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Estados Unidos – Venezuela: ¿La hora de la verdad? 

La actual ofensiva contra el narcotráfico en América Latina tiene un rostro político: Nicolás Maduro.

Despliegue Militar- Estados Unidos- Caribe

En el tablero global, las redes sociales —incluidas las de instituciones oficiales como el propio Pentágono— muestran que la guerra de la información y de las imágenes es hoy tan intensa como la que se libra en el terreno. Desde mediados de agosto de 2025, Estados Unidos ha desplegado fuerzas militares en la región del Caribe con el objetivo de emprender una ofensiva contra el narcotráfico. Esta estrategia no se limita al ámbito militar: meses antes, Washington había reforzado el marco jurídico al designar a los principales carteles de la droga como “organizaciones terroristas extranjeras”.

El 2 de febrero de 2025, pocos días después de la toma de posesión de Donald Trump, el secretario de Estado, Marco Rubio, oficializó una lista de actores que incluye al “Tren de Aragua” (Venezuela), la “Mara Salvatrucha” (El Salvador), y a los carteles mexicanos de Jalisco Nueva Generación, Sinaloa, Nueva Familia Michoacana, Cárteles Unidos y del Noreste. También se añadieron el “Cártel del Golfo” en Colombia. Para la Casa Blanca, esta “primera etapa” representa una prioridad en materia de seguridad nacional, con implicaciones económicas y sociales de gran alcance.

La ofensiva estadounidense coincide con una realidad inquietante: desde la pandemia de la Covid-19, la producción y el tráfico de drogas —en particular cocaína y sintéticos— se expandieron. Mientras los Estados latinoamericanos centraban sus recursos en la crisis sanitaria, las organizaciones criminales aprovecharon para reestructurar sus redes en el plano geográfico, comercial y financiero.

Colombia, Perú, Venezuela y Bolivia reforzaron sus operaciones, mientras que Ecuador se convirtió en un punto clave de salida hacia el Pacífico. Paralelamente, Venezuela se consolidó como plataforma para envíos a través del Caribe, y nuevas rutas hacia Europa pasaron por los Balcanes y África. En este entramado, la alianza del régimen de Nicolás Maduro con Irán abrió la puerta a que Hezbollah operara como intermediario, facilitando tráfico de armas y recursos.

Ataque EEUU embarcación narcotraficantes Caribe
Captura de video tomado de la red social Truth Social de la cuenta @realDonaldTrump del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, donde se ve una embarcación en el mar Caribe. Trump informó este viernes que el Ejército realizó un nuevo ataque cinético «letal» contra un «barco afiliado a una organización terrorista». Foto EFE/ @realdonaldtrump

El fantasma de los años 80

El tema del narcotráfico ha vuelto al centro de la agenda internacional con una fuerza que recuerda la década de 1980. Los ecos del cartel de Medellín y de Pablo Escobar, los hermanos Orejuela en Cali, la Nicaragua de la Contra o el Panamá de Manuel Noriega son inevitables. En aquel entonces, la caída del sistema bipolar tras 1989 coincidió con la Operación “Just Cause” de Estados Unidos, que en 1989 derrocó a Noriega con 28,000 soldados y un amplio despliegue aéreo.

Hoy la pregunta se repite: ¿es Venezuela el nuevo escenario de una intervención similar?

Maduro, ¿nuevo Noriega o nuevo Assad?

La actual ofensiva contra el narcotráfico en América Latina tiene un rostro político: Nicolás Maduro. Para Washington, su vínculo con el narcotráfico lo convierte en un objetivo central. El Departamento de Justicia, la DEA y el Departamento de Estado ofrecen hasta 50 millones de dólares por información que conduzca a su captura.

El llamado “Cartel de los Soles”, del que formarían parte figuras como Diosdado Cabello, constituye más que una red criminal: es un sistema de protección y de decisiones en el corazón mismo del régimen bolivariano. Frente a ello, Maduro responde con la retórica de la “liberación” y del “asedio externo”, mientras su país sufre una de las crisis más profundas de la región: seis millones de venezolanos han emigrado desde 2016, el PIB se desplomó un 80% entre 2013 y 2023, y pese a poseer las mayores reservas de crudo del planeta, Venezuela sigue sumida en el colapso económico.

La reciente disputa por el Esequibo con Guyana, bajo el pretexto histórico de la soberanía, se inserta en esta misma lógica: desviar la atención interna mediante tensiones externas y apoyarse en aliados como Rusia y China para sobrevivir.

Militarización del Caribe

La respuesta de Estados Unidos no deja dudas: un despliegue militar inédito en la región que incluye cazas F-35, aviones MV-22 Osprey, submarinos de propulsión nuclear, buques de guerra y helicópteros Seahawks y Super Stallion. Desde Panamá hasta Puerto Rico, pasando por Haití y las costas venezolanas, la militarización del Caribe es hoy un hecho. Caracas, por su parte, respondió con la operación “Caribe Soberano 200”, que incluyó maniobras militares en la isla de La Orchila.

La apuesta de Washington parece ser doble: mantener la presión militar durante meses y fomentar divisiones internas en el chavismo, con la esperanza de que una traición desde dentro precipite la caída de Maduro.

Escenarios posibles

¿Será Maduro el nuevo Noriega, capturado en 1989, o el nuevo Saddam Hussein, abatido tras la invasión de Irak en 2003? Tal vez el escenario se parezca más al de Bashar al Assad en Siria: un líder que, pese a las sanciones y el aislamiento, logró sostenerse en el poder a base de clientelismo, represión y tráfico ilícito de recursos.

La gran incógnita es si esta estrategia logrará desmantelar la estructura criminal incrustada en el Estado venezolano o si, por el contrario, abrirá una nueva etapa de conflictos regionales. Lo cierto es que América Latina, atrapada entre tensiones globales, vuelve a convertirse en un teatro de confrontaciones donde narcotráfico y geopolítica se entrelazan de manera inseparable.

 Pascal Drouhaud

Politólogo francés y especialista en temas internacionales

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