Light
Dark

El deporte no es para todos los niños

El reto de reducir la brecha en el acceso al deporte para los infantes se mantiene pese a los esfuerzos en educación por mejorar las condiciones; a nivel federado, el esquema se repite, los más pobres son los que menos oportunidades gozan

Futbol- Canchas- Mal Estado

La frase «en cuerpo sano, mente sana» encierra una verdad milenaria que nadie niega, pero, en la actualidad, debería analizarse cómo llevarla a la práctica para los más necesitados, a través de políticas deportivas más inclusivas.

El deporte, como el sano esparcimiento o el arte, no son materias exclusivas de la alta sociedad pero sigue siendo esta la que goza sus mejores mieles, repitiendo un esquema social similar al de la educación formal.

Hay varios aspectos a considerar para hacer deporte, por mencionar algunos: tiempo, maestros o tutores calificados, un espacio adecuado, y otros.

Futbol- Canchas- Mal Estado
Arriba, un chico muestra un dibujo de lo que sueña ser de grande, futbolista. Fotos EDH/Cortesía

El artículo 3 de la Ley General de los Deportes de El Salvador declara «de interés social y de utilidad pública la organización, promoción y desarrollo del deporte en todo el territorio nacional», y añade que el Ejecutivo está obligado a garantizar el derecho fundamental de acceder a este, a la actividad física, y a la enseñanza de la educación física.

«Para hacer efectivo el goce de tales derechos, el deporte y la educación física serán objeto de atención, estímulo y apoyo de parte del Estado», añade.

En cuanto al tiempo, hay que aclarar que en el país tener espacio para jugar, para hacer deporte, no es para todos los niños. Con casi 80 mil menores trabajando, es lógico pensar que el espacio que puedan dedicar al desarrollo físico (y por tanto mental) a través del deporte es mínimo, aunado a que lo que les «sobre» debería ser para estudiar.

No en vano la educación física es una parte de la currícula de las escuelas públicas y colegios privados, pero, de nuevo, los más pobres, es decir, los que asisten al sistema público, son los que enfrentan mayores obstáculos para disfrutar del deporte plenamente, pese a los esfuerzos estatales del presente gobierno y de los pasados.

Un sueño, una ilusión

José (nombre ficticio para proteger su identidad a pedido de la madre) es un chico de 9 años que sueña con ser futbolista. Vive en la zona sur de San Salvador, en un cantón. Iba a una escuela cercana, pero debido al acoso escolar que sufrió, como le pasó también a su hermano mayor, mejor lo sacaron y ahora estudia en otra un poco más lejos. Nunca conoció a su padre, y el fútbol siempre ha sido su refugio.

En la escuela a la que ahora asiste no hay cancha, y para practicar algún deporte, generalmente se improvisa en un pasillo, salvo una vez a la semana que visitan una aledaña.

«Al menos ahora se puede hacer eso», reconoce su madre, al referirse que antes atravesar colonias era un verdadero riesgo para la vida por el tema pandilleril, una situación que su otro hijo (19 años) no pudo experimentar cuando estudiaba.

José quiere ser como Cristiano Ronaldo. Lo ha visto en las redes sociales, y alguna vez en partidos, aunque el acceso real a observar deporte pasa por lo que transmite la televisión nacional.

Futbol- Chicos- Cancha- Mal Estado
Unos jóvenes juegan al fútbol en una cancha deteriorada, pero a la que acceden de manera gratuita en Mejicanos. | Fotos EDH/ Archivo.

En su casa, un pequeño patio y la pared posterior de la cocina hacen las veces de cancha y portería, respectivamente, y su madre, cuando puede, juega con él. Muy pocas ocasiones ocurre, trabaja como empleada doméstica en San Marcos, y el juego se limita a los fines de semana, no siempre, pues ella no sólo carga con el tema económico familiar sino con el trabajo del hogar.

José no tiene acceso a hacer deporte federado, aunque además del fútbol le llaman la atención el baloncesto y la natación. Para federarse hay una serie de condiciones que no siempre son fáciles de cumplir por muy simples que parezcan. La primera, disponibilidad económica para moverse a algún lugar donde enseñen natación, fútbol o baloncesto, y obviamente tendría que ser de manera gratuita. La segunda, su formación deportiva es limitada, es básicamente lo que ha aprendido en la calle de tierra que lleva a su hogar, pegarle a una pelota plástica. «Algún día quisiera jugar en la Selección», menciona.

Un problema estructural

La realidad se impone. José y la gran mayoría de niños de escuelas públicas, de los que trabajan, o de los que no estudian, no tienen mayor acceso al deporte, están menos desarrollados en relación a otros chicos en aspectos motrices. De hecho, no es extraño que le fuera difícil aprender a escribir, según se puede desprender de lo que Mario Guerra, licenciado en Ciencias de la Educación, con especialidad en Física y Deportes, señala al mencionar que hay una relación fundamental entre desarrollo físico y cerebral que influye en el aprendizaje educativo formal.

Con 18 años de experiencia, 15 en el área privada y 3 en la pública, Guerra considera «fundamental la educación física en los niños porque se desarrolla la parte psicomotriz desde la primera infancia, ya que el niño, al momento de leer y escribir, necesita desarrollar también la motricidad fina como debe de ser».

Para Guerra, se está rompiendo con cierta tradición que ha existido pues la educación física se venía resumiendo en enfocarse solamente en el fútbol: «tanto en lo privado como en lo público, el maestro solo les tiraba una pelota de fútbol, y ahí está todo, cuando realmente la educación física va más allá. Jugar fútbol en realidad lo pide el programa de tercer ciclo en adelante, no en lo básico», sostiene, y añade que «por eso hay mucha deficiencia en el área de la educación física, porque el maestro tradicional piensa que sólo es jugar fútbol».

La implicación

El problema de un desarrollo físico limitado no tiene que ver solamente con que sea menor la probabilidad posterior de generar atletas de élite, como ya ocurre en el país salvo excepciones, sino que esto tiene una implicación directa con el cerebro. «El desarrollo que se les da a través de la educación física de la motricidad fina y gruesa se conecta con el desarrollo cerebral, es el desarrollo entre tu cerebro y el movimiento del cuerpo. Eso ayuda a la agilidad de la escritura, en los trazos a medida que uno hace ejercicios con movimientos de balón, con los dedos, y muchas prácticas deportivas favorecen a eso en los niños desde la primera infancia».

Pero si incluso en el área privada muchas veces hay deficiencias, en la pública, y en las zonas rurales es mayor la brecha.

Para Guerra, «definitivamente hay diferencias, pues se cuenta con mayor recurso en lo privado, desde el material didáctico que un maestro de educación física recibe en un colegio, que es mejor».

Sin embargo, considera que «de un tiempo para acá, sí ha habido una mejoría en lo público ya que muchos maestros que vienen del sistema privado han ingresado al sistema público. Pero sí me atrevo a decir que antes, hace unos años, en las escuelas ser maestro de educación física casi que solo era tirar la pelota y decirles jueguen. Ahora he notado que se están viendo cambios para bien. De hecho, este año hasta se hizo una competencia apoyada por el Indes en la escuela donde yo trabajo (Mejicanos), se fomenta a los niños en la diversidad de deportes de conjunto, como baloncesto, vóleibol, fútbol. Eso da mayor oportunidad a los estudiantes de las escuelas públicas para poder acceder a competencias donde generalmente son los colegios de prestigio los que ganan, ya que hay un apoyo en todos los aspectos, que es mucho mayor que en las escuelas». Por ejemplo, en muchas escuelas no hay un maestro propiamente de educación física, en muchos colegios privados sí, y son estos los que incluso tienen hasta entrenadores para las selecciones, es decir, maestros especializados en un deporte en específico, como fútbol o baloncesto.

Consultado sobre esas diferencias, reconoce que «hay una brecha, las oportunidades que se le abren a un niño de un colegio son mucho mayores que las de uno de escuela pública, primero por el apoyo que pueden recibir de los padres. Este último tiempo, sobre todo este año, el Ministerio de Educación está apostándole a darle mayor oportunidad a los chicos de escuelas públicas. Cada último viernes de mes nos reunimos los maestros a planificar cómo apoyar en todos los sentidos, basándonos en la realidad que se vive en cada escuela, y ya no solo dejarnos ir por un programa», sostuvo Guerra.

Y es que, explica, hay un cambio de mentalidad en la educación física actual.»Por ejemplo, hablemos de una disciplina aplicada en el vóleibol. El programa te pide desarrollarlo, pero si en una escuela no se tiene cancha, sino un patio, vos te vas a acoplar a tu realidad y a tu población. No vas a ir a trabajar recepción, saque alto, saque bajo si no asimilan esa información, si ni saben qué es el vóleibol, ni lo han visto. Entonces, en tu planificación, lejos de ir a eso, vas a lo básico, vas a enseñarles primero de qué va el deporte. Es como cuando quieres enseñar a los niños sobre acentuación y puntuación en quinto, sexto grado, pero si no saben leer, no vas a ir a eso, debes ir a lo básico, y esa es la realidad, que debés adaptar el programa a lo que tenés».

Por ahora, al menos, hay «total libertad de moverte sin problemas. En la escuela no tenemos acceso a una cancha de fútbol, por lo que los intramuros son afuera. Hay una como a dos cuadras, y de hecho, para los juegos estudiantiles hasta nos trasladamos a un sector donde antes no se podía», señala.

Pero la realidad se impone, por más que a veces se puedan saltar esos obstáculos de falta de canchas, de no tener los mismos recursos económicos ni el material didáctico, «no se puede competir contra los colegios» en juegos estudiantiles. «Siempre ha habido esos juegos, se hacen por zonas. Generalmente hay una escuela fuerte, la que siempre gana, pero ya cuando esta compite con otras instituciones no logra llegar a un puesto para representar al país. De 10 instituciones que representan a El Salvador, me atrevo a decir que 8 son colegios privados, 2 escuelas públicas. ¿Por qué? Por los factores de alimentación, desnutrición, falta de recursos. Puede haber capacidad, pero si no tienen la alimentación adecuada, el rendimiento físico no se va a lograr aunque no estemos hablando de atletas de alto rendimiento», concluye.

Y similar ocurre con el deporte federado. Aunque ha habido programas de masificación y captación de talento en distintos departamentos del país, lo cierto es que la mayoría de atletas que logran hacer deporte federado, por tanto con entrenadores especializados en sus áreas, con acceso incluso a tratamiento médico en Indes, son aquellos que más apoyo tienen de sus padres, tanto económico como emocional y presencial (es decir, tienen tiempo dentro de sus trabajos para llevarlos a entrenos, competencias, apoyarles en las derrotas, guiarlos en las victorias, así ni sepan del deporte) y, generalmente provenientes de colegios privados.

Captar talento por parte de las federaciones para formar atletas es una tarea enorme, sobre todo porque no tienen la capacidad de encontrarlo de manera temprana, y de poder trabajar en las deficiencias que la brecha de desigualdad marca en la primera infancia. Aún así, federaciones como karate, atletismo, natación, y otras, han desarrollado en el pasado programas de masificación y captación de talento muy joven, con cierto impacto en las comunidades. Pero de ahí a que se traslade en que esos serán los atletas elite del país, aún hay mucho camino por recorrer. El reto para que la educación física llegue a todos y permita un mejor desarrollo cerebral en los niños es enorme, no digamos el de producir atletas que compitan internacionalmente. El mismo Yamil Bukele, presidente de Indes, comentó a este medio en su momento que «es un deber del Indes crear y desarrollar mecanismos para que más salvadoreños puedan acceder a mejores oportunidades deportivas».

Patrocinado por Taboola