Es imperativo comenzar por un análisis desapasionado de lo que dicen los estudios de los especialistas.
Es imperativo comenzar por un análisis desapasionado de lo que dicen los estudios de los especialistas.
Ni tu propio enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos
Buda
En materia de migraciones, es imperativo comenzar por un análisis desapasionado de lo que dicen los estudios de los especialistas para entender la realidad por medio de los hechos y las cifras tal como son, sin afán de justificar ideas o estereotipos, y para enfatizar la perspectiva de derechos humanos de las migraciones y descartar la emotividad, parte fundamental de la perspectiva política de las migraciones, hábilmente manejada.
Así las cosas, en su estudio Do migrants take the jobs of native workers? (¿Los migrantes quitan los empleos a los trabajadores nativos?), la profesora Amelie F. Constant presenta una lista de los aspectos positivos y negativos de las migraciones.
Entre lo positivo destaca:
Entre lo negativo señala que:
Otro tema importante desde la perspectiva política de las migraciones es que el aumento del gasto público está directamente relacionado con el aumento de la inmigración, y la narrativa dice, de manera resumida, que: (1) los migrantes podrían estar emigrando a países con sistemas de bienestar social más generosos por un imán de bienestar; y (2) los inmigrantes utilizan excesivamente o abusan de las prestaciones sociales por su dependencia del bienestar.
La situación en los países miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), la resume la propia organización en su informe Perspectives des migrations internationales 2021 (Perspectivas de las migraciones internacionales 2021): En los 25 países de miembros, en promedio, durante el período 2006-2018, el aporte de los inmigrantes en impuestos y contribuciones superaron el gasto público en protección social, salud y educación. En general, las contribuciones de los migrantes cubren la totalidad de su gasto público en bienes públicos congestionables y financian parcialmente bienes públicos puros como los costos de defensa y de la deuda pública.
No obstante, insiste en que la contribución podría ser aún más importante si se cerrara la brecha laboral entre los inmigrantes en edad productiva y los nativos de la misma edad, género y nivel educativo, pues su contribución fiscal neta aumentaría en un tercio de un punto porcentual del PIB en alrededor de 30% de los países miembros.
En relación con el argumento de que los migrantes representan una carga social para los países receptores, en su escrito ¿Son los migrantes una carga pública? Medidas antinmingrantes y deportabilidad en los Estados Unidos, Enrique Camacho Beltrán y Karla A. Valenzuela Moreno dicen que depende “de la edad, el estatus económico, miembros de la familia, salud, entre otras características migratorias. Entre las posibles cargas que se pueden generar, se encuentran la educación y cuidado de la salud en emergencias. Asimismo, durante depresiones económicas los migrantes pueden generar una presión en los mercados laborales. Sin embargo, la inmigración en Estados Unidos [por ejemplo] ha traído más beneficios que costos al país”.
En relación con los argumentos de imán de bienestar y de dependencia del bienestar en los países de la OCDE, Corrado Guiletti en su escrito titulado The welfare magnet hypothesis and the welfare take-ups of migrants: Welfare benefits are not a key determinant of migration, que puede traducirse como la hipótesis de la asistencia social y su aceptación por parte de los migrantes: las prestaciones sociales no son un determinante clave en la migración, afirma que en los últimos 30 años el gasto en programas sociales ha aumentado considerablemente alcanzando una cuarta parte del producto interno bruto (PIB), al tiempo que los flujos migratorios hacia esos países prácticamente se han duplicado.
En Europa, la situación varía de un país a otro, pero el estudio de Corrado Guiletti señala que hay una infrarrepresentación de migrantes entre los beneficiarios de la asistencia social en varios países que puede atribuirse principalmente a deficiencias informativas y lingüísticas, normas culturales y discriminación. Además, la existencia de criterios de elegibilidad como un mínimo de años de cotización laboral y requisitos de residencia parece reducir la utilización de la asistencia social por parte de los migrantes y, pese a su menor utilización, tanto los inmigrantes de la Unión Europea como los de fuera de la Unión Europea, se enfrentaban a un mayor riesgo de pobreza que los nacionales en todos los países estudiados, con ingresos inferiores al 60% de la media por hogar.
Por su parte, Manu Mediavilla dice en su artículo Mentiras y verdades a medias sobre las personas migrantes: “La experiencia migratoria hace que la población llegada de otros países, sobre todo de fuera de la UE, sea habitualmente joven y con buena salud para poder afrontar los retos laborales y de integración. En cuanto al mayor uso de las urgencias hospitalarias por inmigrantes, es solo una verdad a medias”, pues, por ejemplo, “el coste de las urgencias utilizadas por personas inmigrantes es inferior al de las nativas. En total, la población extranjera supone el 6,5% del gasto sanitario, tres puntos menos que su porcentaje poblacional”.
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