Dos jugadores de un equipo de fútbol del cantón El Rodeo de San Pedro Perulapán desaparecieron luego de un partido en enero de 2014. Tras once años de búsqueda, el padre de uno de ellos no pierde la esperanza.
Pedro llegó a la cancha del cantón Istagua el 4 de enero de 2014. Ese día, su equipo Club Deportivo Inter jugaba contra Club Deportivo Santa Cruz, ambos de San Pedro Perulapán, en Cuscatlán. Durante el partido de fútbol ocurrió un incidente: un jugador rival golpeó a Rubén, uno de los jugadores más jóvenes del equipo de Pedro.
«Él era bien participativo en la comunidad, en el hogar, en todos lados, por eso se vino con el muchacho que estaba sangrando porque tenía la mejilla reventada después de esa jugada. Se fue acompañándolo a FOSALUD a eso de las tres y media de la tarde», relata el padre de Pedro, Edadio Mendoza.
Pedro Orlando Mendoza Muñoz tenía 28 años cuando desapareció. Jugaba en el equipo del cantón El Rodeo como defensa. Estaba casado y tenía dos hijos. Rubén García, el jugador lesionado, tenía 18 y era delantero.
En el expediente clínico quedó constancia de que los dos futbolistas salieron aproximadamente a las 5 de la tarde de FOSALUD San Martín, pero después de esa hora ya nadie los volvió a ver. Pedro y Rubén cumplieron once años desaparecidos.
Fue la esposa de Pedro quien presentó la denuncia por la desaparición. La Fiscalía General abrió un expediente para investigar una posible privación de libertad.
Pero la Fiscalía archivó el caso poco después. «Cerraron el caso bien rápido en Soyapango porque dijeron que no había paradero de él, que no aparecía; entonces lo cerraron bien inmediato», comenta el padre.
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En estos once años Edadio recibió llamadas en las que le ofrecían información falsa sobre el paradero de su hijo. Hubo un tiempo, según recuerda, en el que le dejaban papeles anónimos debajo de la puerta de su casa, para pedirle dinero a cambio de decirle dónde encontrar a Pedro. Alguien incluso le dijo que el cadáver de su hijo estaba en un terreno cercano a la vivienda de la familia. «Cuando habían pasado como siete años, me dijeron que estaba en un lugar. Nosotros anduvimos con Medicina Legal desenterrando cadáveres. Nos decían cómo andaba: zapatos, el tipo de uniforme, lunares, y creíamos que era él, pero no apareció», relata Edadio.
Pero la familia de Pedro nunca recibió un dato real.
«Nos sentimos perdidos. Dios sabe que lo he buscado en todas las instituciones, en hospitales, delegaciones, medicina legal, he preguntado en todas partes y nadie me ha dado información. En cuevas, cementerios, y barrancos hemos andado», cuenta el padre del futbolista.
Lo único que pide Edadio, al igual que otros padres de personas desaparecidas, es saber dónde quedó el cuerpo de su hijo, al que presume muerto. Como él, decenas de padres y madres realizan su búsqueda en solitario.
El pasado 20 de septiembre, el joven agricultor William Antonio García Aguilar cumplió siete años desde que lo desaparecieron en el cantón Ojo de Agua, en Cojutepeque. Su padre, Jorge García, ha sido el investigador principal del caso y recrimina que las autoridades no le hayan dado información: «Le he hablado varias veces al fiscal del caso y le he preguntado qué pasó con la búsqueda de mi hijo y me dijo que no hay ningún avance o alguien que diga qué pasó o un testigo», señaló Jorge recientemente.
El Salvador registró 2,548 personas desaparecidas entre 2019 y el 18 de junio de 2025, según datos compartidos hasta esa fecha por el presidente Nayib Bukele. La cifra, aunque deja un promedio de un desaparecido cada día en este gobierno, es inferior a los casos ocurridos en años previos, cuando el país enfrentó su época más violenta. Entre 2015 y 2018, desaparecieron 6,917 personas, según cifras oficiales.
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Entre los casos recientes está el de Carlos Abarca, quien desapareció el 1 de enero de 2022, cuando salió a correr en los alrededores de la colonia Monserrat, en San Salvador. «En las noches no puedo dormir porque me pregunto, ¿Dónde está mi hijo? (…) la investigación está condicionada, nosotras somos las que tenemos que llevarle la información a Fiscalía y tenemos que seguir desgastándonos física y económicamente», dijo su madre, en enero pasado, cuando se cumplieron tres años de la desaparición.
Tras once años de búsqueda, el padre de Pedro ha iniciado el proceso para que un juzgado civil declare la muerte del futbolista. Está llevando el caso con la ayuda de la Procuraduría General de la República de Cojutepeque.
«Aquí no se está investigando cuál fue el motivo de la desaparición, o quiénes son los que lo desaparecieron y datos referentes a cuestiones penales; sino que únicamente un juez de lo civil, porque como no volvió a aparecer y lo han buscado por todos lados, declara que una persona, después de desaparecer cierto tiempo, ya puede declararse como fallecido», explicó la procuradora que lleva el caso.
Por esa razón el caso lo lleva la Unidad de Derechos Patrimoniales de la FGR, que giró un oficio solicitando información del caso a diferentes instituciones, entre estas a la Fiscalía. La PGR está al tanto de que el caso fue archivado, pero pidió una constancia de la denuncia para presentarla a la jueza de lo civil de Cojutepeque.
Pedro, además de jugar en las canchas de Perulapán en sus días de descanso, trabajaba en una empresa de empaques. También se dedicaba a cultivar la tierra, como su padre.
«Yo ya estoy resignado a que él ya no existe. Ya le conté cómo le hemos buscado, cómo he andado por todos lados. Pero no dejo de pensar en su sufrimiento, eso es lo que me atormenta», dice Edadio.
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