La cocina tradicional, es el fuerte de emprendimiento de la mujer rural en el oriente del país
Según estimaciones de los habitantes, 2 mujeres de cada comunidad en las zonas rurales del oriente del país, se dedican a la elaboración de alimentos artesanales para ayudar a generar ingresos, legados que poco a poco se han ido perdiendo por la modernización y el desarrollo.
La cocina tradicional salvadoreña tiene una variedad de platillos que han sido inculcados por generaciones en las familias, sobre todo de la zonas rurales del país; El pan artesanal, elaboración de lácteos y de bebidas y alimentos a base de maíz, son parte de los emprendimientos que aún se promueven en el comercio formal e informal.
El sabor o preparación puede variar dependiendo la calidad de los ingredientes o las regiones, sin embargo sea donde sea, es un antojo del que no se puede rehusar un salvadoreño.
En la zona rural del norte del departamento de San Miguel, algunas mujeres adultas y jefas de hogar han optado por emprender con lo que saben hacer de la cocina tradicional, para llevar fuentes de ingreso a sus hogares, enfrentando así las múltiples necesidades y carencias.
Por la modernización y el desarrollo cada vez son menos las personas que se observan emprendiendo o que conozcan los detalles de la cocina tradicional; en todo el distrito de Sesori dos mujeres, de entre 85 años de edad, eran las únicas que habían mantenido el legado de la elaboración y comercio de atol de maíz agridulce, pero por su edad y las enfermedades ya no pudieron continuar.
Según estimaciones de los habitantes del cantón Managuara en el distrito de Sesori del municipio de San Miguel Centro, 2 mujeres por comunidad deciden emprender, la mayoría aún conserva el estigma de la mujer en el hogar y el hombre es el que aporta ingresos.
Sandra Lorena Coreas es una de esas dos mujeres, habitante del cantón Managuara del distrito de Sesori en San Miguel Norte, ella relata que por sus propios medios aprendió a elaborar pan en horno artesanal, dobladas y quesadillas, y todos los días a parte de sus labores en casa, cuidar a sus hijos, preparar los alimentos para ellos y su esposo que trabaja en el campo, dedica espacio para elaborar el pan, y sale a venderlo caminando largas distancias hasta terminar el producto.
Quesadillas y dobladas a base de arroz y maíz, elaboradas en horno artesanal. FOTO EDH/J MEJÍA.
Dice que el pan lo aprendió a hacer por sus propios medios, intentando recetas hasta que logró encontrarle el punto, y la idea nació de la necesidad y carencias en su hogar, ya que es madre de tres hijos y la difícil situación económica no les permite subsistir solo del trabajo del cónyuge.
“En primer lugar, pues uno no tiene los recursos para poder seguir adelante, entonces, uno acá uno hace el oficio de su casa y hace sus ventecitas para poder tener para comer”, explicó Sandra.
A pesar que no tiene ningún nivel de escolaridad, ha aprendido muy bien a realizar las cuentas. Asegura que el trabajo es pesado en el campo, pero dice que el cuerpo se adapta al trabajo y ese es el legado que desea dejarles a sus hijos, quienes estudian en una escuela cercana.
“Uno ya con hogar trata la manera de hacer bien las cosas, de jovencita le enseñan a una a echar tortillas y tener siempre listos los frijolitos y que la comida no falte, porque aunque hay pobreza pero uno aquí no debe tener pereza y acomodarse a que todo le lleve el hombre a uno, uno debe ser soporte porque hay necesidades que atender”, agrega.
La cocina tradicional permite a algunas mujeres de la zona rural comercializar deliciosos alimentos. FOTO EDH/J MEJÍA.
Sandra Lorena dice que es una de las niñas de la época en que no fue a la escuela por restricción de sus padres, por el nivel de pobreza en el que vivía y porque sus padres no alcanzaban ni a comprarle un lápiz, pero se alegra que todo cambió con los años y a pesar de esa situación, no quiere lo mismo para sus hijos.
“Es que antes como que como que no había las ayudas que llegaron hasta hace unos años, eso sí ayudó mucho porque yo fui una de las beneficiadas de la red solidaria, con ese dinerito compraba comidita pero cuando lo quitaron si me afectó”, lamenta Sandra.
Aspira a que sus hijas aprendan el oficio para disfrutar de la cocina tradicional, no por necesidad, pero independientemente a eso, una de sus hijos la apoya y a veces salen juntas cuando no tiene escuela.
En la zona rural no existen fuentes de empleo, los maestros exhortan a los jóvenes a continuar sus estudios, y es así como van quedando las personas mayores con el trabajo de hogar y del campo, sin dejar legados.
En su comunidad muchas veces, aunque vende a bajo costo sus productos, dice que le cuesta terminar la venta porque en su comunidad la mayoría de personas son de muy escasos recursos y aunque deseen no pueden comprar.
Emprendedora ha ubicado su puesto de venta de tamales de elote, atol y tostadas en la entrada a Sesori. FOTO EDH/J MEJÍA.
Por esa razón y para encontrar oportunidades, los jóvenes salen a estudiar con becas, un docente señaló que en esa zona ya existen 5 personas convertidas en profesionales, una en docencia de matemáticas y otro ingeniero civil, situación que se ha empezado a visibilizar desde hace algunos años.
Orbelina Hernández, es otra mujer joven que a sus 30 años ha decidido emprender para ayudar a sus tres hijos que estudian en la universidad becados, ella elabora pan artesanal y sale a vender dos a tres veces por semana para percibir ingresos y tener como ayudarles en los gastos de pasaje a sus hijos.
Para las autoridades locales son muchas las mujeres que son ejemplo de superación y buenas madres.
Juver Calderón, encargado del área de desarrollo urbano de la oficina distrital de Sesori, señala que que el distrito se encuentra en fase de crecimiento y desarrollo, por eso se destina siempre un presupuesto para dicho fin, cada año son más los jóvenes que tienen acceso a la educación.
La identidad de los pueblos es algo que también se lucha por mantener, y una de las apuestas, según autoridades de otras zonas del oriente del país como Morazán, es fortalecer el apoyo al emprendedor y mantener esos legados para quienes deseen mantener la tradición de la cocina tradicional y no perderlo.