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Fe y prevención: la fórmula con la que Reina Huezo enfrentó el cáncer

Reina sabía que el cáncer era una bomba de tiempo genética en su cuerpo, así que decidió desactivarla con la detección temprana y la fe para ganar esta carrera a contrarreloj.

Reina Huezo, sobreviviente de cáncer de mama.

«Desde los 35 años me realizaba autoexámenes regularmente porque conocía mi riesgo. Cuando en enero de 2024 sentí esa pequeña bolita, inmediatamente me fui al hospital. Eso marcó la diferencia en todo mi proceso», dice Reina Huezo, una mujer joven adulta sobreviviente al cáncer de mama.

Alta, trigueña, con una sonrisa amable y con la claridad de quien comprendió desde el principio que el tiempo era su mejor aliado, ella relata cómo sus antecedentes familiares la llevaron a convertir la autoexploración en un hábito infaltable en su rutina diaria, tomando el historial de cáncer de mama en sus dos hermanas como una herramienta de empoderamiento y acción preventiva.

Entre enero y abril de 2024, completó todos los estudios necesarios y recibió su diagnóstico de carcinoma canalicular, es decir, el tipo más común de cáncer de mama, por lo que se sometió a una mastectomía radical del pecho derecho.

Dado su diagnóstico, su juventud y los antecedentes familiares, su oncóloga gestionó un examen genético, no común en el país. Los resultados revelaron que su cáncer era HER2 +, genético y muy agresivo.

Este hallazgo modificó su tratamiento: aunque la cirugía había extirpado el tumor, al ser genético, requería de sesiones de quimioterapia. Así, el 3 de junio de 2024 inició este arduo camino, que culminaría en diciembre del mismo año.

El amor concreto de su familia se convirtió en el soporte fundamental durante todo el proceso oncológico. Su madre asumió el rol de cuidadora principal, mientras su esposo e hijo de 14 años crearon una red de contención emocional que se mantenía fuerte frente a ella, aunque cargando en silencio su propia preocupación.

Este acompañamiento, desde las noches de vigilia hasta la reorganización completa de la dinámica familiar, le aseguró que no estaba sola en esta batalla. Cada gesto, un mensaje o una palabra de aliento en los momentos más difíciles, se convirtió en el combustible que alimentaba su fortaleza interior y su determinación de sanar.

La enfermedad impuso una pausa forzada en su vida. Una mujer acostumbrada a estar en constante movimiento, se vio obligada a guardar reposo y a aislarse para proteger su sistema inmunológico.

Este fue uno de sus mayores desafíos, pero los mensajes, las llamadas y los detalles de la iglesia Templo Betel de las Asambleas de Dios, en el distrito de Lourdes, mantuvieron su ánimo en alto.

Un momento para ti hace la diferencia

El proceso médico implicó una carga económica significativa. Con una incapacidad laboral que se extendió desde abril hasta diciembre, los ingresos se redujeron justo cuando los gastos médicos aumentaban.

Sin embargo, en medio de esta presión, Reina experimentó lo que ella describe como una muestra tangible del cuidado divino: la solidaridad de su comunidad. La generosidad de amigos y miembros de su iglesia surgió en el momento preciso, asegurando que nunca le faltara lo necesario para continuar con su día a día.

En agosto de este año, fue beneficiaria de una donación de prótesis externa gestionada por la Asociación Salvadoreña para la Prevención del Cáncer (ASAPRECAN), un apoyo fundamental que contribuyó directamente a mejorar su calidad de vida y autoestima tras las intervenciones quirúrgicas.

Reina pasó por 16 sesiones de quimioterapia y aprendió algo fundamental: «Cada persona reacciona de una manera distinta al tratamiento».

A diferencia de muchos pacientes que sufren efectos secundarios muy fuertes, como sus dos hermanas que también superaron el cáncer, su caso fue diferente. Con la ayuda de sus medicamentos y su gran fe, los mayores problemas que tuvo fueron el insomnio y el estreñimiento.

Tras completar su serie de quimioterapias en diciembre de 2024 y regresar a su trabajo en enero de 2025, tomó una decisión radical por su bienestar: en marzo de este año se sometió a una cirugía preventiva para extirpar su pecho izquierdo, ovarios y matriz.

Superar el cáncer cambió por completo su perspectiva. “Antes era una persona afanada, siempre corriendo, sin tiempo para mí. Pero cuando estuve en cama, pensé: tanto que me he afanado y nunca disfruté mi casa, ahora que no puedo moverme, la disfruto. Desde entonces aprendí a vivir el día a día y a dedicarme tiempo”, dice con serenidad.

“Estoy de pie, no por mis fuerzas, sino por la fe y el amor de un Dios fiel que me sostuvo en cada batalla y nunca me soltó”.

Reina Huezo, sobreviviente de cáncer de mama.

Hoy, Reina usa sus redes sociales para compartir su testimonio y motivar a otras mujeres a realizarse sus chequeos. “A muchas les da miedo hacerse una mamografía, pero si yo no me hubiera detectado esa bolita a tiempo, todo habría sido más grave. Detectarlo temprano salva vidas” comenta.

“Mi mensaje para las mujeres es que no se rindan, que pongan su fe en Dios, que sean optimistas y no se enfrasquen en lo que ven en internet. Cada cuerpo y cada proceso son diferentes. Yo pensé que no iba a soportarlo, pero aquí estoy. Dios me dio una segunda oportunidad”, asegura con una sonrisa que irradia vida.

Actualmente se mantiene en control médico continuo y enfrenta algunos efectos secundarios como cansancio y debilidad, pero prefiere enfocarse en lo esencial: su fe, el apoyo de su familia y la convicción de que su historia puede inspirar a otras mujeres.

“Cuando me preguntan qué aconsejaría, mi respuesta es clara: conócete, quiérete, auto examínate. No esperes a tener síntomas para actuar. La prevención es el mayor acto de amor propio”, enfatiza.

Reina Huezo se define como una mujer de fe que descubrió en la vulnerabilidad una fortaleza inesperada. Ella, que creyó no poder soportar el cáncer, encontró en el camino que el amor de su familia y su comunidad la convirtió en la luchadora que es hoy, demostrándose ser mucho más fuerte de lo que jamás imaginó.

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