Jacqueline y Gloria: Historias de lucha, estudio y superación en el campo salvadoreño
Jacqueline y Gloria, mujeres rurales salvadoreñas, aprendieron labores agrícolas desde niñas. Participaron en proyectos de huertos caseros. A pesar de las dificultades, buscan oportunidades en el extranjero para mejorar sus ingresos y construir un futuro para sus hijos, demostrando resiliencia y emprendimiento.
agosto 23 | 08:08
Por Insy Mendoza
Jacqueline y Gloria, de 27 y 31 años, desde su niñez aprendieron las tareas de la chapoda y el cultivo de granos básicos junto a sus padres; ellas aseguran que, en las comunidades rurales, la mayoría de las mujeres colaboran en las labores agrícolas.
Ambas viven en la colonia y caserío El Havillal, del cantón El Ciprés, en el distrito de Conchagua, municipio de La Unión Sur. Además, participaron en un proyecto de producción de huertos caseros y sistemas de riego, desarrollado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), en el contexto de la emergencia por el COVID-19.
«En el campo no solo nos dedicamos a cuidar a nuestros hijos o a las tareas del hogar; si hay que salir a trabajar, a limpiar o a cultivar con la familia para el sustento, lo hacemos«, agregó Jacqueline Andrade Sorto.
Jacqueline es madre soltera, tiene dos hijos, uno de 6 años y otro de 1 año y 4 meses, y vive en casa de sus padres.
Con esfuerzo, y compatibilizando con el cuidado de sus hijos, logró encontrar tiempo para estudiar los sábados y, a duras penas, completó el primer año de bachillerato a través de un programa. Viajó todos los sábados a la ciudad de Conchagua, durante seis meses, y logró incorporarse al último año del programa.
Andrade Sorto fue una de las numerosas mujeres beneficiadas con el proyecto de hortalizas. En la mayoría de los grupos, las mujeres fueron las que más se involucraron. El año pasado estuvieron produciendo chile, tomate, rábano, cilantro y pepino; parte de la producción la vendían y otra la destinaban al consumo en el hogar.
«Si hay que trabajar la tierra con mi padre, lo hacemos, pero recientemente puse una pequeña venta de golosinas con la ayuda de uno de mis hermanos que vive en los Estados Unidos, para generar, aunque sea, un ingreso mínimo. En la zona rural no hay oportunidades de buenos ingresos económicos ni fuentes de trabajo, por eso quiero buscar un permiso de trabajo para viajar al extranjero, porque estoy por terminar la construcción de la casita que será para mis hijos«, dijo Jacqueline.
La madre soltera lleva alrededor de dos años construyendo una casa de concreto. Explica que con lo poco que consigue de dinero lo ahorra para invertirlo en la construcción de la casa, a la que le falta el piso, la instalación del sistema eléctrico, los servicios sanitarios y la cocina.
«Por eso quiero encontrar la oportunidad de viajar con visa de trabajo al extranjero; ya he llenado solicitudes en línea, pero no hemos tenido ninguna respuesta», explicó.
Gloria López Viera, también cursó hasta el primer año de bachillerato. Es madre de un niño de 9 años, y su compañero de vida trabaja en una empresa privada. Ella dice que, en las comunidades rurales, las mujeres salen a trabajar la tierra.
«Cuando era pequeña, mi papá emigró a Estados Unidos; mi mamá me llevaba a limpiar la tierra, a sembrar y a abonar. Le agradezco que nos enseñó un oficio para la vida», dijo Gloria López Viera.
Gloria, conmovida, manifiesta que, en su comunidad, en el proyecto de los huertos, las mujeres son la mayoría de las participantes.
«Las mujeres en las zonas rurales también nos preocupamos por generar un ingreso económico extra para ayudar en la economía; por ese motivo, estoy interesada en encontrar una oportunidad para viajar al extranjero para trabajar y tener otro ingreso que nos ayude a construir una casita para nuestro hijo».
De acuerdo con algunas organizaciones no gubernamentales, que llevan décadas trabajando con diferentes programas y proyectos en las comunidades rurales del país, son las mujeres las que más se involucran en las tareas de las organizaciones comunales, en las directivas, en las reuniones y, por supuesto, las que muestran mayor interés en incorporarse a los proyectos.
Rubén Quintanilla, director de la Fundación Salvadoreña para la Promoción Social y el Desarrollo Económico (FUNSALPRODESE), explicó que el rol de la mujer siempre ha sido muy activo, y lo que sucede es que, históricamente, el trabajo que realizan en la agricultura ha sido invisibilizado.
FUNSALPRODESE desarrolla un proyecto desde hace cuatro años en los distritos de San Dionisio, Ereguayquín, Puerto El Triunfo, Jiquilisco, Jucuarán, Alegría, Berlín, Mercedes Umaña y Santiago de María, departamento de Usulután, enfocado en los Derechos de la Mujer. Este proyecto consiste en capacitaciones para que vean el valor que tienen en la sociedad. Además, les proporcionaron capital semilla para emprendimientos o ideas de negocio.
«Se les capacitó para que vieran el valor que tienen en la sociedad, se les dio un fondo semilla y fueron ellas las que decidieron qué querían hacer: un grupo optó por la fabricación de zapatos, otras por la ganadería, otras por la producción de hortalizas; y así están generando ingresos, están vendiendo todo lo que producen, incluso, hasta sus maridos o esposos llegan a ayudarles», agregó Quintanilla.