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Gobernanza climática: retos y desafíos

En el caso de El Salvador, respecto a la gobernanza climática, existen varios planteamientos e iniciativas, entre ellos las Contribuciones Nacionales Determinadas (NDC), enfocadas en la mitigación, el fomento de mecanismos de reducción de emisiones y el fortalecimiento de la resiliencia climática.

Sin duda, con base en lo que plantea el término gobernanza climática y su necesaria adaptación a los temas nacionales frente al cambio climático, podemos observar cómo, de manera globalizada, se abordan temas como el agua —su acceso y tratamiento—, la minería, la biodiversidad y el respeto a las áreas protegidas, así como la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

Con base en los fundamentos de la gobernanza climática en cuanto a políticas de adaptación, correcta toma de decisiones, transparencia y participación, ante la centralización y concentración del mapa político-territorial, el panorama se vuelve más complicado y vulnerable. El abordaje del desarrollo territorial puede avanzar lentamente y con interferencias.

En el contexto actual de Centroamérica frente al cambio climático, seguimos siendo una región vulnerable ante fenómenos como sequías, huracanes, pérdida de biodiversidad y migración climática, además de enfrentar desafíos de desigualdad y corrupción. La única forma de avanzar es mediante el uso eficiente de los recursos disponibles, la eficacia institucional y la voluntad política. Agregaría una más: la compensación empresarial.

En el caso de El Salvador, respecto a la gobernanza climática, existen varios planteamientos e iniciativas, entre ellos las Contribuciones Nacionales Determinadas (NDC), enfocadas en la mitigación, el fomento de mecanismos de reducción de emisiones y el fortalecimiento de la resiliencia climática.

Para entender mejor el tema de la gobernanza climática, esta se basa en políticas de mitigación y en asegurar que la toma de decisiones sea transparente, participativa y orientada a resultados sostenibles y equitativos.

Es fundamental que exista colaboración entre el gobierno, el sector privado y la sociedad civil. Todo esto busca implementar soluciones a nivel local, nacional y global.

Los mecanismos de acción establecen marcos y procesos para diseñar, financiar y ejecutar políticas y medidas concretas, como la reducción de emisiones de GEI y la adaptación a los impactos climáticos.

Es muy importante la rendición de cuentas y la transparencia, lo cual implica que los actores involucrados sean responsables de sus acciones y resultados.

La gobernanza climática permite la adaptación al cambio, fortaleciendo la capacidad de las instituciones para la planificación y coordinación de políticas que estén en sintonía con el objetivo de lograr resiliencia climática.

La inclusión también es un aspecto esencial. Debe abordarse desde todos los niveles, especialmente desde los gobiernos locales, que son los que se involucran directamente en la implementación de políticas que afectan a las comunidades.

Por último, la equidad debe considerar la distribución desigual de los impactos del cambio climático, a fin de crear políticas que aborden las problemáticas existentes.

No hay que dejar de lado la Mesa de Financiamiento Climático, un mecanismo de coordinación interinstitucional creado mediante Decreto Ejecutivo en septiembre de 2023, destinado a movilizar recursos para la mitigación y adaptación.

Existen también préstamos internacionales, como el del BID por 200 millones de dólares, orientados a fortalecer las finanzas públicas frente a las amenazas climáticas.

Una iniciativa destacada que fortalece la gobernanza climática en El Salvador es el programa “Somos Río Lempa” (SRL), con una proyección a 20 años e impulsado por ONGs, el gobierno central, instituciones financieras y cooperación internacional.

Su financiamiento se realiza mediante el mecanismo de conversión de deuda por naturaleza (Debt-for-Nature Swap), que libera recursos para invertir en conservación. Sus metas incluyen: restaurar los servicios ecosistémicos, promover el desarrollo social y económico con resiliencia, y ejecutar actividades como la restauración forestal y paisajística, la conservación del suelo y del agua, la agricultura regenerativa y agroforestal, las mejoras en agua potable y saneamiento, la gestión de residuos sólidos y aguas residuales, la participación comunitaria, la educación ambiental, el desarrollo de mercados y empresas rurales, así como el monitoreo, reporte y verificación.

El monto operativo anual se estima en 10 millones de dólares, destinados a la ejecución directa. Sin duda, la iniciativa “Somos Río Lempa” representa un respiro de esperanza y un sólido aliado para la gobernanza climática.

Aunque aún existen aspectos por afinar —como la coordinación institucional, la transparencia y la participación ciudadana—, su enfoque integral en la restauración ecológica y el impulso del desarrollo local, junto con la gestión sostenible del agua, podría marcar un punto de inflexión en la forma en que El Salvador se relaciona con la naturaleza.

Pese a ello, en la práctica, el clima no tiene misericordia con las comunidades más vulnerables, poniendo en evidencia la precariedad en la que se encuentran algunas comunas y la falta de preparación técnica y metodológica de ciertos funcionarios. Sin embargo, hay avances que deben ser apoyados y fortalecidos.

Especialista en Medio Ambiente y Descarbonización

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