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Alejandra: 15 años luchando contra la diabetes y aprendiendo a vivir con la enfermedad

Cuando tenía 21 años, Alejandra fue diagnosticada con diabetes mellitus tipo 1, uno de los tipos de diabetes menos frecuente

Alejandra -paciente con diabetes thumbnail

Hace 15 años, Alejandra Escobar fue diagnosticada con diabetes mellitus tipo 1, una enfermedad que le cambió la vida para siempre y que, en sus palabras, le ha enseñado también a valorar cada momento.  

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la diabetes tipo 1, también conocida como diabetes juvenil o diabetes insulinodependiente, es una afección crónica en la que el páncreas produce poca o ninguna insulina por sí mismo. Resalta que para las personas que viven con esta condición, el acceso a un tratamiento asequible, incluida la insulina, es fundamental para su supervivencia.

La joven tenía 21 años cuando recibió el diagnóstico. Hasta entonces, era una mujer sana, madre de un bebé de un año, activa y sin mayores preocupaciones médicas. Pero en 2008 empezó a notar señales de alarma que ningún médico lograba explicar: una pérdida súbita de peso, cansancio extremo, sed incontrolable y una ansiedad constante por comer dulce.

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A donde quiera que va, Alejandra lleva con ella el glucómetro. Foto: EDH/ Xiomara Alfaro

“De un día para otro todo empezó a cambiar”, recuerda. Llegó a perder más de 60 libras en cuestión de meses. Relata que pasó de un peso habitual de 135 libras a 72. En su familia no había antecedentes de diabetes, y siempre consideró que la posibilidad de que esta enfermedad llegara a su vida era muy baja.


Sin saber lo que ocurría, sus familiares estaban alarmados, pero las consultas iniciales no daban respuestas.

“Nadie me decía qué tenía. Yo caminaba un pedacito y ya iba cansada. Era una desesperación, pero no entendía lo que me estaba pasando. Mi hijo era pequeño. Mi mamá que siempre ha sido mi apoyo me decía que tenía que ser fuerte y debía vivir por él», explica.


Su vida dio un giro cuando finalmente un examen dio como resultado 560 mg/dl de glucosa en ayunas y casi 700 dos horas después.


El diagnóstico fue inmediato y contundente. Alejandra fue diagnosticada con diabetes mellitus tipo 1 en estado de descompensación severa.


“Sentí un impacto enorme. El doctor me dijo: ‘Tu vida va a cambiar desde hoy’”, comenta. Desde ese momento empezó un proceso difícil, marcado por visitas constantes al Hospital Rosales, ingresos hospitalarios y un tratamiento intensivo con insulina. Pasó de inyectarse cuatro veces al día a usar combinaciones específicas de insulina regular y glargina, siempre acompañada del monitoreo estricto de sus niveles de glucosa.


Cada vez que sale de su casa, no puede faltar el glucómetro y todos los implementos necesarios para el chequeo tampoco puede faltar su medicamento para atender cualquier emergencia. «Llevo conmigo un termo para proteger el medicamento», explica.


Sin duda esta enfermedad cambió su vida… pero no la detuvo.


La diabetes llegó acompañada de otras complicaciones,  neuropatía diabética, cataratas en ambos ojos, migraña crónica y daño nervioso. Incluso sobrevivió un episodio crítico en el hospital en el que estuvo al borde de la muerte.


“Agonicé una vez. Yo sentí que me iba a morir. Pero Dios me dio otra oportunidad”, dice.

En el camino, Alejandra no solo tuvo que enfrentar la enfermedad, sino también el miedo, el estigma y la desinformación.


“La gente te dice: ‘¿Y por qué te dio eso?’, o que la insulina te deja ciego. No saben que lo que daña es la glucosa mal controlada”, lamenta.


En este largo camino, un pilar fundamental ha sido su familia, especialmente su mamá, doña Maritza Escobar, quien incluso aprendió a inyectar la insulina los primeros dos años.


“Ella me daba fuerzas aunque quisiera llorar. Siempre estuvo conmigo”, expresa con gratitud.


Esta madre también ha encontrado gran apoyo en los talleres educativos que imparte la Asociación Salvadoreña de Diabetes ( ASADI). Ahí dice que aprendió a manejar la enfermedad con responsabilidad y sin miedo.


Cada miércoles, explica, asiste a las charlas en el Hospital Molina, donde el licenciado Ricardo Domínguez, educador de ASADI, se encarga de abordar diferentes temas y motivar a la concientización.


«Han sido de gran apoyo porque muchas personas pueden entrar en depresión y hay personas que se encierran en eso, pero el mundo no se acaba, sabemos que podemos vivir con ella (diabetes) y controlandonos», añade.


Hoy, a sus 36 años, Alejandra se describe como una mujer más fuerte, disciplinada y consciente de su salud.


Mantiene un control estricto de sus niveles de glucosa, recibe seguimiento en ocho especialidades médicas, debido a las complicaciones que ha dejado la diabetes.


“Nos enseñaron a ser amigos de la diabetes, no enemigos, porque con ella vivimos todos los días”, dice.


Su hijo, Emanuel Alonso, que ahora tiene 18 años, sigue siendo su mayor motivación. “Mi motor siempre ha sido mi hijo. Verlo crecer me dio fuerzas para seguir adelante”, expresa.


Llamado a la atención temprana

Alejandra es clara al señalar que una actitud negativa puede costar caro. “A veces la gente dice: ‘De algo nos vamos a morir’. Pero no es así. La salud es lo principal. Si me hubieran tratado a tiempo, quizá no habría tenido tantas complicaciones”.

Por eso, insiste en que las personas con factores de riesgo (sobrepeso, antecedentes familiares, sedentarismo) busquen atención antes de que sea tarde.

“Es mejor tratarlo ahora que lamentar después una amputación, la vista perdida o un daño irreversible”.

Y añade: “Se puede vivir con diabetes. No es el fin. Con control, educación y apoyo, todo cambia”.

Signos de alerta

El doctor el Norman Flores, endocrinólogo y miembro de la Asociación Salvadoreña de Diabetes (ASADI), señala que diabetes mellitus es una de las enfermedades crónicas más frecuentes en El Salvador y que continúa en aumento.

Según datos recabados por ASADI, 1,200,000 salvadoreños saben que tienen diabetes en El Salvador, y cerca de 800,000 personas están en estado de prediabetes, es decir, a un paso de desarrollar la enfermedad si no cambian sus hábitos.

Doctor Norman Flores, especialista en endocrinología y miembro de la Asociación Salvadoreña de Diabetes (ASADI).

Ante este escenario, el especialista resalta la importancia de la educación tanto a nivel personal como desde un enfoque de politicas públicas.

Asimismo, llama a la población a prestar atención ante sintomas como sed excesiva, ganas frecuentes de orinar, pérdida de peso inexplicable, cansancio extremo, hambre persistente y visión borrosa.

“La diferencia entre una vida normal y una vida llena de complicaciones es la educación diabetológica”, explica.

La educación también debe involucrar a las familias y centros de trabajo. Ocultar la enfermedad, dice el especialista, solo aumenta el riesgo en caso de una crisis.

DÍA MUNDIAL DE LA DIABETES

El tema del Día Mundial de la Diabetes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de este 2025, «La diabetes en todas las etapas de la vida«, subraya que todas las personas que viven con diabetes deben tener acceso a una atención integral, entornos favorables y políticas que promuevan la salud, la dignidad y el autotratamiento, señala una publicación de Naciones Unidas.

El Día Mundial de la Diabetes (DMD) fue creado en 1991 por la Organización Mundial de la Salud y la Federación Internacional de la Diabetes en respuesta al aumento de la preocupación por la creciente amenaza para la salud que representa esta enfermedad.

El Día Mundial de la Diabetes se convirtió en un día oficial de las Naciones Unidas en 2006 con la aprobación de la Resolución 61/225 de las Naciones Unidas. Se celebra cada año el 14 de noviembre, aniversario del nacimiento de Sir Frederick Banting, quien descubrió la insulina junto con Charles Best en 1922.

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