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Entre la sobreprotección y el abandono: riesgos para la salud mental

El 75% de los jóvenes con discapacidad entre 18 y 24 años son sobreprotegidos por sus padres o cuidadores, muchos de ellos están con niveles de depresión altos y pensamientos suicidas, dice experto.

Persona ciega

Erick Campos es el encargado de la Unidad de Educación Superior Inclusiva de la Universidad de El Salvador (UES) e imparte psicoterapia a la población estudiantil con discapacidad. En una entrevista con El Diario de Hoy habló sobre la salud mental de esta población, resaltando cómo el rol que desempeña la familia puede garantizarle a la persona con discapacidad una salud mental equilibrada a fin de que pueda desarrollarse plenamente, tanto a nivel personal como profesional.

«A veces el amor no permite que un padre pueda ver que su hijo también tiene que adquirir responsabilidades, tiene que desarrollar otras habilidades y salir del seno familiar», dice.

El especialista se refiere a la sobreprotección y al abandono como dos extremos que ponen en riesgo la salud mental de las personas.

Hablemos de salud mental en personas con discapacidad

La salud mental, definida como el equilibrio entre los aspectos emocionales, psicológicos y sociales, a menudo es subestimada en la población general; pero especialmente en las personas con discapacidad.

Esto se debe a que la salud mental no es visible, lo que lleva a muchas personas a ignorarla. Los niveles de ansiedad y depresión suelen ser más profundos y graves en personas con discapacidad en comparación con la población sin discapacidad.

En estos casos se agrava en el aspecto psicológico con el pensamiento de que «soy un inútil», «no sirvo para nada» o «yo no puedo lograr lo que lo que otros han hecho», se agrava a nivel emocional también.

¿Cuáles son los motivos más comunes por los que se busca terapia psicológica?

Son variados y pueden estar relacionados tanto con su condición como con factores emocionales y sociales. Los principales incluyen problemas emocionales: Se consulta con frecuencia por depresión, ansiedad, baja autoestima, frustración y sentimientos de dependencia.

Los niveles de depresión en personas sin discapacidad son moderados, pero en la mayoría de personas con discapacidad son graves. El aspecto emocional de algunos, no de todos, está bastante deteriorado, sobre todo en las personas que son demasiado sobreprotegidas por sus padres o por cuidadores.

La aceptación de la discapacidad es un motivo importante, especialmente para quienes adquieren una discapacidad. El manejo del trauma. También vemos problemas de adaptación social, se busca apoyo para manejar el acoso y mejorar las habilidades de integración social y los conflictos familiares que surgen en torno a la discapacidad. También se busca apoyo para alcanzar metas, fortalecer la confianza en uno mismo y mejorar las relaciones.

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¿Cuál es el impacto que puede generar la sobreprotección?

Hemos descubierto que la sobreprotección familiar no es tanto para proteger al hijo, sino para protegerse el padre a sí mismo porque se atribuyen ellos mismos la culpa de que su hijo tenga una discapacidad. Esto lleva un proceso de duelo y esta es la forma de manifestarlo de forma inconsciente, y esto termina dañando realmente a los hijos y no solamente eso, sino que también en el aspecto social.

Aquí yo trato con jóvenes, sobre todo entre 18 a 23 años, que tienen ideas suicidas producto de que a nivel social ellos no logran encajar, no logran establecer vínculos afectivos con personas y sobre todo a esta edad la necesidad de establecer vínculos afectivos o de pareja se comienzan a hacer muy manifiestos en ellos, y al no tener esos vínculos tienden a deprimirse y a tener ideaciones suicidas.

La sobreprotección y el descuido son dos extremos dañinos que se dan con frecuencia en esta población. Este comportamiento lleva a una baja tolerancia a la frustración y a un deterioro emocional y social. Por otro lado, el abandono también es perjudicial, especialmente en el caso de la discapacidad intelectual. Ambos extremos contribuyen a una salud mental deteriorada.

Hemos conocido casos de estudiantes que se sienten totalmente frustrados, a pesar que son sumamente intelectuales, porque la mamá les acompaña a todas partes, incluso al salón de clases y quieren estar con ellos incluso en el baño.

En contraste, en la población que pasa de los 30 años, estamos hablando de las personas con discapacidad de los años 90 hasta los 2000, son independientes. Andan solos y solas, no andan acompañados por los padres y son bastante independientes.

Ante este escenario, ¿Cuál es el rol que debería desempeñar la familia?

La familia es un pilar fundamental en el desarrollo y fortalecimiento de la salud mental de sus hijos. Es donde se forman estos valores, donde se forma la personalidad, y es aquí donde las familias tienen que entender que sus hijos no son eternamente niños, no son infantes. Hay un concepto que es la infantilización de la persona con discapacidad; yo entiendo que el amor que se le tiene a veces no permite ver que su hijo también tiene que adquirir responsabilidades, tiene que desarrollar otras habilidades y salir del seno familiar.

La familia es el pilar para que los hijos puedan tener una salud mental equilibrada y puedan desarrollarse plenamente, tanto a nivel personal como profesionalmente. No por mucho sobreproteger al hijo significa que va a tener mejores resultados.

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¿Qué barreras enfrentan las personas con discapacidad para acceder a los servicios de salud mental?

Yo he ido a centros médicos (Erick es una persona no vidente) y lo que he visto que le asignan a las personas, por ejemplo, cuando están presentando ansiedad o depresión, se les asignan ansiolíticos o antidepresivos, cuando esta persona clínicamente no lo necesita; sin embargo, es la forma más rápida de poder tratarlo.

Aquí me vienen consultantes que solicitan apoyo porque en algunos espacios se le da 15 a 20 minutos de atención.

Luego están las barreras según el tipo de discapacidad. En la discapacidad física se enfrentan a barreras arquitectónicas, como espacios con escaleras, puertas angostas y cubículos de atención estrechos, lo que dificulta su desplazamiento.

En la discapacidad visual, la principal barrera es la falta de adaptación de pruebas psicológicas. La familia sobreprotectora que insiste en estar presente durante las sesiones también puede ser una barrera.

Por otro lado tenemos la discapacidad auditiva donde la principal barrera es la comunicación, muchos profesionales de la salud mental no conocen el lenguaje de señas.

En la discapacidad intelectual podemos hablar de la comprensión como una de las principales. La psicoterapia con ellos es más lenta y el procesamiento de la información es más pausado, por lo que las sesiones deben ser más largas, ya que lo que se aborda en 15 minutos con otras personas, se trabaja en una hora con ellos.

¿Cómo se puede mejorar la accesibilidad a los servicios de salud mental para esta población?

Para mejorar la accesibilidad, es crucial adaptar la atención a las particularidades de cada grupo de discapacidad. Algunas estrategias incluyen, a nivel de infraestructura, asegurar que los espacios de atención sean amplios y sin escaleras para personas con discapacidad física. A nivel de comunicación, contar con tecnología para intervenciones con personas con discapacidad sensorial y usar un lenguaje sencillo ante una discapacidad intelectual.

A nivel de atención es importante que las consultas psicológicas duren más de los 15-20 minutos habituales para permitir que la persona se desahogue y aborde sus problemas, es aquí el lugar donde ellos vienen a liberarse. La atención debe ser más sistémica, enfocándose no solo en el diagnóstico, sino también en el ambiente y las barreras que enfrenta la persona.

Erick campos
La aceptación de la discapacidad es un motivo importante de consulta, comentó el psicólogo de la UES, Erick Campos. | Foto EDH / X.A.

¿Cómo se combate el estigma y los prejuicios hacia las personas con discapacidad?

Los prejuicios están relacionados con el capacitismo, un término que se refiere a la discriminación y la reducción de las capacidades de una persona por el hecho de tener una discapacidad.

La forma de combatirlo es a través de la formación. Es fundamental educar a los profesionales de la salud para que entiendan que atender a una persona con discapacidad no es un problema.

La discapacidad es la suma de una deficiencia orgánica y las barreras que la sociedad impone. Al eliminar las barreras actitudinales y arquitectónicas, se puede mejorar significativamente la atención y el bienestar de esta población.

¿Cuál debería ser el rol de las organizaciones y del Estado mismo?

Hay varias organizaciones que están trabajando fuertemente en el empoderamiento de las personas con discapacidad, las están desarrollando.

Nosotros también aquí, dentro de la UES, les estamos desarrollando habilidades blandas, fortaleciéndolos en habilidades duras, en competencias interpersonales para que ellos puedan tener herramientas para poder desempeñarse de mejor manera en un entorno competitivo como el nuestro.

En nuestro país tenemos normativas, tenemos la Ley Especial de Inclusión para Personas con Discapacidad, la Convención sobre Personas con Discapacidad y la Comisión sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, pero hace falta que se le pueda dar cumplimiento a todas las políticas y a estas normativas.

A la Ley Especial de Inclusión que está vigente desde el año 2021, a la fecha le hace falta el Tribunal Sancionatorio que pueda regular su aplicación. 

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