Las autoridades eclesiásticas consideran que los daños en algunas paredes pueden representar un riesgo para la feligresía.
Las autoridades eclesiásticas consideran que los daños en algunas paredes pueden representar un riesgo para la feligresía.

La meta que se propusieron el sacerdote y los grupos de apoyo de la iglesia Santiago Apóstol, del distrito de Conchagua, en La Unión Sur, es recaudar fondos que serán destinados para la restauración de las paredes y el techo que están dañados a causa de los sismos que se vienen registrando en el territorio nacional.
La iglesia Santiago Apóstol es considerada la más antigua de El Salvador. Su construcción fue terminada en 1693. Es una joya colonial que se debe luchar para mantener y evitar que los daños vayan aumentando cada vez que se registran fuertes sismos, aseguran los feligreses.
Una de las actividades más recientes fue el pasado 26 de octubre, día de la celebración del Festival de la Tierra. Parte de los fondos que se recaudaron serán destinados a la construcción de la oficina, la cocina, y la remodelación de los baños.

El sacerdote Irvin Antonio Arce tiene ocho meses de estar a cargo del templo. Tras su llegada ha identificado la necesidad de trabajar para restaurar las partes dañadas: “Estamos en uno los templos, al menos el más antiguo en pie de El Salvador, tiene 332 años, tenemos la necesidad no solo de darle el mantenimiento, sino también de conservar este tesoro y enfocado en eso porque se necesita una intervención no solo para cuidar la infraestructura del templo conforme al marco legal, también para salvaguardar la vida de los fieles”, dijo.
Entre los trámites que gestiona la Iglesia están los permisos respectivos del Ministerio de Cultura, entidad encargada de velar por la conservación, fomento y la difusión de los bienes culturales del país.
“El esfuerzo es poder conservar este tesoro que nos heredaron nuestros mayores, y conservar la vida de los feligreses. Primero Dios, en tres años poder ver el templo totalmente renovado es el objetivo que nos hemos trazado”, añadió el sacerdote.

Según el sacerdote, en octubre viajó a Boston, Estados Unidos, un fin de semana. Fue invitado por un comité de conchagüenses que han trabajado para apoyar el área de los deportes, por causas sociales, aunque ya habían aportado para la pintura de una parte de la Iglesia. También se han unido a la causa para la restauración.
Mauro Reyes Hernández, oriundo de Conchagua, es un reconocido artesano y narrador de la historia del pueblo. Él dice que la construcción del templo se inició en 1684 y se terminó en 1693, tardaron un lapso de nueve años para terminarlo.

“Uno de los proyectos por el cual estamos trabajando arduamente en coordinación con el sacerdote Irvin y la comunidad es ver de qué manera se puede dar una restauración porque algunas paredes ya tienen grietas por algunos sismos que han habido; es por ese motivo que todos estamos unidos trabajando para recaudar fondos”, recalcó Reyes Hernández.
El artesano explicó que, según datos históricos, el templo se construyó con piedras, arena y cal. “Toda la feligresía y la comunidad están consciente del apoyo que se necesita y lo importante de mantener nuestro templo que es un ícono en la historia”, dijo.

Algunos feligreses manifestaron que la comunidad se ha unido de nuevo para apoyar a las diferentes actividades por la transparencia en el manejo de los fondos por parte del nuevo sacerdote Irvin.
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