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Epílogo: Ni Ángel ni Demonio; Sólo una Máscara Más

Al final, todos somos actores y autores del drama, el romance y la tragedia humana.

Ni ángel ni demonio; sólo una máscara más del carnaval. Ese fue el personaje de esta historia. Al igual que el cronista que la escribe y de aquellos que la habrán leído. Al final, todos somos actores y autores del drama, el romance y la tragedia humana. Allá en la escena, donde muchos habremos perdido nuestro verdadero rostro tras el mascarón, engañando a la vida y a la audiencia -o en último caso- a nosotros mismos. Drama de quien nunca llegó a conocerse hasta desenmascarar al ángel interior. Cualquier similitud o coincidencia con personas reales, es pura casualidad o causalidad del destino. El mismo Hado inmemorial que nos da, nos roba o nos devuelve la faz y la risa que alguna vez perdimos. Como en el caso de Mascarada “La máscara que reía.” Aquella que robó al actor enmascarado su gloria y reír en el escenario del mundo. “Reír” que -como dije antes- también es “volver a ir” al “carnevale” y perdernos entre la multitud enmascarada, buscando la felicidad pagana de nosotros los infieles. Allá en el “miércoles de ceniza” litúrgico de la tradición, donde al final todo queda en cenizas -que es de lo que somos hechos- y hacia dónde vamos. Con una la cruz en la frente y el eterno reír que nos dibujó el Creador del universo y del mismo carnaval. Si al verte ante el espejo no encuentras tu risa, ve a buscarla un día después del festival y de la vida. (y LII) de: “La Máscara que Reía.” ©

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