Arturo Ambrogi y las crónicas de «desencanto» de su viaje a Japón, hace más de 110 años
El escritor salvadoreño Arturo Ambrogi Acosta viajó a Japón en 1913, inmerso en una extensa gira alrededor del mundo. Carlos Cañas Dinarte conmemora el 150 aniversario del nacimiento de Ambrogi con un dosier que explora la fascinación y el «desencanto» del modernista ante el «imperio invencible», un Japón que oscilaba entre la tradición y la occidentalización.
En el marco del 150 aniversario del nacimiento de Arturo Ambrogi (19 de octubre de 1875), vale retomar el dosier titulado «Arturo Ambrogi en Japón: Sesquicentenario de su nacimiento» de Carlos Cañas Dinarte —procedente del libro Sakuras y maquilishuats. Biografía mínima del salvadoreño León Sigüenza Mineros (1895-1942), primer cónsul centroamericano en Japón—, que retoma escritos de Ambrogi publicados en sus libros Marginales de la vida (1912) y Sensaciones del Japón y de la China (1915), revelando un viaje de un flâneur que buscaba al Japón «genuino» y se topó con el ruido de la modernidad.
La publicación del intelectual residente en Barcelona ofrece una profunda inmersión en la figura y obra del escritor Arturo Ambrogi Acosta (1875-1936), destacando su vínculo con la cultura japonesa incluso antes de su viaje físico.
La nota arranca situando a Ambrogi en el contexto de la guerra ruso-japonesa (1904-1905), un conflicto que marcó el inicio del ascenso nipón en el escenario mundial y del que el escritor ironizó sobre la manera «oficial» en que se recibió su final en El Salvador.
Cañas Dinarte traza las raíces de la «japonería» de Ambrogi a través de la crónica del autor de «El Jetón» de 1907 sobre la visita a la residencia del banquero Rafael Ángel Guirola Duke, en Santa Tecla. Esta residencia, con su decoración de muebles y tapices japoneses, fue el escenario de una visita descrita por Ambrogi, donde manifestó su «ferventísimo apasionado de las estampas japonesas» y relató un minucioso servicio de té.
Un día como hoy, HACE 150 AÑOS, en San Salvador nació Arturo A. Ambrogi Acosta (1875-1936), el mejor cronista de la capital salvadoreña y sus alrededores. Mi homenaje personal para él se puede descargar en PDF aquí: https://t.co/cmocfQmDhu… pic.twitter.com/ZUwyuJzzkC
El artículo también resalta la visión que reinaba entre algunos intelectuales salvadoreños de la época, marcada por un notable sentimiento antiestadounidense, evidente en escritos de Ambrogi de 1907, en los que ironiza sobre la supuesta conspiración de anarquistas japoneses para «suprimir» al «kaiseresco» presidente Theodor Roosevelt.
Más adelante, el foco se desplaza al viaje concreto que lleva a Ambrogi a Asia, zarpando de San Francisco en 1913 y ofreciendo una valiosa perspectiva del Japón de la era Meiji/Taishō, antes de que el Gran Terremoto de Kantō de 1923 devastara gran parte de la capital.
Cañas Dinarte subraya que Ambrogi no era un «turista» —a los que detestaba—, sino un flâneur, un caminante-degustador que observaba y criticaba la «europeización» en apogeo, capturando la tensión entre el Japón tradicional y su acelerada modernización.
La investigación de Cañas Dinarte ofrece detalles específicos y contextualizados sobre la vida y obra de Ambrogi en relación con Japón, que acá tratamos de resumir en diez datos:
Este dibujo del escritor Arturo Ambrogi del maestro Camilo Minero ilustra el inicio del dosier de Cañas Dinarte.
1 La ironía de la guerra ruso-japonesa: Ambrogi se burló de la orden oficial, emitida por la Inspección General de Instrucción Pública Primaria (dirigida por Alberto Masferrer ), que obligaba a los maestros a dar una conferencia sobre el «fausto acontecimiento» de la paz ruso-japonesa.
2 El banquero japonófilo: El banquero Rafael Ángel Guirola Duke tenía una sala decorada con muebles y tapices japoneses en su residencia, Villa San Rafael, en Santa Tecla. Se presume que los adquirió en San Francisco, California. “Es muy probable que esa residencia y su estudio fueran los que Ambrogi Acosta trazara en una de sus crónicas, fechada en abril de 1907, donde narró la visita a su amigo para que le mostrara dos estampas hechas por el artista japonés Kouniyoshi”, se lee en la página 1 del dosier.
3 El apasionado de las estampas japonesas: Ambrogi se declaró «ferventísimo apasionado de las estampas japonesas» y lamentó no ser lo suficientemente rico para formar una colección completa.
4 El marino japonés anónimo: Para marzo de 1907, la presencia de japoneses en El Salvador era inusual. Ambrogi dedicó una crónica a la visita de un marino japonés anónimo que llegó a bordo del vapor SS Chicago al puerto de La Libertad y asistió a un concierto de la Banda de los Supremos Poderes en el parque Bolívar (hoy Barrios) de San Salvador.
Material publicitario de la línea transpacífica de la estadounidense Pacific Mail Steamship Company, en la que viajó el intelectual salvadoreño de San Francisco a Yokohama. Foto: dosier Carlos Cañas Dinarte
5 Un viaje «Alrededor del Mundo»: Ambrogi zarpó de San Francisco en junio de 1913 a bordo del vapor SS Siberia, propiedad de la Trans Pacific Line (Pacific Mail Steamship Company). Su viaje era un tiquete de tarifa plana «around the world», que permitía diversas escalas sin un tiempo fijo de permanencia. El costo de un trayecto de San Francisco a Yokohama oscilaba entre $130 y $250 dólares en primera clase, lo que representó una tentadora oferta.
6 Punto de entrada al imperio: El primer puerto japonés al que arribó el SS Siberia fue Yokohama, donde Ambrogi y otros tres pasajeros desembarcaron e hicieron sus trámites migratorios.
7 Estadía en Tokio: La estancia de Ambrogi en Japón duró desde la segunda quincena de junio hasta inicios de septiembre de 1913. Se alojó en una habitación con vistas al Hotel Imperial de Tokio, que en aquel momento era el único hotel de estilo occidental en la capital.
Postal coloreada de la fachada del Hotel Imperial de Tokio, como lucía en 1913, antes de ser destruido por el Gran Terremoto de una década después. Foto: dosier Carlos Cañas Dinarte
8 El flâneur crítico del ruido civilizado: Como flâneur, Ambrogi Acosta describió a Tokio como un debate entre la tradición y la industrialización. Criticó la «europeización» y el «ruido civilizado» provocado por los «trams» eléctricos —que él calificó de «casi de juguete» —, las bocinas de automóviles y los pitos de las fábricas en Osaka.
9 Desencanto y esnobismo: El académico Dr. Álvaro Martín Navarro destaca que Ambrogi no fue a Japón a buscar lo que «debía existir» según su idealismo, sino que mostró «lo que existe» desde una «mirada del desencanto». Marcó fronteras entre el Japón «puro» y los «lugares esnobistas» donde el pueblo japonés era «maltratado» por los desarrollos industriales.
10 Precursores iberoamericanos: Ambrogi no viajó a ciegas, sino que siguió las huellas físicas o literarias de otros intelectuales iberoamericanos que también escribieron sobre Japón, como el diplomático mexicano Ramón G. Pacheco , el poeta cubano Julián del Casal , y el escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo , cuya visión le parecía a Ambrogi un «Japón de lectura».
Los sakuras o cerezos en flor en el interior del parque tokiota Ueno. Foto: dosier Carlos Cañas Dinarte
Tarjeta postal cromolitografiada del distrito de Nihonbashi, en Tokio, antes de la destrucción por el terremoto de septiembre de 1923. Foto: dosier Carlos Cañas Dinarte
Carlos Cañas Dinarte es escritor, crítico, editor literario e investigador salvadoreño radicado en España, autor de ensayos, estudios y antologías como el “Diccionario Escolar de Autores Salvadoreños”.