El creciente fértil es considerado una de las cunas de la civilización humana, esta región bañada por los ríos Tigris, Éufrates, y Nilo proporcionó los medios naturales y la estabilidad climática suficiente para que la revolución neolítica rindiera frutos. Actualmente esa región abarca los territorios aproximadamente de Siria, Irak, Jordania, Palestina, Israel, Kuwait, y Egipto. Algunos de los primeros pueblos de la humanidad surgieron aquí, siendo lo más reconocidos en la zona mesopotámica los sumerios (por su consolidación como la primera civilización conocida a base de ciudades – estado), y los semitas (por ser la ascendencia común de árabes y hebreos).
Dentro de estos últimos se ubican los denominados “acadios”, un pueblo proveniente de península arábiga que migró progresivamente hacia el norte, llegando al creciente fértil a mediados del tercer milenio antes de cristo. Ahí se encontraron a la civilización sumeria en plena madurez, empezaron a integrarse dentro de la diversidad de ciudades estado como Kish, Ur, Uruk, Lagash, entre otras, así como fundando sus propias ciudades estado al norte de los sumerios como Akkad, Marda, y Opis, por lo que es de esperar que estos dos pueblos tuvieran mucha interacción cultural, económica y política.
Como curiosidad, en paralelo a este proceso, en la zona meridional del creciente fértil empezaban forjarse las bases de la civilización egipcia, especialmente con la conformación del alto y bajo Egipto. Eventualmente, llegarían a ser un imperio, y tendremos la oportunidad de conocer también su historia.
Así pues, tomamos como protagonista a Sargón “El grande” (2334–2279 a.C.) proveniente de la ciudad de Akkad (conocida también Agadé), un acadio que según relatos neo-asirios y neo-babilónicos como “La leyenda de Sargón” sirvió como el jardinero del rey de Kish (Sumeria), al cual derrocó por medio de una revuelta impulsada por él mismo ganando así el liderato sobre los propios acadios, obteniendo un poder considerable en su época que proyectaría invadiendo al resto de Sumeria.
Como era de esperar, la caída de Kish alarmó al resto de ciudades estado sumerias que crearon una confederación para derrotar a Sargón, encontrándose sus ejércitos en la decisiva batalla por la ciudad de Uruk donde los acadios fueron vencedores, provocando que la guerra se decantara decisivamente a favor de Sargón, pudiendo completar la conquista de toda sumeria (zona sur de Mesopotamia en cercanías al golfo pérsico).
Es importantísimo señalar que hablamos de las primeras fases de la antigüedad, por lo que todo debe entenderse a la escala y desarrollo que corresponden a su época, pues en la batalla de Uruk se estima que el ejército acadio contaba con 5,000 hombres. No debemos pensar en guerras gigantesca como las peleadas en siglos posteriores, el mundo aún no se había desarrollado lo suficiente.
De esta manera Sargón consolidó su naciente imperio centralizando el poder, lo que otrora fuera un “ecosistema” de ciudades estado ahora era una sola entidad política dirigida desde Agadé. Luego, se expandió atacando y conquistando a los mariotas y urqueshanos en dirección norte, hacia Siria, convirtiendo al acadio (lengua semítica) en la lengua común de la región y dotándolo de escritura gracias al legado cuneiforme de los sumerios.
Sargón murió en la madurez de su poder hacia el 2279 – 2278 a.C (fecha aún discutida). Sus sucesores serían sus hijos Rimush (primero) y Manishtushu (segundo), cuyos reinados se caracterizaron por la inestabilidad política interna, la pérdida de los territorios en Siria, y una contracción económica y del poder de los acadios.
A la muerte Manishtushu, su hijo Naram-Sin (2217–2193 a.C.) ascendió al trono. Éste se encargaría de estabilizar el imperio y prepararlo no solamente para lo que fue la recuperación de los territorios en Siria, sino también para la conquista de nuevos territorios en regiones como Alepo, Persia, el Sinaí, entre otros. El esplendor volvió a los acadios.
Naram “El rey de las 4 esquinas del mundo” se convertiría en el gobernante más poderoso de la historia del imperio, superando el legado de su abuelo Sargón, y pudiendo mantener el control con una violenta mano de hierro. Muerto Naram, la inestabilidad intrínseca de un imperio con tantos pueblos y culturas diferentes explotó en el reinado de su hijo Shar-Kali-Shari con diversas rebeliones e independencias, que se combinaron con invasiones extranjeras como la de los amorreos y los guti, que llevaron primero a su propia muerte, y luego a la del imperio tras una rápida y violenta disolución.
El imperio acadio fue un antes y un después del mundo sumerio como se conocía, interconectó a muchísimas culturas y pueblos, y dejó un legado lingüístico que perduraría casi 2 milenios después de su caída. Se convirtieron en el modelo a seguir de otros y más grandes imperios como el babilónico, asirio, y persa aqueménida, mismos que en dicho orden, analizaremos en las siguientes columnas. De nuevo, muchísimas gracias por su tiempo.