La fulgurante grandeza del cristianismo, de las enseñanzas que son lo esencial del Evangelio de Jesús el Nazareno, vino a darle a la ley de Dios su verdadero sentido humanitario y recogió lo esencial de principios morales que son evidentes en sí mismos y que son el sostén de la convivencia que rige al mundo, no solo desde que el hombre apareció en la Tierra sino aquello que además obedecen las manadas de animales, lo que cohesiona a sus miembros.

Como lo hemos señalado, lo esencial de esas normas se encuentra «esculpido en piedra» en la Estela del Rey Hammurabi de Babilonia, que rigió hace cuatro mil años, atesorado actualmente en el Museo del Louvre de París.

Con excepción de la «Ley del Talión» —ojo por ojo, diente por diente—, esos principios se encuentran en los Diez Mandamientos que Dios entregó a Moisés como igualmente constituyen la esencia del Derecho Romano, la Carta Magna que firmó Juan sin Tierra en Runnymede, lo que es lo esencial de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa, que además están contenidos en la Declaración de Independencia de Estados Unidos.

Hay múltiples «religiones» sobre la Tierra, la mayoría fundadas por místicos que dicen haber recibido mensajes por arcángeles, por visionarios que abandonan riquezas para predicar al mundo o por charlatanes que montan su «iglesia» y se dedican a ir de un lado a otro en busca de clientelas, como se dice que es la Cienciología.

En China el régimen comunista monta la «doctrina» que deben seguir los súbditos y que, al igual que en la Antigua Roma, hace del emperador (el jefe de la dictadura) el dios máximo, lo que llegó al entronizamiento de la locura con Calígula, que nombró cónsul (primer ministro) a su caballo hasta que sus propios guardias lo asesinaron.

La mayoría de principios morales de vida están presentes en la Biblia, que pasado el libro del Génesis con sus portentos y hechos extraordinarios, recoge las visiones de santos, visionarios, poetas e inclusive de figuras como el Rey David y su mítico triunfo sobre el gigante Goliat, en los tiempos en que en lugar de enfrentar dos ejércitos y las mortandades que ello representaba, eran tres hermanos de un lado contra tres del otro, parte de la leyenda de Roma.

El Rey David no fue un ejemplo de «moralidad», ya que mandó a la muerte a uno de sus generales después de seducir a la mujer de este. Pero sufrió las consecuencias del pecado y Dios lo perdonó y de esa unión nació después Salomón, el rey sabio y poderoso. Y el mismo Salomón tuvo cientos de esposas e hijos (como por su lado Ramses II de Egipto) y su más renombrada conquista fue la Reina de Saba, a quien falsamente el emperador Haile Selassie de Etiopía la colocaba al inicio de su linaje.

Un pequeño grupo de pescadores creó la civilización y la democracia

Desde niño y como el Evangelio y la tradición lo reseñan, Jesús llegó a debatir con los doctores de la ley en el Templo, pasajes de mucha sabiduría y belleza, lo que fue formando su concepción del mundo, de la intrínseca libertad que Dios concede al hombre, de nuestros deberes hacia otros (el Buen Samaritano )…

El cristianismo se fundamenta sobre esos principios pero consolida con milagros, vidas de santos, rituales y mucho poder temporal el mensaje esencial, como por su parte León XIV disemina frente al terrible drama de las deportaciones y la separación de familias que sacuden el norte del Hemisferio…

Las enseñanzas de Cristo no se quedaron en “amar a Dios por sobre todo y al prójimo como a uno mismo”, sino que fueron más allá: “Ámense como yo los he amado”, es decir, luchar por los demás y hasta dar la vida por sus amigos y la tierra que nos ha dado la Providencia.

No se puede aspirar a un país mejor si no somos coherentes, si no tratamos cada día de seguir principios morales y éticos profundos y ser ciudadanos de bien, ayudando a quienes más lo necesitan y luchando por la verdad y la justicia.