Los motores de búsqueda, las redes sociales, los sistemas que nos recomiendan qué ver en línea, no nos muestran nada al azar.
Los motores de búsqueda, las redes sociales, los sistemas que nos recomiendan qué ver en línea, no nos muestran nada al azar.
Ya se sabe que en estos dorados tiempos, quizá más que nunca, tener información es sinónimo de tener poder. De hecho, Internet mediante, nunca ha habido tanta información disponible como en nuestros días, al mismo tiempo que, paradójicamente, distinguir lo verdadero de lo falso, lo auténtico de lo aparente o incluso de lo ilusorio, es hoy día verdaderamente complicado.
En el mundo cibernético no solo consumimos noticias, entretenimiento, cultura, contenidos de todo tipo, sino que, debido a la dinámica propia de este modo de comunicación, de alguna forma -más, mucho más de lo que nos imaginamos- somos moldeados por la información que consumimos.
Algoritmos, inteligencias artificiales, cuentas de Google o Microsoft, software controlado por personas e instituciones que ni siquiera nos imaginamos… saben de nosotros más que nosotros mismos.
Los motores de búsqueda, las redes sociales, los sistemas que nos recomiendan qué ver en línea, no nos muestran nada al azar. Ponen a nuestra disposición, según sus intrincados procedimientos, lo que “ellos” piensan que queremos ver. Cada click, cada “me gusta”, cada búsqueda, cada tecla que oprimimos, e incluso el tiempo en que nos detenemos en cada página web, dejan huella en servidores y archivos a miles de kilómetros (físicamente hablando) de donde nos encontramos, pero cerca, mucho más cerca de lo que nos imaginamos de los perfiles y patrones que esos mismos servidores tienen de nosotros.
Este hecho tiene dos caras: por un lado “ahorramos” tiempo, esfuerzo y pensamiento pues disfrutamos en el ciber espacio de una experiencia personalizada, a medida propia. Pero por otro, esa “burbuja” digital, esa cómoda jaula de oro en la que voluntaria e inconscientemente nos metemos, limita nuestra capacidad de contrastar lo que nos muestran los algoritmos con “otras” perspectivas con “otras” realidades… Vivir en una parcela muy reducida de la realidad es cómodo, sí, pero peligroso en relación con nuestra capacidad de tomar decisiones, de hacer nuestras decisiones de vida, nuestras elecciones de consumo o de escogencia, e incluso valoración, de los dirigentes políticos que gobiernan donde vivimos.
Radicalmente podríamos preguntarnos: si la realidad a la que accedemos está mediada por agentes fuera de nuestro control, extranjeros del mundo en que vivimos nuestra vida real ¿qué tan libres somos? Pues, ya se dijo hace un par de milenios: “la verdad nos hace libres”… Entonces, si lo que creemos que es verdad no lo es, si es apariencia, media verdad o verdad mediada, si es verosimilitud pero no realidad, nuestra libertad termina por ser, consecuentemente, una ilusión.
A lo dicho se suma un desafío nuevo: el auge de la inteligencia artificial generativa. Hoy día es posible fabricar imágenes, audios y videos falsos con tal realismo que resultan casi imposibles de distinguir de los auténticos. Los deep fakes y los textos creados por IA han terminado por borrar la línea entre lo real y lo fabricado.
En mayo recién pasado, millones se conmovieron con “Ernesto”, la historia de un carpintero de 54 años que parecía presentarse en un concurso televisivo. Con jueces, presentadores y público llorando, todo parecía auténtico. Luego se descubrió que había sido generado con inteligencia artificial y técnicas de deepfake por un canal llamado AGTverseai. Por poner uno entre miles de ejemplos que podrían citarse.
En un escenario como el descrito, entonces, formarnos un criterio propio, ser capaces de acceder a la realidad sin que la “realidad” (mediada, adecuada a nosotros por inteligencias que se escapan de nuestro alcance) nos forme a su imagen y semejanza… es un lujo al alcance de pocos.
¿“La vida es sueño”… o “El gran teatro del mundo”? Qué más da. Parecería que ya en el siglo de oro castellano Calderón de la Barca sabía que cuando las cosas no son lo que parecen o cuando parecen lo que no son, es cuando nos sentimos no solo cómodos, sino también “libres” (sin serlo).
Ingeniero
La realidad en tus manos
Fundado en 1936 por Napoleón Viera Altamirano y Mercedes Madriz de Altamirano.
Facebook-f Instagram X-twitter11 Calle Oriente y Avenida Cuscatancingo No 271 San Salvador, El Salvador Tel.: (503) 2231-7777 Fax: (503) 2231-7869 (1 Cuadra al Norte de Alcaldía de San Salvador)
2025 – Todos los derechos reservados