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Tercera edición del Latin Metal Fest conquista la ciudad de Gallarate, en Italia

Omar Cevallos, salvadoreño originario de la capital de la cumbia, San Vicente, comparte la historia, los desafíos y la visión de un evento que ya forma parte del mapa underground del metal italiano.

El Latin Metal Fest es el reflejo de una comunidad que se organiza desde los sótanos de Italia. | Fotos: cortesía

El rugido de las guitarras, el pulso de la batería y la potencia de las voces latinas volvieron a retumbar en Gallarate con la tercera edición del Latin Metal Fest .

Este encuentro, que une a músicos latinoamericanos residentes en Italia, se ha consolidado como una de las plataformas independientes más sólidas para la escena del metal en español en Europa.

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Nacido de la autogestión y el espíritu colaborativo, el festival representa mucho más que una noche de conciertos: es un espacio de resistencia cultural, de comunidad y de orgullo latino.

Conversamos con su fundador y organizador, Omar Cevallos, salvadoreño originario de la capital de la cumbia, San Vicente, quien comparte la historia, los desafíos y la visión de un evento que ya forma parte del mapa underground del metal italiano.

«El festival nació del deseo de abrir un espacio para las bandas latinoamericanas que tocan metal en español en Italia. No es fácil entrar en el ambiente metalero europeo, donde predomina el inglés. Las bandas que cantamos en nuestro idioma la tenemos más difícil para conseguir escenarios. Por eso pensamos: si no existe ese espacio, tenemos que crearlo nosotros», explicó.

El origen del Latin Metal Fest se remonta a una situación inesperada.

«Un amigo mío, organizador de eventos, tuvo que cancelar un concierto al aire libre por culpa de la lluvia. Le propuse montar un show de rock en un espacio cerrado para ayudarle a recuperar parte de la inversión. Así nació el primer Latin Metal Fest, en una residencia privada en Gallarate. Fue un éxito total, con siete bandas y un público impresionante», añadió Cevallos.

Omar Cevallos habló de los desafíos y la visión de este evento que ya forma parte del mapa underground del metal italiano. Foto: cortesía
Omar Cevallos habló de los desafíos y la visión de este evento que ya forma parte del mapa underground del metal italiano. Foto: cortesía

Desde entonces, el festival ha ido creciendo con cada edición: «El segundo año lo hicimos en la discoteca Macondo, en Milán, buscando un espacio más accesible y visible. Este 2025, en cambio, decidimos regresar a un formato más íntimo, debido a los altos costos de la capital lombarda. Queríamos mantener la esencia, aunque con menos recursos».

Gallarate, el nuevo epicentro del metal latino

Esta tercera edición se celebró en VirMau, pupusería de Virginia Ivón y Mauricio Edenilson Delgado Crespín, dos salvadoreños que apoyaron la propuesta abriendo su local a los sonidos más extremos del metal latino.

«Aunque el lugar no era una sala de conciertos, el sonido fue excelente y la gente respondió con energía. Hubo un ambiente espectacular, familiar, con mucho respeto por la música. Fue una noche inolvidable», expuso Cevallos.

El cartel estuvo conformado por cinco potentes propuestas, cada una representando un estilo dentro del universo del metal: Abyss of Madness y su doom metal (El Salvador); Erick González Guitar Project en instrumental (Perú); Tenebrastica y su death metal (El Salvador); Mementmor, un thrash metal salvadoreño y peruano; y el black metal de Execración (Perú, Bolivia, Ecuador e Italia).

Cevallos sostuvo: «El nivel fue altísimo. Desde los riffs densos de Abyss of Madness hasta la brutalidad técnica de Tenebrastica y Execración. El público disfrutó de cada presentación. Además, Erick González sorprendió con su guitar project, un set instrumental con toques neoclásicos que dejó a todos impresionados».

Comunidad subterránea que respira metal

Más allá de los escenarios, el Latin Metal Fest es el reflejo de una comunidad que se organiza desde los sótanos de Italia.

«Varias de las bandas compartimos un box en un estacionamiento subterráneo acondicionado como sala de ensayo», relató Cevallos. «Ahí ensayamos tres grupos, compartimos instrumentos, equipos y reducimos costos. En ese ambiente se respira pura energía metalera».

Ese espíritu solidario es la base del festival: «Nos apoyamos mutuamente. No hay competencia, hay hermandad. Tocamos en español, pero dentro de una cultura distinta y eso nos une. Tocar metal en nuestro idioma no es solo hacer música: es mantener viva una identidad».

Uno de los rasgos distintivos de esta edición fue la apuesta por la música original. «Este año decidimos que solo participaran bandas con temas propios. Nada de covers», subrayó el organizador. «Queremos proyectar lo que las bandas están creando, lo que sienten y componen desde sus propias realidades».

Mementmor y su thrash metal descargaron su potencia sobre el escenario dedicado a las propuestas metaleras. Foto: cortesía
Mementmor y su thrash metal descargaron su potencia sobre el escenario dedicado a las propuestas metaleras. Foto: cortesía

Varias de ellas ya trabajan en sus primeras producciones discográficas. «Execración tiene su demo disponible en Spotify y las demás están grabando sus primeros álbumes. De hecho, estamos montando un estudio independiente para grabar de forma autogestionada. La idea es que el próximo año, en el Latin Metal Fest 2026, cada banda pueda presentar su disco en directo», agregó.

Más allá del esfuerzo artístico, Cevallos destacó la misión social del festival: «Algo que me gustaría resaltar es que el Latin Metal Fest surge también con la idea de apoyar a las bandas nuevas, a las emergentes, a aquellas que están empezando y necesitan una oportunidad para tocar en vivo».

«Queremos brindarles esa primera experiencia profesional —sostuvo—. Subirse a un escenario, sentir la presión del público, compartir con otras bandas, eso marca el camino. Es una ventana que puede abrir muchas puertas. Este festival quiere ser justamente eso: una oportunidad para crecer».

El esfuerzo de un soñador

A pesar del impacto y el reconocimiento que el Latin Metal Fest ha ganado, la organización sigue siendo un trabajo titánico.

«Yo me encargo de todo, desde la búsqueda de bandas y el alquiler del sonido hasta la promoción y la gestión económica. No es fácil, pero cuando veo a la gente disfrutar, cantar, tomarse fotos con los músicos, siento que todo valió la pena», dijo.

Su motivación va más allá de la música. «Esto es cultura —declaró con orgullo—. Es mostrar que los latinoamericanos no solo bailamos salsa o reguetón. También tenemos metal, y del bueno. Tenemos bandas con técnica, actitud y corazón. Y eso merece ser escuchado».

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Además de preparar su cuarta edición, Omar Cevallos trabaja en la producción del nuevo álbum de la banda La Gozadera Baby, un proyecto que fusiona ritmos latinos con elementos del rock.

«Es un reto enorme, pero lo hago con pasión. Ver crecer a las bandas, ver al público latino disfrutando del metal en español en Italia… eso me da fuerzas para seguir». Antes de despedirse, Cevallos dejó un mensaje que resume su visión.

«Después de tres años de Latin Metal Fest, siento que la escena está viva. No somos muchos, pero tenemos corazón, disciplina y fuego. Este festival es una bandera para todos los que creemos que el metal también se puede gritar en español».

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