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El último refugio del mono araña en el país está en abandono

Los últimos monos araña de El Salvador libran una batalla en el Área Natural Protegida Chaguantique, en Usulután, un ecosistema que, según dos organizaciones y habitantes de la zona, está en peligro por el abandono.

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El Área Natural Protegida Chaguantique, en Usulután, es uno de los hogares de los últimos monos araña (Ateles geoffroyi) del país. Es un reducto de los extensos bosques que existieron en toda la planicie costera de El Salvador, bosques que desaparecieron por la expansión de la agricultura.

Este lugar, que en el año 2000 fue un proyecto de ecoturismo financiado por la cooperación española, ahora está en decadencia. Con letreros casi por caer, una casa comunal que antes funcionaba como un lugar de reuniones, una casa en abandono que antes funcionó como centro de interpretación y calles llenas de basura convergen con el hábitat de los monos araña.

«El proyecto funcionó, pero fue un descuido… Y con el problema de los muchachos la situación se agudizó, y a la fecha está en total abandono», relata Carlos Leiva, un habitante de la zona, refiriéndose a que el turismo no prosperó por la presencia de pandillas, y agrega: «Las dos montañas, como es conocido, es protegida por dos guardarrecursos que se encargan de estar pendientes de las 78 manzanas del bosque que son del Estado».

Según el Programa Nacional para la Conservación del Mono Araña en El Salvador, solo en Chaguantique se registraban 29 ejemplares en el año 2003; ya para 2019, la población había crecido a 50 monos. Hasta la fecha no hay otra actualización oficial.

El mono araña puede medir hasta 50 centímetros y pesar unas 18 libras. Foto EDH/ Jessica Orellana

Chaguantique forma parte de los cuatro refugios para el mono en áreas naturales protegidas de Jiquilisco: Nacascolo, Normandía y El Tercio, aunque también hay registros en la Laguna de Olomega y en Jucuarán, Usulután. Pero Chaguantique es un lugar particular porque los monos viven en su hábitat natural, según los lugareños.

«En verano hemos encontrado monos muertos, creemos que porque la comida no es suficiente y se pelean entre ellos. A las monas se les seca la leche, lo que hace que las crías mueran; es por eso que a veces llegan a las casas a robar las frutas que nosotros cosechamos», describe Carlos.

Los monos araña cumplen una función importante, pues mantienen los bosques saludables al dispersar las semillas de los frutos que comen. A través de sus heces propagan las semillas de la planta madre, dando lugar a más árboles, por ello, se les suele llamar los agricultores de los bosques.

Cuando un mono es separado de su madre por humanos, pierde su capacidad de comunicarse con los de su especie y se dificulta su incorporación al medio silvestre, puesto que es incapaz de valerse por sí solo. El mono araña solo puede subsistir en su ambiente natural. Si se extrae, no tiene el alimento adecuado ni el espacio necesario para vivir, y no puede reproducirse para perpetuar la especie.

Este lugar, que fue un proyecto de ecoturismo, se encuentra en deterioro.
Letreros casi por caer e infraestructura descuidada son señales del abandono del lugar.

El Área Natural Protegida Chaguantique fue declarada como tal en 2008. Está ubicada en los distritos de Jiquilisco y Puerto El Triunfo, en Usulután. Cuenta con un Plan de Manejo, elaborado en el 2016, y una categoría de «Área de Manejo de Hábitat». Representa uno de los pocos bosques naturales que se conservan en El Salvador y sirve como uno de los principales centros de concentración de aves migratorias y de otras especies faunísticas y de flora. Constituye, además, el principal hábitat para el mono araña, que actualmente está en peligro de extinción.

Las hermanas Yahaira y Alejandra López, quienes también habitan en la zona, confirman el abandono. Yahaira, de 22 años, lamenta que el área natural, antes un espacio comunitario, ahora esté descuidada. La más joven, Alejandra, confiesa que no tuvo la misma oportunidad que su hermana de aprender sobre la importancia de los monos en la escuela, lo que para ella es un reflejo de que el vínculo entre la comunidad y las instituciones se ha roto.

Las amenazas

La situación del mono araña es crítica. La bióloga Melissa Rodríguez, directora de sistemas terrestres de la Asociación Territorio Vivo El Salvador, explica que es el mamífero más amenazado del país. «El tema con Chaguantique es que es uno de los parches más pequeños donde habita la especie», afirma.

La bióloga detalla los esfuerzos iniciales para la conservación de los monos en Chaguantique. A inicios del año 2000, se logró unir dos fragmentos de bosque que estaban separados, creando un corredor vital que los monos araña empezaron a utilizar a partir de 2011. Señala que, si bien el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) realizó un programa de conservación del mono araña en 2020, la inversión y el seguimiento han sido limitados. La prioridad actual del ministerio, según ella, deja a los monos y otras especies en segundo plano.

El Diario de Hoy pidió una entrevista con el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales el pasado 14 de octubre de 2025 a través del área de comunicaciones, pero solo comentaron que pasarían la solicitud y ya no hubo respuesta. (Ver preguntas en recuadro).

La bióloga indica que la falta de datos actualizados es otro obstáculo. «El problema es que hay una pregunta muy básica que no conocemos y es: cuántos monos hay en cada sitio en este tiempo. Eso es súper importante», dice la experta.

La falta de un tren de aseo hace que en las calles aledañas a Chaguantique se acumule basura.
En las calles aledañas al refugio de los monos araña hay promontorios de basura.

El Programa Nacional para la Conservación del Mono Araña identificó diversos factores que ponen en riesgo la supervivencia de la especie, como el uso indiscriminado de agroquímicos, incendios, tala selectiva, etc., por lo que la especie se encuentra en peligro de extinción, según el Listado Oficial de Especies de la Vida Silvestre Amenazadas o En Peligro de Extinción, publicado en el Diario Oficial No. 181, Tomo 409.

Además de la pérdida de hábitat, la especie enfrenta amenazas como el cambio climático y los incendios. Si los árboles se queman, estos animales arborícolas no tienen a dónde ir. La cacería también ha mermado sus poblaciones, según los testimonios de los habitantes.

«El tema de recursos siempre es una limitante; y hoy más, con todo el tema de restricciones que se han puesto para tener financiamientos externos; no es imposible, pero la inversión que se tiene que hacer es muy grande para garantizar que los monos tengan más áreas donde habitar», añade la bióloga.

El costo de la inacción

Rodríguez subraya que el país perdería más que una especie si el mono araña se «extirpara», refiriéndose a la extinción local de una especie, donde esta deja de existir en un área determinada, aunque pueda permanecer en otros lugares. Al ser los principales «agricultores de los bosques» por su rol como dispersores de semillas, su desaparición afectaría la capacidad de los ecosistemas para regenerarse de manera natural.

En 2019 se registraron 50 ejemplares de mono araña en la zona; es el último dato oficial.
El mono araña es una especie en peligro de extinción en El Salvador. Se estima que hay 50 de ellos en el Área Natural Protegida Chaguantique.

«Las posibilidades de supervivencia de la especie no son muy altas a largo plazo», advierte la experta.

Las voces de la comunidad y los expertos coinciden en un llamado urgente a la acción. Como lo resume Carlos Leiva, un habitante que ha convivido con los monos por décadas: «Los monos están reclamando su lugar. Los gobiernos no lo ven así, pero yo sí lo veo porque vivo aquí y convivo con los animales».

Las Áreas Naturales Protegidas (ANP) de El Salvador cubren apenas el 3.51% del territorio nacional; son los últimos bastiones de una biodiversidad amenazada. Sin embargo, un informe de la Asociación GAIA El Salvador (GAIA), una organización que lleva estudiando el tema desde hace 20 años, y de la Fundación Friedrich Ebert (FES) revela una realidad desoladora: estas zonas vitales se encuentran en un estado de abandono y negligencia por parte del Estado.

«De nada sirve estar declarando áreas naturales protegidas si no logramos dar a basto con las que ya están», afirma la bióloga.

«Yo me acuerdo que nos traían de la escuela. En esta casa que antes era el Centro de Interpretación nos daban talleres para aprender sobre los monos. Nos daban charlas, nos hablaban de la cultura y de las especies de monos que había. Las paredes estaban llenas de fotos, y la comunidad se beneficiaba económicamente también del turismo», recuerda Yajaira, quien lamenta que las nuevas generaciones no puedan aprender sobre los monos como lo hicieron ellos hace más de una década.

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