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Los suplementos del mes de la patria

Del café nacieron la banca, el comercio, la industria y nuevas formas de progreso y desarrollo.

El suplemento de EDH del 14/09/2025, basado en el “poema” de Roque Dalton, opino que careció del necesario balance al retratar solamente lo feo de nuestra realidad. Existen obras de otros poetas que estimulan nuestro patriotismo y responsabilidad ciudadana, dejando un mensaje positivo. David Escobar Galindo, por ejemplo, tiene bellas poesías mostrando lo mejor del salvadoreño. Me hubiera encantado ver también publicada alguna de ellas.

 Disfruté el suplemento referente a la caficultura (21/09/2025). Me sorprendió el final del artículo que asegura que las “fichas”, usadas en las fincas cuando no había moneda nacional, fueran una de las causas que llevaron al sector cafetalero a la crisis actual, “al desatar una guerra cuyas consecuencias se siguen sufriendo, casi cincuenta años después”. No deseo polemizar, solamente señalar que esa aseveración me parece injusta y no explica las causas de semejante tragedia.

 Las utilidades provenientes del café no sólo promovieron carreras automovilísticas, equipos de fútbol, viajes y lujos; los salarios pagados sirvieron para que infinidad de familias campesinas pudieron enviar a sus hijos a estudiar a las ciudades y, posteriormente, a institutos técnicos y a universidades, graduándose como orgullosos profesionales.

 Del café nacieron la banca, el comercio, la industria y nuevas formas de progreso y desarrollo. La leyenda negra, por lo visto, continúa castigando a los cafetaleros, sin reconocer todo el aporte que han dado a nuestro país. La caficultura no es nada fácil. Ahora, que las fincas de café están hechas y nuevos ricos las adquieren, creyendo adquirir con ellas clase y estatus, parece tarea sencilla. Pero iniciarlas, fue trabajo de titanes.

 Mi bisabuelo, Narciso Avilés, y los demás caficultores que junto a sus trabajadores iniciaron ese cultivo, tuvieron que conquistar el volcán de Santa Ana, terracear, diseñar cómo sembrar, definir los árboles de sombra, excavar las “cargaguas” para detener la velocidad de las correntías que erosionan la tierra y, a la vez, recogen agua para la época seca, manteniendo así la humedad del suelo, etc. Además, instalaron variados recolectores de lluvia para tener agua durante el verano.

 Muchos creen que las fincas se trabajan sólo durante la cosecha, siendo que el cultivo exige cuidados todo el año. La poda de mantenimiento y la de sombra, la resiembra, la limpia de malezas que quitan alimento al arbusto, el control de plagas, la fertilización y un mundo de tareas que determinan el que haya una cosecha sana y abundante. De ella depende, en última, última instancia, el caficultor: primero debe pagar salarios y todo lo mencionado anteriormente y, si algo queda, eso es suyo. Y no al revés.

Eché en falta, en ese suplemento, la referencia a la variedad Pacas, netamente salvadoreña. Esta variedad fue descubierta por mi abuelo, Fernando Alberto Pacas Figueroa, en su finca San Rafael, y declarada una nueva variedad por la Universidad de Florida, cerca de 1956. Para mí es un orgullo que varios de mis primos siguen dedicados a este rubro, exportando sus propias marcas, empacadas y listas para saborearlas, garantizando un café de primera, desde la semilla a la taza, llegando a Estados Unidos, países europeos, Rusia, Australia y otros. Y, como lo hicieron sus antepasadas, muchas mujeres también están dedicadas a la caficultura. Porque el café no es solamente un cultivo o un negocio: es una pasión.

Ojalá que esta pasión heredada continúe desarrollándose, modernamente, para beneficio de nuestro país.

María Alicia de López Andreu

Empresaria

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