Light
Dark

¿Participar en las elecciones de 2027?

El panorama de cara a 2027 no es alentador. Hablamos de una autoridad electoral anuente al Ejecutivo.

Es la pregunta que se hacen muchas personas, y principalmente los partidos de oposición, de cara al evento electoral de 2027. Daré mi opinión desde lo que dice la teoría sobre casos como El Salvador, con régimen autoritario y partido hegemónico. Vamos por partes.

En primer lugar, hablemos de las elecciones presidenciales. Dejando a un lado la inconstitucionalidad de la reelección validada por la ilegítima Sala de lo Constitucional en 2021, y que permitió la reelección en 2024, las reformas a la Constitución aprobadas este año vuelven, todavía más, irregular la elección de 2027. Tanto la reelección indefinida, como la reducción del mandato inconstitucional actual y su ampliación a seis años riñen expresamente con el espíritu de la carta magna. Esto de acuerdo con Lindberg (2009) (i), bastaría para evitar participar, pero también hay otras razones técnicas.

Desde hace algunos años, se acuñó el término integridad electoral, que refiere a cierto número de criterios que una elección debe seguir para considerarla libre, justa y confiable. Hablamos de transparencia, imparcialidad, accesibilidad, seguridad, confianza pública, entre otros elementos a cumplir a lo largo de todo el proceso electoral. Es decir, desde que inicia a correr el calendario electoral, hasta que se declaran a los ganadores.

En El Salvador, la integridad electoral fue puesta en entredicho en las elecciones de 2024 (ii). Índices como el Reporte de Integridad Electoral Global de 2025, sitúan a El Salvador en lo más bajo de la tabla a nivel de la región, apenas por encima de Nicaragua y Venezuela (iii).

El panorama de cara a 2027 no es alentador. Hablamos de una autoridad electoral anuente al Ejecutivo, que incluso a año y medio de la elección no rinde cuentas de los elementos electorales más básicos en su portal de transparencia (iv), no publica el estado del Registro Electoral, ni tampoco ejerce su función fiscalizadora de las finanzas de los partidos políticos. Por tanto, solo cabe esperar que en los meses venideros se profundice en su opacidad y parcialidad.

Lo anterior puede constatarse, desde ya, en el uso de fondos públicos con evidentes intenciones de propaganda electoral y en el llamado continuo a la reelección por parte de funcionarios, todo lo cual ocurre bajo la mirada cómplice de la autoridad electoral, que no actúa de oficio para detener las violaciones a la ley.

Entonces, por tratarse de una elección inconstitucional y que no cumple los criterios de integridad electoral, la teoría indica que, al no existir mínimas garantías para unas elecciones justas, los partidos de oposición deberían considerar seriamente su participación en dichos comicios, pues hacerlo solo validaría o legitimaría al régimen, según Marovic (2007) (v).

Alguno podría pensar que esto obedece realmente a que los números no le son favorables en este momento a ningún partido de oposición y por ello esta postura. No es así. De hecho, incluso si hubiera uno o dos partidos que tuvieran oportunidad real de disputar la presidencia, la experiencia comparada indica que su participación es instrumentalizada en favor del régimen, pues difícilmente solo a través de las urnas se puede salir de un régimen autoritario, debido a los fraudes (vi). Ahí tenemos casos como la Venezuela de Maduro; el Perú de Fujimori; y la Nicaragua de Ortega, donde los fraudes electorales han impedido cualquier tipo de transición, a pesar de que participaron partidos con posibilidades reales de ganar.

Además, existen ejemplos de no participación como denuncia ante la ilegitimidad de los comicios que sustentan esta postura: Perú en 2000 y Venezuela en 2018. O bien, El Salvador mismo en 1976, cuando debido al fraude evidente, la oposición no participó y todos los escaños legislativos los obtuvo el PCN (vii).

En segundo lugar, hablemos de la elección para diputaciones. Aunque el panorama es similar en tanto son las mismas reglas torcidas para consolidar un régimen de partido hegemónico y, probablemente, ir a uno de partido único, la teoría muestra esta elección como una salida a los regímenes autoritarios. Veamos por qué.

De acuerdo con diversos especialistas, los regímenes hegemónicos suelen resquebrajarse a partir de factores internos y externos. Entre los primeros están las pugnas internas de la élite dominante, originadas debido a desacuerdos sobre políticas públicas y la exclusión de facciones en cuanto al acceso al poder y a los recursos. Esto lleva a estos grupos a negociar con la oposición, en la búsqueda de una apertura controlada (viii). A esto se le conoce como “transición por transacción” (ix). Luego, estas fisuras son amplificadas por las masas y las organizaciones de la sociedad civil, dando paso a la apertura democrática. 

Otros factores internos incluyen la crisis económica y la pérdida de legitimidad, que aumentan la presión social y fortalecen a los partidos de oposición. Sobre los factores externos, basta mencionar que se refiere a sanciones económicas, condenas diplomáticas y el apoyo directo a los partidos de oposición y a las organizaciones de la sociedad civil (de ahí el afán del régimen por proscribirlas o quitarles el 30%).

Entonces, si la teoría dice que una de las formas en que estos regímenes colapsan es a partir de pugnas internas por acceso al poder, es evidente que para ello se necesita que exista competencia por este. Y dicha competencia debe ocurrir no solo al interior del partido hegemónico, sino en la arena electoral. De hecho, Levitsky y Way (2010) argumentan que la capacidad de un régimen para mantenerse en el poder depende de su control sobre cuatro arenas clave: el sistema electoral, el poder legislativo, el poder judicial y los medios de comunicación. De estos elementos, pareciera que los partidos de oposición están en condiciones de disputar el segundo, pese a las posibilidades de fraude electoral o la carencia de integridad electoral; y el último, a partir de la función que hacen medios independientes exponiendo la corrupción y los abusos del régimen (x).

De ahí que sea lógico participar en la elección legislativa, tanto para evidenciar un eventual fraude o carencia de integridad electoral, como para que resulten electos representantes de la oposición que, además de su papel legislativo probablemente reducido, puedan negociar cambios en el sistema electoral, es decir, en la primera de las cuatro arenas. Esto ocurriría con esos diputados oficialistas que la teoría califica como soft-liners, que son los que no se ponen de acuerdo con los hard-liners (conocidos también como palomas y halcones respectivamente en la teoría) y que optan por una liberalización controlada.

Por supuesto, esto requiere que la oposición obtenga los votos que les permita acceder a los escaños legislativos. Pero ese ya es tema para otro artículo. Solo basta acotar que los partidos actuales deben realizar una verdadera reestructuración, o crear nuevos (antes de que finalice el año debido a los tiempos electorales), si realmente quieren recibir la simpatía de la población.

Malcolm Cartagena / Máster en Derecho Electoral

Citas:

i Lindberg, S.I. (2009). Democratization by Elections: a new mode of transition. https://www.cambridge.org/core/journals/journal-of-modern-african-studies/article/abs/democratization-by-elections-a-new-mode-of-transition-edited-by-staffan-lindberg-baltimore-md-johns-hopkins-university-press-2009-pp-406-1550-pbk/4AD97D1F9EAF2F5DF71CBBFFA6751B26

ii WOLA (2024). https://www.wola.org/es/2024/02/las-irregularidades-en-el-proceso-electoral-salvadoreno-no-pueden-ser-ignoradas/

III Electoral Integrity Project (2025). https://static1.squarespace.com/static/58533f31bebafbe99c85dc9b/t/6865bb40b26a3710e59a2310/1751497539650/Year+in+Elections+PEI+11+Report+FINAL.pdf

iv Acción Ciudadana (2025). Segundo Monitoreo de transparencia activa al TSE. https://accion-ciudadana.org/noticia-accion-ciudadana-presenta-el-segundo-monitoreo-de-transparencia-activa-al-tribunal-supremo-electoral/

v Marovic, I. (2007). A Guide to Effective Nonviolent Struggle. https://canvasopedia.org/wp-content/uploads/2020/12/CANVAS-Core-Curriculum_EN-compressed_compressed-compressed.pdf

vi Conaghan, Catherine M. (2005). Fujimori’s Peru: deception in the public sphere. https://archive.org/details/fujimorisperudec0000cona/page/n9/mode/2up

vii Haggarty, Richard (1988). El Salvador: A country study. https://countrystudies.us/el-salvador/12.htm

viii The Nested Game of Democratization by Elections. https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/0192512102023001006

ix Transitions To Democracy and Democratic Consolidation: Theoretical and Comparative Issues https://kellogg.nd.edu/sites/default/files/old_files/documents/130_0.pdf

x Levitsky, S., & Way, L. A. (2010). Competitive Authoritarianism: Hybrid Regimes After the Cold War. https://fsi-live.s3.us-west-1.amazonaws.com/s3fs-public/evnts/media/Levitsky-Way-Stanford.pdf

Patrocinado por Taboola