Sandra Georgina Flores, estudiante de Derecho en la UES y atleta paralímpica, destacó en 2021 al escribir el Código de Familia en Braille, para asegurar el acceso de recursos a otros estudiantes con discapacidad visual.
Sandra Georgina Flores, estudiante de Derecho en la UES y atleta paralímpica, destacó en 2021 al escribir el Código de Familia en Braille, para asegurar el acceso de recursos a otros estudiantes con discapacidad visual.
“Mi día a día es normal hasta cierto punto, pero siempre se presentan dificultades como el desplazamiento de un lugar a otro, el tema académico la falta de materiales disponibles y el transporte público”, relata Sandra Georgina Flores, estudiante universitaria de Ciencias Jurídicas y miembro de la Asociación de Mujeres Ciegas del Salvador (AMUCES).
A sus 22 años, Georgina conoce de cerca lo que significa abrirse paso en un entorno que no siempre ofrece las mismas oportunidades. Ella vive con baja visión, una condición que le ha puesto obstáculos en el camino académico y social, pero que no le ha impedido convertirse en estudiante de derecho de la Universidad de El Salvador (UES), incluso se ha abierto paso como deportista paralímpica.
“Cuando uno estudia una carrera universitaria se encuentra con que muchas veces el material no existe en formatos accesibles. En mi caso, que estudió derecho, hay una enorme demanda de lectura y no siempre hay herramientas que me permitan seguir el ritmo”, explica Georgina.
Desde que ingresó a la universidad, su vida académica ha estado marcada por un doble esfuerzo. Aunque reconoce que existen avances en infraestructura, la accesibilidad académica continúa siendo limitada.
La falta de materiales en Braille, especialmente en áreas como matemáticas o leyes, le ha complicado cumplir con sus responsabilidades académicas desde el bachillerato.
“El día puede parecer normal, pero siempre se presentan dificultades. Desde transportarme, no tener los recursos adecuados y a veces incluso lidiar con la indiferencia de docentes que no muestran disposición para apoyar”, señala.
Las experiencias negativas no la han hecho alejarse de su sueño de ser profesional, sino trabajar porque otros estudiantes con discapacidad también puedan cumplirlos. En 2021, Georgina transcribió el Código de Familia al sistema Braille, para facilitar los recursos a otros estudiantes con problemas de visión que se encuentran estudiando en el área de derecho.
Dicho proyecto le tomó alrededor de dos meses, solo el primer tomo se extendió en más de 100 páginas. La iniciativa de Georgina la hizo acreedora de un reconocimiento de la biblioteca Braille de la universidad debido a su importancia y el impacto que tendría en otros estudiantes.
La UES actualmente cuenta con la Unidad de Educación Superior Inclusiva (UESI), un espacio que brinda orientación y apoyo a los estudiantes, para Georgina esto se ha obtenido tras la lucha de los estudiantes para exigir espacios adecuados.
Actualmente la UES atiende a 230 estudiantes con discapacidad. Se estima que desde la creación de UESI en 2014 se han graduado al menos 80 profesionales en distintas áreas.
La casa de estudios superiores recibe un promedio de 60 nuevos estudiantes con discapacidad cada año.
Moverse por la ciudad representa otro reto importante para las personas con discapacidad visual. Georgina sostiene que el transporte público salvadoreño suele ser complicado incluso para las personas sin discapacidad. En su caso la situación se agrava.
La inseguridad, la falta de señalización y la ausencia de protocolos de accesibilidad son algunas de las situaciones que convierten cada recorrido en un desafío adicional, detalla la estudiante.
“Imagínese cómo es para una persona con discapacidad cuando ni siquiera los usuarios convencionales encuentran condiciones dignas para movilizarse”, agrega.
Si tener oportunidades para estudiar una carrera universitaria ya representa un desafío para las personas con discapacidad, Georgina sostiene que ejercer podría ser aún más complicado.
Para la estudiante de derecho, en la actualidad, muchas de las empresas que se autodenominan “inclusivas”, en la práctica no cuentan con la infraestructura adecuada para las personas con discapacidad.
“A veces se habla mucho de inclusión, pero a la hora de la verdad no hay condiciones ni programas de apoyo suficientes”, sostiene.
En medio de estas dificultades, Georgina encontró una vía distinta para crecer en el deporte paralímpico. Su primer contacto fue en el instituto, cuando representantes del Comité Paralímpico visitaron su centro educativo para hablar sobre las disciplinas disponibles.
“Me involucré primero en la paranatación y estuve dos años, hasta 2017. Después pasé al atletismo, que comencé como un pasatiempo, pero desde 2022 lo práctico ya de manera profesional”, señala con entusiasmo.
Este giro le ha dado un antes y después a su vida. Participó en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile 2023, ha representado al país en México, Perú, Puerto Rico y República Checa, una experiencia que le abrió la puerta al programa nacional Esfuerzo y Gloria en 2024.
“A veces uno piensa que no hay instituciones o personas dispuestas a ayudar, pero sí existen. Yo invito a que no crean cuando les dicen que no pueden o que no llegarán a nada. Tenemos que creer en nosotros mismos y perseguir nuestros sueños”, concluye Georgina.
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