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Ángel del pino verde

En algún lugar el querube -Ángel de pino verde- lloraba al unísono con mi ser. Lo juro. No es que haya perdido la razón.

El viajero de nuestra historia concluye a solas lo vivido en la cabaña de la cumbre: “Escuché a un ángel llorar, talvez en el aire, en el armario o en lo más profundo de mi nostalgia. ´Fantasmías´ le llamo a esos engaños del corazón que son nuestras fantasías. Se han perdido las llaves del armario y de mi dulce anhelo. En algún lugar el querube -Ángel de pino verde- lloraba al unísono con mi ser. Lo juro. No es que haya perdido la razón. Es la razón quien suele perdernos en la vida. He quedado lleno de una dicha repentina al haber encontrado a esa mensajera del romance que el susurro del viento nombró “Belle”. Aunque nunca llegué a saberlo, pues no me atreví a preguntarlo ni pronunciar una promesa. ¿Por qué? dirán. Bueno, ha de saberlo el silencio… Como dije antes, la misteriosa viajera de alas de celofán -que encontré en la Fiesta de los Faroles- tenía el rostro de mi ilusión y llevaba lirios en su cabellera. No estoy imaginando la felicidad. Nada más nuevamente ilusionado como un adolescente que descubre la repentina luz de un romance. Aunque sepa que ella seguramente se irá de paso y al hacerlo volverá a sangrar un verso en mi diario de viaje. Al final, después de todo, habrá valido la pena ver el vuelo del ángel y las calles iluminadas de fe y esperanza aquel siete de septiembre. Allá cuando el pueblo aquel celebraba el natalicio de María” y la promesa de un mundo mejor. (XIV) De: “La Selva Umbría que Aprendió a Volar” ® de C.B.

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