Light
Dark

«No sabíamos de dónde podían aparecer los agentes de ICE»: salvadoreño autodeportado

Dos salvadoreños retornados desde Estados Unidos describen lo que significó para ellos volver a El Salvador, luego de enfrentar la zozobra

Aeropuerto El Salvador
Con una inversión de $245 millones, la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma, CEPA anunció la construcción de la segunda etapa del Aeropuerto Internacional de El Salvador San Óscar Arnulfo Romero. Foto EDH/ Lissette Monterrosa

«Jaime» fue el nombre que le asignaron los coyotes a Raúl Valencia, de 32 años, originario de Texistepeque, Santa Ana, cuando decidió viajar de manera irregular hacia Estados Unidos (EE.UU) en 2023. 

Él es uno de los salvadoreños que se reunieron el pasado 27 de noviembre junto a otros retornados para celebrar la cena de Acción de Gracias, organizada por la Asociación Agenda Migrante El Salvador (AAMES).

«Tuvimos que usar unos nombres, a mí me habían dado el de Jaime y teníamos que dar un número que era el 327 el que me habían dado. Si alguien nos preguntaba ese nombre y ese número teníamos que darlo, pero no sé por qué. Nunca lo tuve que usar», relató. 

Raúl viajó sin documentos a Estados Unidos y en 2024 decidió autodeportarse por la misma incertidumbre que enfrentan miles de personas, con su estatus migratorio, tras la política antiinmigrantes impulsada con la llegada del presidente Donald Trump. Este año, el Gobierno estadounidense incluso implementó medidas para incentivar las autodeportaciones entregándole mil dólares a quienes lo hacen.

Describió que trabajó en el sector de la construcción por casi un año, pero que la condición política y migratoria cambió a partir de 2024. «Las personas que migramos de esta forma (irregular) ya no éramos vistos como personas gratas», detalló. 

Agregó que tuvo la opción de poder regresar o autodeportarse para no ser expulsado directamente por las autoridades migratorias de Estados Unidos. «Ya con esta otra política, ya con todo esto por parte del señor Trump realmente no es un lugar para una persona en condiciones ilegales», contó. 

Describió, además, cómo vivió las redadas de agentes migratorios: «No sabíamos de dónde podían aparecer los agentes de ICE, eso era vivir con una zozobra todo el tiempo, ya no es condición para un inmigrante ilegal estar ahí», dijo.

Relató que familiares de las personas con las que trabajó en Estados Unidos le ayudaron a conseguir el vuelo de regreso a El Salvador y narró que le gustaría regresar al país norteamericano pero con documentos.

Sin oportunidades

La situación económica obligó a Raúl a abandonar El Salvador y emprender un viaje por varias semanas. Narró que el viaje no fue difícil porque únicamente abordaron varios buses hasta llegar a la frontera con Estados Unidos. 

Únicamente hizo hasta noveno grado en una escuela humilde, describe Raúl, que no le permitió «alcanzar mucho conocimiento». 

Esta situación, asegura, no le permite hasta la fecha encontrar una buena oportunidad de trabajo y por eso mismo también decidió migrar hacia el país norteamericano hace dos años. 

Al retornar al país, luego de un año, la situación ha cambiado poco para Raúl. La diferencia es que pudo conseguir un empleo de «delivery», en el que hacen entregas de encomiendas en diferentes puntos del país. 

El pago «no es tan malo» asegura. Son $150 cada 15 días por ser ayudante en estas entregas. Pero lo único que le da esperanzas actualmente es conseguir un empleo en algún call center. «Encontrar una oportunidad de trabajo afuera, no creo, para mí como una persona sin preparación no hay opciones», contó. 

William López tiene 60 años. Fue deportado en 2016 luego de estar en Estados Unidos desde la edad de tres años. Su caso retrata lo que es perder todo e iniciar desde cero en otro país. Él era residente permanente en aquel país. 

«Mi cuerpo estaba aquí, pero mi mente, mi corazón estaba con mi madre y con mis hermanos y mis hijos», narró. 

Estudió y vivió por varias décadas en el país norteamericano. Construyó una casa valorada en casi medio millón de dólares, tenía una empresa y un buen trabajo, relató

Sin embargo, todo eso lo perdió, al menos por el momento, luego que fue deportado en septiembre de 2016 tras un problema legal que tuvo con su exesposa. 

A pesar de su preparación de años, describió que le costó encontrar un empleo que se adecuara a su nivel de estudios y su experiencia. Empezó a trabajar, como muchos salvadoreños retornados, en un call center. 

Con el paso del tiempo decidió poner su propia escuela de inglés y en el 2023 relató que sufrió un robo en las instalaciones y se llevaron todo lo que tenía en el negocio ubicado en Santa Tecla. Perdió aproximadamente $15,000. 

En la conversación, William contó la depresión que sufren una buena parte de los migrantes al llegar al país tras ser expulsados de Estados Unidos. Una buena parte, describe, se vuelven alcohólicos. 

Un primo de William también fue deportado en el mismo año. Sin embargo, él no aguantó la situación de estar lejos de su familia y tomó la decisión de suicidarse. 

Pero para William aún existen esperanzas de regresar a Estados Unidos y aseguró que su caso aún se puede pelear, pero debe esperar que se cumplan los 10 años de castigo recibidos. El próximo año podrá optar por regresar a Estados Unidos e intentar recuperar todo lo que perdió. 

Patrocinado por Taboola