.
En cambio, la ciudad de Nueva York tiene el sistema de transporte público mejor y más eficiente de Estados Unidos. Su cobertura es sencillamente inmensa. El tren subterráneo, conocido como subway, funciona las 24 horas todos los días. Tiene más de 470 estaciones y líneas que llegan prácticamente a todos los barrios, con excepción del distrito de Staten Island. La frecuencia del subway es muy elevada en las horas pico: de 2 a 5 minutos, y en la madrugada es aceptable. Además, el subway, los autobuses y los trenes suburbanos están interconectados, facilitando el desplazamiento de las personas que viven en las afueras.
El sistema de transporte neoyorquino realmente reemplaza al auto para la mayoría de la gente. Millones de personas dependen diariamente del sistema para sus necesidades cotidianas. Sin el transporte público, la ciudad simplemente no funcionaría.
Otras urbes estadounidenses también disfrutan de sistemas de transporte público eficientes, como Boston, Washington y Chicago, donde en muchas áreas se puede vivir cómodamente sin tener un auto.
Pero esas ciudades son minoría. En la mayoría de las zonas urbanas y suburbanas del país, el automóvil mantiene su primacía indisputada. En ese sentido, Miami se parece más a ciudades como Houston, Dallas o Los Ángeles que a Nueva York, Boston o Washington.
Los que soñamos con un transporte público eficiente para escapar de las molestias y los elevados gastos del uso del automóvil tendremos que seguir esperando quién sabe por cuánto tiempo más, o hacer las maletas.
Periodista radicado en Miami, Florida.