La brecha salarial persiste sin importar el nivel educativo. Incluso entre las personas con educación superior, las mujeres siguen recibiendo menos ingresos que los hombres. La brecha se amplía en las zonas rurales.

En El Salvador persiste una brecha salarial, sin importar los niveles educativos. Tanto en ingresos como en salarios, los hombres obtienen mejores remuneraciones que las mujeres, aun cuando cuentan con el mismo nivel de estudios, según la última Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples del Banco Central de Reserva (BCR).
En promedio, la encuesta indica que los salvadoreños reciben un salario de $461.76, mientras que las salvadoreñas ganan $372.55, lo que representa una diferencia de $89.21, es decir, un 24 % más a favor de los hombres.
La diferencia salarial entre hombres y mujeres resulta más marcada en los niveles educativos bajos. Por ejemplo, entre la población sin estudios, los hombres perciben alrededor de $290 al mes, mientras que las mujeres reciben cerca de $184.
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En otras palabras, las mujeres sin escolaridad ganan aproximadamente un 36% menos, lo que refleja una doble desventaja: menor formación académica y mayor vulnerabilidad laboral.
Aunque la brecha se reduce ligeramente con mayores niveles educativos, continúa siendo significativa. Incluso entre las personas con educación superior, las mujeres siguen recibiendo menos ingresos que los hombres.
Los hombres con estudios universitarios ganan aproximadamente $741, frente a $661 que reciben las mujeres. Si bien la diferencia disminuye en términos relativos, esto muestra que ni siquiera alcanzar estudios superiores garantiza igualdad de remuneración entre géneros.
El acceso a la educación incrementa los ingresos de ambos sexos, pero no elimina la desigualdad salarial.
Las mujeres, aun cuando cuentan con la misma formación académica que los hombres, siguen enfrentando barreras que limitan su acceso a empleos mejor remunerados o a posiciones de mayor responsabilidad.

El Banco Mundial lanzó en 2024 el informe “La mujer, la empresa y el derecho”, en el que advierte una enorme brecha salarial a nivel global.
Dicho documento destaca que si se redujera la disparidad, el PIB mundial podría aumentar más del 20 %, duplicando la tasa de crecimiento en la próxima década. El informe subraya la necesidad urgente de reformas y la implementación de políticas efectivas para cerrar esta brecha. La situación es crítica, y aunque algunos países han hecho avances, queda mucho por hacer.
El informe “Brechas de Género en el Empleo de las Mujeres”, presentado por la Organización de Mujeres por la Paz (ORMUSA), también reflejó que en 2024 hubo una brecha salarial que desfavorece a la mayoría de la población, es decir, a las mujeres.
“Los salarios promedio reflejan una brecha significativa entre hombres y mujeres, con una disparidad aún más pronunciada en las áreas rurales, donde los ingresos son considerablemente más bajos”, refleja el informe.
En la zona rural, las mujeres perciben un salario mensual promedio de $275.36, mientras que los hombres ganan $356.88, marcando una diferencia de $81.52, según el estudio de la organización salvadoreña.
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En el área urbana, aunque las mujeres tienen un ingreso superior, con $391.16, la brecha es aún mayor, ya que los hombres reciben en promedio $497.30 al mes, esto representa una diferencia de 106.51 dólares. La brecha salarial casi alcanzaría un 20 %, según los datos consignados en este informe.
“Estos datos evidencian tanto la desigualdad salarial de género como la brecha económica entre zonas urbanas y rurales, afectando en mayor medida a las mujeres”, destaca el informe.
A partir de su Observatorio Laboral, ORMUSA identificó que en el país persiste el fenómeno que las mujeres que residen en áreas rurales enfrentan doble desventaja, lo que limita significativamente su desarrollo pleno e integral.
Estas mujeres tienen menos acceso a la educación, menor participación en el mercado laboral y, en consecuencia, ingresos más bajos, “perpetuando así un ciclo de desigualdad”.
Uno de los retos que enfrenta el país es mejorar la cualificación de su fuerza de trabajo, indica la organización.
La escolaridad promedio de la Población Económicamente Activa a nivel nacional es de 8.8 grados aprobados, en el caso de hombres es de 8.6 y de mujeres, de 9.1.
Desglosado, en el área rural el promedio general es de 6.8, para los hombres es de 6.6 y para mujeres es de 7. En cambio, en la zona urbana del país, el promedio general es de 9.9, el de hombres, también de 9.9 y en el caso de las mujeres, asciende a 10.
Aunque las mujeres ocupadas tienen un nivel educativo superior al de los hombres, su participación en el mercado laboral es considerablemente menor.
“Esta desigualdad se acentúa al analizar los datos por área geográfica: en zonas rurales, solo 41.96 %de las mujeres participan en el mercado laboral,frente a 85.95 % de los hombres. Esta disparidad evidencia doble brecha que afecta a las mujeres rurales, limitando sus oportunidades de desarrollo económico y social”, destaca el informe.
Las mujeres están empleadas principalmente en cuatro sectores clave de la economía: comercio, hoteles y restaurantes, lo que representaría el 44.1 %; en la industria manufacturera en un 15.2 %; en servicios domésticos en un 13 % y en servicios comunales, sociales y de salud en un 7.4 % .
En conjunto, estos sectores concentran cerca del 80% del empleo femenino. Sin embargo, también reflejan las vulnerabilidades del mercado laboral, como la inestabilidad y la pérdida de puestos de trabajo, lo que limita las oportunidades de crecimiento y estabilidad para las mujeres trabajadoras.
En cambio, los hombres se emplean principalmente en seis sectores de la economía: comercio, hoteles y restaurantes en un 22 %, en la agricultura y ganadería en un 20.5 %; construcción en un 14.4 %; en la industria manufacturera en un 12.7 %; intermediación financiera e inmobiliarias con participación del 7.9 % y transporte, almacenamiento y comunicaciones en un 7.6 % de participación.
“En conjunto, estos sectores concentran el 85 % del empleo masculino, reflejando su mayor presencia en actividades productivas, de infraestructura y servicios financieros”, detalla el documento.
Para ORMUSA, esta segmentación del empleo refleja desigualdades estructurales en el acceso a oportunidades laborales, donde las mujeres suelen ocupar puestos con menor remuneración y estabilidad, mientras que los hombres tienen mayor participación en sectores estratégicos con mejores condiciones económicas y de empleo.
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