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Carreras de caballos y rifas, una tradición que sostiene a una escuela fronteriza

En una de las escuelas ubicada en la franja fronteriza entre Honduras y El Salvador, en una zona donde hay carencias en infraestructura vial y en los centros escolares, desde hace años los padres de familia y maestros cubren algunas necesidades gracias al esfuerzo comunitario para recaudar fondos

En una de las escuelas ubicada en la franja fronteriza entre Honduras y El Salvador, en una zona donde hay carencias en infraestructura vial y en los centros escolares, desde hace años los padres de familia y maestros cubren algunas necesidades gracias al esfuerzo comunitario para recaudar fondos. Foto EDH / Insy Mendoza

Padres de familia, profesores y alumnos del Centro Escolar Caserío Los Chorros, ubicado en el cantón Monteca del distrito de Nueva Esparta, La Unión Norte, celebraron recientemente sus tradicionales carreras de cintas a caballo y ventas de comida. El objetivo: recaudar fondos para mejorar las condiciones del centro educativo, cuya prioridad actual es cambiar el sistema eléctrico, obsoleto desde hace más de 25 años.

La pequeña escuela, situada en la franja fronteriza con Honduras, atiende a 39 estudiantes desde parvularia hasta sexto grado, bajo la enseñanza de solo dos profesoras. Fue construida en 1998 y, desde entonces, no ha tenido mejoras en el sistema de energía eléctrica.

A la actividad se unieron también pobladores de la comunidad hondureña de Estancia, en el departamento de La Paz, quienes cada año cruzan el río fronterizo para participar en las carreras y apoyar las iniciativas de recaudación.

Uno de los asistentes hondureños comenta que siempre se apoyan entre comunidades vecinas, porque las necesidades de las escuelas rurales son las mismas a ambos lados de la frontera.

La directora del centro escolar, Ludís Gloribel Reyes, explicó que las actividades comunitarias son la única vía para solventar las necesidades más urgentes. «Siempre hay algo que resolver, sea pequeño o grande. Organizamos rifas, ventas de comida y las carreras de cinta a caballo que realizamos desde hace 20 años. En esta ocasión, queremos reparar el sistema de energía eléctrica y construir una pila para almacenar agua», detalló.

En una de las escuelas ubicada en la franja fronteriza entre Honduras y El Salvador, en una zona donde hay carencias en infraestructura vial y en los centros escolares, desde hace años los padres de familia y maestros cubren algunas necesidades gracias al esfuerzo comunitario para recaudar fondos. Foto EDH / Insy Mendoza
En una de las escuelas ubicada en la franja fronteriza entre Honduras y El Salvador, en una zona donde hay carencias en infraestructura vial y en los centros escolares, desde hace años los padres de familia y maestros cubren algunas necesidades gracias al esfuerzo comunitario para recaudar fondos. Foto EDH / Insy Mendoza

Trabajo en equipo

La directora comentó que en las carreras de caballo también participan ex alumnos y las personas de las comunidades, y que no falta el apoyo de los hondureños. «También nos acompañan los hermanos de Honduras, que no nos fallan, sin importar cómo estén las condiciones del río, siempre vienen».

Los padres de familia se involucran activamente. Merlín Zavala, quien pertenece a la directiva de padres de familia de la escuela, dice que como ex estudiante conoce de las necesidades que enfrenta el centro escolar. Ahora, su hija de 8 años estudia en dicho centro: «trabajamos en actividades de ventas para recaudar fondos para la escuela porque hay muchas cosas que se necesitan resolver».

Lucio Chávez, ganadero residente en el centro de Monteca, llegó con su caballo para participar y así apoyar a las necesidades de la escuela. «Todos los años hacen actividades, y la gente de las comunidades les apoya porque hay muchos niños que necesitan que se les ayude para mejorar la escuelita».

Por su parte, Eva Reyes, madre de familia, contó que el trabajo es completamente voluntario. «Nos involucramos en trabajar preparando comida, hamburguesas, pizzas para vender para tener fondos porque en la escuela tenemos muchas necesidades; algunas ya las hemos solventado como pequeñas reparaciones, la idea es mejorar y priorizar las necesidades», expresó.

Es fundamental el apoyo de los padres de familia y alumnos porque en la escuela solo somos dos docentes, y sin ellos no podemos montar estas actividades de las carreras de caballo y venta de comida»

Ludís Gloribel Reyes, directora de la escuela

Las actividades de la escuela incluyen una fiesta de la comunidad donde llegan los residentes de los diferentes caseríos.

Pero además de los problemas internos de la escuela, los vecinos denuncian el mal estado de la calle principal que conecta el caserío Los Chorros con el cantón Monteca. El camino, lleno de baches y tramos erosionados, solo es transitable por vehículos altos, motocicletas o a caballo.

«La calle está destrozada. Aquí se produce maíz, frijol, café y hortalizas, pero el mal acceso afecta a todos. Es una zona olvidada», lamentó Chávez.

En una de las escuelas ubicada en la franja fronteriza entre Honduras y El Salvador, en una zona donde hay carencias en infraestructura vial y en los centros escolares, desde hace años los padres de familia y maestros cubren algunas necesidades gracias al esfuerzo comunitario para recaudar fondos. Foto EDH / Insy Mendoza
En una de las escuelas ubicada en la franja fronteriza entre Honduras y El Salvador, en una zona donde hay carencias en infraestructura vial y en los centros escolares, desde hace años los padres de familia y maestros cubren algunas necesidades gracias al esfuerzo comunitario para recaudar fondos. Foto EDH / Insy Mendoza

Tradición que une fronteras

Las carreras de cinta a caballo son el atractivo principal de la celebración. Consisten en que los jinetes recorren a toda velocidad un circuito y, al pasar bajo un lazo con listones, intentan sacar uno con un lapicero o varilla.

Desde la comunidad de Estancia, Honduras, llegó un grupo de cinco caballerangos, entre ellos Jonatan Rodríguez, de 12 años, quien participó por primera vez. «Mis amigos me prestaron el caballito para correr», contó emocionado.

Fredi Díaz, hondureño manifestó que cada año tratan de apoyar a las diferentes actividades: «venimos cinco pero en años anteriores han participado más. Es bonito apoyarnos porque cada vez que hay estas celebraciones nosotros venimos a está comunidad de Los Chorros, y ellos también van a nuestras celebraciones». Mientras que Lucio Chávez, desde Monteca con su caballo, de nombre Consentido, asistió por segundo año seguido un año para participar en esas carreras.

La jornada transcurrió entre música, comida y aplausos, pero también con un reclamo compartido: la necesidad urgente de atención y mejoras para la escuelita fronteriza, que aún depende del esfuerzo de la comunidad.

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