En su familia se han diagnosticado diez casos de cáncer de mama y el más reciente es un hombre, quien también ha logrado superar la enfermedad.

A sus 81 años, Hortencia Cañada Dueñas es un ejemplo viviente de fortaleza, fe y vocación por la vida. Fue diagnosticada con cáncer de mama en 1993, cuando tenía 49 años, y hoy, más de tres décadas después, cuenta su historia con gratitud.
“Fue algo casual y tengo que darle gracias a Dios”, dice la médico especialista en citología (estudio de células) al referirse cuando fue notificada de la enfermedad.
Relata que se graduó en medicina en 1970 y en los años noventa fue becada por el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) para especializarse en citología extragenital, en Puerto Rico.
El diagnóstico aparece cuando trabajaba en el Hospital Primero de Mayo del ISSS, justo cuando se estrenaba un mamógrafo nuevo.
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Por curiosidad, la profesional decidió ver el nuevo aparato, momento en el que el médico radiólogo, Fernando Guerra, le sugirió hacerse el examen «para estrenarlo», sin sospechar que aquel gesto le salvaría la vida.
“El médico encontró una lesión muy pequeña. Si no hubiera sido por esa mamografía, quizás no estaría aquí», recuerda.
Para la doctora Cañada, el cáncer de mama no era un tema aislado, ya se había dado el primer caso en su familia, una tía materna fue diagnosticada con la enfermedad.
Tras tener el resultado de su mamografía, el doctor Guerra, quien fue radiologo del ISSS hasta jubilarse, pide que se le practique una nueva mamografía, «¿ha encontrado algo sospechoso?», preguntó . Fue el momento en el que la técnico le pidió que fuera con el radiólogo para que le leyese el resultado.
Un mensaje de fe y gratitud
En ese momento, la doctora tenía 49 años y muchas metas por cumplir. Con serenidad recuerda su viaje a Tierra Santa en 1993, justo después del diagnóstico. Lo había planificado con su amiga más cercana antes de conocer su condición para celebrar el aniversario de su promoción.
“Fui a Belén y ahí le encargué mi mama al Señor. Me siento bendecida por cada año que he vivido después de eso. Tengo 33 años de haber sido diagnosticada y curada en la mama izquierda”, cuenta.
Y continúa: «Todos estos años hay tantas y tantas cosas que yo he podido ver, hacer, viajar y conocer personas maravillosas; y agradezco mucho todo el apoyo que tuve de mi familia, de mis amigos y estar acá. Yo sé que esto no es para mucho años más, debido a mi edad».
Fue la segunda en su familia en recibir ese diagnóstico y someterse a un tratamiento; aunque los casos no terminaron ahí.
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Pero su historia familiar revela la fuerza de la genética: “Después de mí, han sido diagnosticadas nueve mujeres más y un hombre en mi familia”, reitera.
Tías maternas y paternas, primas, están entre el grupo familiar afectado por el cáncer de mama, el caso más reciente señala es un hombre, quien llevó su tratamiento en Estados Unidos y después de dos años y medio «está bien y con vida».
Cañada fue tratada con cirugía, quimioterapia y radioterapia. Agradece además el acompañamiento del doctor Cirujano-Oncólogo Julio Cesar Raymundo, quien le acompañó durante su tratamiento.
A pesar de los duros efectos secundarios, superó la enfermedad y siguió ejerciendo la medicina.
Hoy, su propósito es compartir lo que aprendió con otras personas. “No hay que tener miedo. Hay que tener valor, buscar ayuda y seguir adelante. La detección temprana salva vidas. Yo soy prueba de eso”, afirmó.
Su testimonio no solo busca inspirar, sino también generar conciencia.
“Hombres y mujeres deben examinarse. Hay hombres que mueren por vergüenza o ignorancia, creyendo que el cáncer de mama es solo de mujeres”, lamenta.
Relata el caso de un paciente que rechazó el tratamiento tras oír su diagnóstico: “Pidió el alta y se fue a morir a su casa (…) Eso duele, porque la vida se puede salvar si se actúa a tiempo”.
La autoevaluación puede salvar vidas
La doctora insiste en que el primer paso para la detección temprana es el autoexamen.
“Comiencen por verse al espejo, hombres y mujeres, vean si hay diferencia entre ambas mamas; segundo, examinarse las mamas después de la menstruación, axilas y las fosas supraclavicular (sobre la clavícula), y la línea paraesternal (paralela al borde lateral del esternón), eso les va a dar un diagnóstico más temprano cuando en cualquiera de los cuatro lugares encuentren un nódulo», apunta.
La especialista también recomienda el masaje alrededor de la areola, en dirección de las agujas del reloj, y después del masaje exprimir el pezón, «si sale cualquier secreción y ya no digamos si es hemorrágica hay que acudir al médico, porque puede ser un cáncer de conducto mamario».
La mamografía sigue siendo la herramienta más efectiva para detectar lesiones antes de que se manifiesten síntomas visibles. “Gracias a una mamografía me salvé. Esa máquina cambió mi destino”, dice con emoción.
El cáncer de mama en cifras
El cáncer de mama es el más frecuente en mujeres a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se diagnostican alrededor de 2.3 millones de nuevos casos y más de 685 mil mujeres mueren por esta causa. Sin embargo, la detección temprana puede reducir significativamente la mortalidad.
En El Salvador, aunque no hay estadísticas oficiales actualizadas que sean públicas, el Observatorio de Derechos Sexuales y Reproductivos de la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA) señala que para 2023 el 72 % de los diagnósticos de cáncer en el Ministerio de Salud (MINSAL) correspondía a mujeres, con mayor incidencia entre los 25 y 59 años.
Además, en 2022 el cáncer de mama representó el 55% de los nuevos casos de cáncer diagnosticados en mujeres; mientras a escala mundial, la OMS advirtió que estos podrían aumentar hasta un 40 % para el año 2040.
Recomendaciones clave para prevenir y detectar a tiempo el cáncer de mama
Realizar autoexploraciones mensuales, especialmente después del periodo menstrual.
Hacerse una mamografía cada año a partir de los 40 años (antes si hay antecedentes familiares).
Consultar al médico si se detectan nódulos, retracción del pezón, secreción o cambios en la piel.
Mantener un estilo de vida saludable: alimentación equilibrada, ejercicio regular y evitar el tabaco y el alcohol.
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