El 48.9% de los niños menores de 7 años dedicaron más de 7 horas al día en internet, según datos de la Encuesta Nacional de Salud Mental en 2022; sin embargo, los especialistas sostienen que en la actualidad estas cifras han incrementado.
El 48.9% de los niños menores de 7 años dedicaron más de 7 horas al día en internet, según datos de la Encuesta Nacional de Salud Mental en 2022; sin embargo, los especialistas sostienen que en la actualidad estas cifras han incrementado.
La adicción a las pantallas digitales dejó de ser un tema aislado y ahora se reconoce como un problema de salud pública, así lo advirtió la psiquiatra, Xenia Durán, argumentando que el uso excesivo de celulares, tablets y videojuegos está generando alteraciones profundas en el desarrollo de la niñez y adolescencia salvadoreña.
“Es un problema con cambios neurobiológicos importantes, sobre todo en este sistema de recompensa. Interfiere en el lenguaje, en la autoestima, en la conducta y en el control emocional. Conforme va pasando la edad y el desarrollo, podemos tener mayores secuelas”, señaló la especialista en atención infantil y adolescencia.
Según datos publicados a través de la Encuesta Nacional de Salud Mental (ENSM 2022), se midió el tiempo promedio que los menores de edad tenían acceso libre a internet para utilizar redes sociales, destacando que el 48.9% de los entre tres y siete años tienen acceso a internet durante siete o más horas al día. El 34% de los adolescentes mantenían un patrón similar al pasar siete o más horas en las diferentes plataformas de internet.
Investigadores señalaron que sólo el 13.9% de la población entre los 13 a 17 años se encuentra en riesgo de medio o alto a desarrollar adicción a las plataformas digitales, según la “Escala de riesgo de adicción a las redes sociales e internet (ERA_RSI)”.
“Si bien la tecnología junto a las redes sociales ha abierto caminos para que las personas accedan a información, encuentren ayuda y apoyo, existen riesgos significativos asociados con su uso creciente”, explicó Xenia Durán a través del taller “Adicción a las pantallas y salud emocional” impartido durante el Segundo Congreso de Salud Mental desarrollado en San Salvador.
La experta en salud mental considera que es necesaria una actualización de los datos debido a que los casos observados expresan un incremento del problema.
La especialista subrayó que los efectos de la exposición prolongada varían según la edad. En la primera infancia, de cero a cinco años, los niños pueden presentar problemas para desarrollar el lenguaje, dejar de hablar o limitarse a señalar los objetos que desean debido a la sobreestimulación de luces y sonidos.
“En etapas tempranas podemos tener afectaciones relacionadas con el lenguaje y la autorregulación”, detalló Durán.
Mientras en la etapa escolar, el problema se asocia con la necesidad de obtener gratificación constante. “Queremos más videojuegos, más cosas. Perdemos el interés por actividades al aire libre, se afecta el sueño, la alimentación y la forma en cómo interactuamos”, comentó.
Para la adolescencia, los riesgos se multiplican con la presión social, la exposición a modas poco saludables y la aparición de conductas de imitación o autolesivas. “Se ponen en riesgo muchísimas cosas”, apuntó la experta argumentando que el problema más frecuente observado en los adolescentes se encuentra en la comparación de sus vidas con figuras de internet.
Un menor con problemas de adicción a las pantallas tiene un patrón de conducta que no solo refleja un comportamiento abusivo, sino un proceso adictivo con las mismas características de cualquier otra dependencia.
La especialista comparó el uso excesivo de pantallas con otras adicciones reconocidas a nivel clínico. “Existen adicciones químicas al alcohol, cannabis, opio o heroína y adicciones no químicas como las compras, pornografía, los juegos de azar y las pantallas. Existe una recompensa por estas a nivel cerebral, cada vez necesitamos más. Aumenta la tolerancia, el uso excesivo, la conducta dañina, la abstinencia si no tenemos esta pantalla”, explicó.
En la actualidad es frecuente observar a menores de cinco años utilizando pantallas en parques o sitios turísticos sin interactuar directamente con su entorno, debido a que estos se han convertido en una especie de “niñeras electrónicas”.
La especialista responsabilizó a los padres por la entrega temprana de dispositivos electrónicos a los hijos sin dimensionar los riesgos. “Personalmente responsabilizó a los papás porque no dimensionan el riesgo que representa esto. Se convirtió en la niñera electrónica: es para que coma, para que esté quieto, para que esté entretenido”, dijo Durán.
Esa práctica, según la psiquiatra, no solo refuerza la dependencia, sino que vuelve más difícil establecer límites a medida que los niños crecen.
Aunque en la actualidad existen múltiples alternativas accesibles como juegos de mesa, material de lectura o actividades deportivas, el proceso de adaptación de un menor con adicción no es sencillo.
“Son de 15 a 30 días duros para acoplarnos, pero si lo hacemos bien vamos a reajustar este cerebrito”, asegurando que el proceso requiere del compromiso completo de los padres o cuidadores para supervisar que el menor no tenga acceso a los dispositivos electrónicos que ha desarrollado dependencia.
Para la experta no intervenir a tiempo puede tener consecuencias severas. “Este menor va a tener problemas de memoria, problemas de atención, de autorregulación, de conducta, patrones irregulares de sueño”, entre otras conductas señaló la psiquiatra.
A su juicio, los efectos ya no se limitan a la población infantil y adolescente. “Esto se está volviendo algo generalizado, un problema de salud pública. Cada vez va teniendo más redes y más cosas”, explicando que los adultos están replicando un comportamiento similar.
La especialista en atención psiquiátrica infantil y adolescente concluyó que el primer paso para ayudar a un menor es tener autocrítica en los adultos, quienes muchas veces reproducen los mismos hábitos que cuestionan en sus hijos.
“Primero tienes que tener esa autocrítica y ese deseo de cambio. Es considerar que es una inversión para tu cerebro, para tu futuro, para tu salud mental, tu salud emocional y tu salud familiar”.
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