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«Casi doy a luz en el refugio»: Riesgo por las inundaciones en Cazamota

Cada vez que las lluvias arrecian, el caserío Cazamota en San Miguel queda bajo amenaza: inundaciones, enfermedades y comunidades aisladas sin agua potable.

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Brenda Esmeralda Castillo Fuentes tenía nueve meses de embarazo cuando, en octubre de 2022, la tormenta tropical Julia provocó el desbordamiento del río Grande de San Miguel. El agua arrasó con viviendas, cultivos y animales en el caserío Cazamota. Ella, con 23 años, estuvo a punto de dar a luz en un albergue improvisado.

«Eran como la madrugada. Los vecinos se fueron al albergue, pero nosotros decidimos quedarnos: mi suegro, mi cuñado, mi marido y yo. De repente se escuchó un estruendo y el agua comenzó a entrar por debajo de la puerta hasta romperla», recuerda Brenda.

En minutos, la vivienda quedó inundada. La joven fue evacuada con su familia. «Mi compañero llevaba el cerdito en un brazo, a nuestro hijo en la nuca y yo iba de la mano con la barriga ya a punto de dar a luz. Llegamos al refugio, pero yo ya estaba en mis días».

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Brenda Castillo (joven sentada en la hamaca), recuerda que casi da a luz en el refugio temporal de Cazamota. FOTO EDH/ J MEJÍA.

Al día siguiente, una ambulancia con personal médico la trasladó al Hospital Nacional San Juan de Dios, donde tuvo un parto natural sin complicaciones. «Me llevaron el 13 de octubre y mi hijo nació el 14, a las 12:54 de la madrugada. Si no, hubiera tenido que dar a luz en el albergue», relata.

Pese a las pérdidas, Brenda recuperó a su animal de crianza. Una vecina lo rescató cuando la corriente lo arrastraba y lo resguardó hasta devolverlo.

Comunidades en riesgo constante

El líder comunitario Manuel Hernández señala que la ayuda llega principalmente de la Unidad de Salud de San Miguel Centro, empresas privadas y organizaciones religiosas. Llevan brigadas médicas, alimentos y donativos sin escatimar, afirma. Pero también lamenta que en ocasiones las autoridades condicionan el apoyo: «Me dicen que si la gente no se va para San Miguel al albergue de allá, no me van a ayudar».

Según los habitantes, trasladarse a los albergues oficiales implica abandonar sus casas y animales durante semanas, lo que consideran inviable. Piden a autoridades adecuar mejor el refugio local de Cazamota en lugar de obligarlos a desplazarse.

El caserío Cazamota tiene unas 130 viviendas. De ellas, 40 están ubicadas en la zona conocida como Las Flores, que no sufre inundaciones directas, pero queda aislada durante varios días porque el agua rodea las casas. En esos períodos, los vecinos no pueden salir a trabajar ni abastecerse de leña, agua o alimentos. En el albergue comunitario, administrado por la iglesia, se sirven tres tiempos de comida diarios para unas 300 personas.

El agua potable es otra necesidad crítica

El servicio se interrumpe cada tarde y en el refugio solo hay un baño para decenas de familias. Es por ello que Hernández afirma que ha solicitado a «todos los alcaldes que han pasado por San Miguel» que instalen un tanque grande para tener agua disponible las 24 horas en el refugio. «Pero no nos escuchan», lamenta el líder comunitario.

La situación se repite en el cantón El Borbollón, zona de la laguna El Jocotal. Allí, las familias denuncian que el agua contaminada se filtra en las tuberías de agua potable, dejándolas sin acceso a un recurso seguro para el consumo. Más de 100 familias se ven afectadas cada vez que ocurre una inundación.

El refugio de Cazamota tiene 16 camarotes, pero no son suficientes. Colchonetas, frazadas y más recursos son necesidades urgentes cada temporada de lluvias.

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