Ahuachapaneco desarrolló la Enfermedad Renal Crónica (ERC) hace más de una década, el mismo tiempo que tiene en tratamiento de hemodiálisis. Por más de 20 años trabajó en cañales, lugares donde, considera, pudo desarrollar la enfermedad debido a los químicos. Conozca su relato:
Mi nombre es Santos Isidro Madrid Alvarenga, tengo 66 años y vivo en la colonia San José, caserío Conacaste, cantón Cara Sucia, en San Francisco Menéndez (Ahuachapán Sur)
Viví 9 años sólo con medicamentos, yendo al hospital para controlar mi presión, el ácido úrico y la creatinina. Pero después de esos años, la pastilla ya no me ayudó.
Fue entonces cuando los médicos me dijeron que la hemodiálisis era necesaria para limpiarme los tóxicos.
Desde hace cinco años voy a Santa Ana dos veces por semana, los lunes y jueves, para recibir hemodiálisis en el Hospital San Juan de Dios.
Cada sesión dura tres horas. En cada turno estamos como treinta y cinco, son tres turnos.
Cuando salgo de la máquina, me siento muy débil.
En el bus, de regreso, me da calentura y dolor de cabeza. Es la debilidad que me deja la máquina al lavarme la sangre.
También tengo anemia porque esta enfermedad mata los glóbulos rojos.
Quisiéramos que el gobierno nos apoye acercando el tratamiento porque en la zona sur de Ahuachapán somos cientos de personas que vamos todas las semanas a Santa Ana.
Aquí quedaría bien una clínica con máquinas.
En la casa me cuesta caminar, me agarro de los palos, de las paredes y, por la misma enfermedad, estoy perdiendo la vista.
Desde que tengo el problema renal veo borroso.
Vivir con esta enfermedad es duro. He sido un hombre bastante duro; pero a veces en soledad lloro de ver que ni me curo ni me muero y estoy sufriendo.
Una hijastra me ha dicho que me va a ayudar, con los pasajes, hasta que me de tierra (fallezca) porque mi esposa está enferma, padece de las canillas, se le inflaman, se le están deformando.
En cada ida gasto $18, limitándome, porque debo de tener para los pasajes. A las 6:00 de la mañana nos vamos de la casa porque a las 10:00 tengo mi turno.
Otro momento que me da mucho sentimiento es cuando me ingresan en el hospital.
A todos les llegan visitas, pero a mí no me llegan porque no tengo quien me visite.
Solo el día que voy a salir les hablo para que me vayan a traer. Pero, antes, estoy sin visita.
Eso me da sentimiento a mí, porque veo a toda la gente visitando a sus enfermos, llevándoles galletitas, y yo estoy solo. Es duro.
En la familia, soy el único con insuficiencia renal. Trabajé bastante en la agricultura, en los cañales.
Entrábamos a regar herbicidas; salíamos bañados de la ropa y hasta que venía a la casa, en las tardes, me la quitaba.
La ropa se me secaba en el cuerpo. Posiblemente por los poros absorbí ciertos químicos y quizás de ahí depende la enfermedad.
En los cañales trabajé unos veinte años. Ahí ya me dolían las canillas y pensaba que era el ácido úrico; pero cuando me agitaba, cortando caña, me daba mal de orín.
De primero me daba mal de orín, después orinaba poco, me levantaba mucho en las noches cuando se iba agravando el mal. Me daba mucha temperatura.
Santos Isidro Madrid Alvarenga viaja dos veces por semana a Santa Ana, desde el distrito de San Francisco Menéndez, Ahuachapán Sur, para realizarse hemodiálisis. Señala que en la comunidad es necesario un hospital renal por la cantidad de casos que se registran en la zona. Foto EDH/Cristian Díaz
Una amiga me dijo que me hiciera el examen de creatinina. Ahí fue cuando me dijo un doctor que tenía insuficiencia renal crónica.
Cuando me detectaron la enfermedad dejé de trabajar en los cañales.
Después me puse a vender fresco; pero ya no pude, se me hinchaban las piernas. Luego puse una tienda; pero como no veo bien, no podía dar los vueltos.
Yo envejecí sin hijos, no tuve, y eso, ahora que estoy enfermo y viejo, me ha afectado porque no tengo ayuda.
A veces los hijos ayudan, a veces no. Yo tengo problemas en ese aspecto porque voy al hospital de pura limosna de la gente.
Ahorita estoy gastando casi sólo en la comida porque llevo acompañante, una sobrina que va conmigo. Yo solo no puedo manejarme en el bus.
“Hay que ser educado con su cuerpo, no ingerir cosas dañinas; pero es lo menos que hacemos. Somos maleducados con nuestros cuerpos hasta con lo que tomamos, sabiendo que nos puede afectar”
Santos Isidro Madrid Alvarenga Paciente con enfermedad renal
La situación es bastante dura. Pero Dios siempre le ayuda a uno, le pone personas de buen corazón. De repente, en la calle, me han dado dinero para un almuerzo.
Dios le toca el corazón a las personas para que me ayuden. Algunos saben que no tengo hijos, otros no, pero me ayudan.
En los buses también me han ayudado algunos a quienes les he contado mi historia.
En la comunidad hay muchas personas con esta enfermedad. Yo soy una persona cristiana; entiendo que son cumplimientos bíblicos, aunque no muchos aceptan eso, tienen otros pensamientos.
Hay gente que está enferma y no ha tomado (licor), no ha trabajado en cañales como yo. A Santa Ana llegan niños que no han trabajado nunca y están enfermos de los riñones.
Hay muchas personas con la enfermedad y algunos no van a atención médica porque dicen que es una tortura.
Santos Isidro Madrid Alvarenga es de escasos recursos económicos por lo que se limita en la alimentación cada vez que viaja a Santa Ana a su tratamiento. Foto EDH/Cristian Díaz
La hemodiálisis sirve para prolongar la vida porque a veces hay personas que lo aman a uno; todo eso le ayuda a uno para verlos, aunque no sea para curar.
Al menos le prolonga a uno la vida
Hay quienes han recibido milagros, Dios tiene poder para hacer un milagro en uno. Lo que pasa es que a veces uno no está apto para recibirlo.
A veces uno tiene problemitas que le estorban. Por eso es que tenemos que sufrir con estos males hasta que Dios dice: “Hasta aquí”.
Esa es mi confianza, voy a esperar hasta que Dios decida por mí.
Pero mientras eso llega, uno se da cuenta de lo tremendo que es no poder tomar suficiente agua porque le hace daño a uno, no comer cualquier cosa.
Es bien duro, en mi soledad, cuando me pongo a pensar en cómo estoy, de repente estoy llorando.