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“Nos llena de emoción saber que nuestro trabajo genera impacto en la comunidad”

A través del Proyecto Tesla, Edwin Rivera, ha podido llevar energía eléctrica a bajo costo a las comunidades rurales de la zona occidental, un emprendimiento impulsado por la FGK.

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“Pensé que me iba a morir sin ver un foquito encendido en mi casa”, fue la frase que marcó la vida de Edwin Rivera y con la que ahora resume el impacto que ha tenido el Proyecto Tesla en las familias de comunidades rurales de la zona occidental del país. 

El emprendimiento social nació en 2023, apoyado por la Fundación Gloria de Kriete (FGK), con la misión de llevar energía eléctrica a los hogares que durante décadas habían vivido en la oscuridad por diferentes razones.

Rivera, fundador del proyecto explicó que todo comenzó en un pequeño caserío de Santa Ana, donde un grupo de familias había invertido dinero en asesoría e instalación de la energía, pero que nunca lograron obtener el servicio debido a que se les realizó un mal trabajo.

Un amigo de Rivera, quién se encontraba entre las personas afectadas en la comunidad, le explicó la situación. 

Fue ahí cuando él, junto a un equipo de técnicos certificados, decidió intervenir. “Nos dimos cuenta de que era una problemática extendida, pero también de que tenía solución y que podíamos ser parte de esa respuesta”, señaló.

Desde sus inicios, el Proyecto Tesla ha transformado la vida de más de 50 familias, muchas de ellas en comunidades de difícil acceso de Santa Ana, Ahuachapán y Sonsonate. Para su fundador no se trata solo de poder encender un foco, sino de cambiar rutinas y abrir nuevas oportunidades para las familias.

“Antes, si un niño quería enviar una tarea desde su teléfono, debía caminar hasta la casa de un vecino para cargarlo. Si la madre quería guardar comida, debía buscar dónde refrigerarla. Si el padre necesitaba usar una herramienta eléctrica, simplemente no podía”, explica Rivera. “Ahora esas actividades son posibles y la calidad de vida mejora en muchas dimensiones”, agregó.

Para el fundador del Proyecto Tesla el acceso a energía representa un importante paso en el desarrollo de las comunidades debido a que mejora las oportunidades de productividad y llevar vidas más confortables al tener electrodomésticos que antes eran impensables. 

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Foto cortesía

Aunque el conocimiento técnico era clave, el respaldo de la Fundación Kriete resultó determinante para que el proyecto pudiera seguir creciendo. 

Rivera señala que antes dependía de favores para transportar materiales, lo que retrasaba el trabajo y en algunos le incrementaba los costos al buscar “quién hiciera el viaje en carro”.

Sin embargo, su proyecto destacó en el programa Ayudando a Quienes Ayudan de FGK y ganó el segundo lugar con $20,000 en la categoría de emprendimiento social de la fundación, con los fondos pudieron adquirieron un vehículo y herramientas que agilizan los procesos.

Geo Albanez, analista de proyectos de emprendimiento social en la fundación, detalló que la ayuda brindada no se limitó al dinero. “Antes de recibir fondos, ellos pasaron por la incubadora, una etapa formativa donde fortalecieron su modelo de negocio. Si bien es un emprendimiento social, buscamos que también sea rentable, porque de lo contrario corre el riesgo de desaparecer cuando se acaben los fondos”, explicó.

Durante este proceso se incluye capacitación en finanzas, marketing, aspectos legales y sostenibilidad ambiental, además de asesorías técnicas con expertos nacionales e internacionales. “La fundación no les impone un camino, pero los guía para que el proyecto se mantenga en el tiempo y siga beneficiando a más familias”, añade Albanez.

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Foto cortesía

El proyecto ha enfrentado obstáculos financieros y sociales debido a que muchas veces, las viviendas se encuentran alejadas del tendido eléctrico y se requieren negociaciones con vecinos para instalar postes en terrenos privados. “Nos ha tocado ser mediadores, hablar con los dueños para obtener permisos y evitar cobros excesivos”, dijo Rivera.

Otro de los principales retos ha sido ganar la confianza de las comunidades. “A veces la gente no se anima a pedir ayuda o teme a los procesos legales. Ahí también intervenimos, acompañando hasta que el servicio está funcionando. Nuestro trabajo no termina hasta que vemos el foco encendido en la casa”, aseguró.

Con este proyecto Rivera también ha generado oportunidades de empleo temporal al contratar a más técnicos cuando las obras lo requieren. Además, brinda esperanza en zonas donde, como él asegura “la gente no sueña demasiado”. Para Rivera el respaldo de la fundación ha sido más que económico “ha sido un aval que nos motiva a seguir y nos hace sentir que lo que hacemos vale la pena”.

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