La mayoría de los receptores del Triángulo Norte destina el dinero enviado desde el exterior a la manutención del hogar. Solo el 3 % logra ahorrar, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El 88 % de los hogares del Triángulo Norte de Centroamérica —Guatemala, Honduras y El Salvador— utilizó en 2024 las remesas recibidas para comprar alimentos; el 45 % destinó parte de los fondos a gastos de salud y un 38 % al pago de servicios básicos.
Así lo detalla el informe «El papel de las remesas en Centroamérica, México y República Dominicana en el alivio a la pobreza», publicado en el blog La Maleta Abierta del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El documento subraya que las remesas constituyen una de las principales fuentes de ingreso en los hogares más pobres, cuya capacidad de consumo depende directamente de la continuidad de estos flujos.
«Por ejemplo, para los hogares más pobres del Triángulo Norte, las remesas representan el 90 % de sus ingresos», señala el BID.
Otro estudio del organismo, titulado «Las remesas a América Latina y el Caribe en 2024: disminuyendo el ritmo de crecimiento», confirma que estos envíos familiares se han consolidado como uno de los pilares más sólidos de las economías centroamericanas.
De acuerdo con las encuestas realizadas, el 88 % de los migrantes consultados dijo usar las remesas para gastos de manutención —alimentos, vivienda y transporte—, mientras que el segundo destino más frecuente fueron los gastos médicos, en su mayoría de emergencia.
En el caso de El Salvador, estos datos coinciden con las cifras del Banco Central de Reserva (BCR).
Entre enero y agosto de 2025, el país recibió $6,535.1 millones en remesas familiares, un incremento del 18.2 % respecto al mismo periodo del año anterior.
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De ese total, $6,461.2 millones se destinaron al consumo, equivalente al 98.2 %, y apenas un 1.8 % a inversión.
En términos simples, de cada diez dólares que ingresan al país desde el exterior por remesas, nueve se utilizan para cubrir gastos básicos y solo uno se dedica a inversión, ahorro o educación.
Lo que quiere decir que, las remesas son un ingreso esencial para la subsistencia de millones de familias en la región.
Cuarta parte de la economía de C.A.
Entre enero y agosto de 2025, el Triángulo Norte acumuló $31,337 millones en remesas, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Esta cifra supera en $5,346 millones los $25,991 millones registrados en el mismo periodo de 2024, lo que representa un crecimiento del 20.56 %.
Durante esos ocho meses, los envíos ascendieron a $3,270 millones en enero, $3,404 millones en febrero, $3,873 millones en marzo y $3,774 millones en abril.
En los meses siguientes se mantuvo la tendencia al alza, con más de $4,200 millones en promedio mensual entre mayo y agosto.
Del total regional, El Salvador recibió $6,535.2 millones (20.9 %), Guatemala $16,861.6 millones (53.8 %) y Honduras $7,940.6 millones (25.3 %).
Los incrementos interanuales fueron de 18.3 % para El Salvador, 19.5 % para Guatemala y 25 % para Honduras.
Cada año, más de 500,000 personas de estos tres países intentan emigrar irregularmente hacia Estados Unidos en busca de mejores oportunidades, según la OIM.
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En 2024, los envíos desde el exterior superaron los $45,000 millones, equivalentes al 23 % del PIB regional.
El estudio «Remesas de migrantes a Centroamérica y opciones para el desarrollo», también del BID, destaca que uno de cada cuatro dólares que circulan en la economía centroamericana proviene del trabajo de los migrantes en el extranjero.
En algunos países, estos ingresos incluso superan el valor total de las exportaciones, en Guatemala, por ejemplo, equivalen al 83 % del total exportado.
Aunque las remesas se han convertido en el indicador externo más sólido de la región, el BID advierte que la desaceleración migratoria prevista para los próximos años podría reducir su crecimiento.
El organismo recomienda canalizar estos recursos hacia el ahorro formal, la educación y la inversión productiva, así como fortalecer la autonomía financiera de los hogares para disminuir la dependencia de la migración.
«Aprovechar las remesas mediante la inclusión financiera y la inversión en conocimiento no solo reduce la vulnerabilidad económica, sino que impulsa un desarrollo sostenible para Centroamérica», concluye el informe.
En los últimos 30 años, las remesas se han consolidado como motor de desarrollo y sustento esencial para millones de hogares centroamericanos. Solo en 2024, estos flujos superaron los $45,000 millones, equivalentes al 23 % del PIB regional.
En poco más de dos décadas, el peso de las remesas en la economía se multiplicó por diez, pasando del 10 % del PIB en 2010 al 23 % en 2024, confirmando su papel crucial en la estabilidad económica y social de la región.
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