Un sistema autónomo de drones con mini propulsores y teledetección remota guiada con minisatélites son los proyectos que las salvadoreñas proponen para prevenir y dar solución ante incidentes ocurridos en exploraciones espaciales.
Un sistema autónomo de drones con mini propulsores y teledetección remota guiada con minisatélites son los proyectos que las salvadoreñas proponen para prevenir y dar solución ante incidentes ocurridos en exploraciones espaciales.
Dos jóvenes salvadoreñas, Ariel Torres y Ángela Pineda, han convertido sus conocimientos y pasión por la ingeniería en un boleto directo a la exploración espacial.
Ambas fueron seleccionadas para participar en el prestigioso campamento International Air and Space Program de la Agencia Espacial Mexicana (AEXA) y la NASA.
Su logro es una fuente de inspiración para muchos jóvenes y un sueño hecho realidad para estas dos salvadoreñas, quienes por tres años han luchado para que sus propuestas lleguen a la NASA.
Ambas han demostrado que la dedicación y la constancia pueden abrir puertas que parecían imposibles.
Proyectos innovadores
Ángela es estudiante de Ingeniería en Sistemas Informáticos, y Ariel cursa Ingeniería Mecánica también en la Universidad de El Salvador (UES). Ambas señalan que su pasión por la ingeniería y la curiosidad las unió desde el primer día y juntas se abrieron camino hasta lograr su objetivo, crear proyectos novedosos e innovadores que hagan historia y contribuyan a la ciencia.
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El proyecto de Ariel Torres surgió de la necesidad de detectar objetos o cuerpos rocosos pequeños en las rutas espaciales para evitar colisiones. Su idea se inspira en el incidente que afectó la tripulación del astronauta salvadoreño Frank Rubio, cuya nave experimentó una fuga de refrigerante luego de que fuera golpeada por basura espacial (objetos o fragmentos artificiales), alargando durante un año una expedición que originalmente duraría unas semanas.
La solución que Ariel planteó en su proyecto es un sistema que utiliza satélites pequeños entrelazados para detectar estos cuerpos rocosos en el espacio y permitir, de ser necesario, un cambio de ruta de la nave, para prevenir colisiones o anticiparse a lluvias de pequeños meteoritos que no pueden ser detectados fácilmente.
Sistema autónomo de drones
Por su parte, Ángela Pineda, estudiante de tercer año, presentó a la NASA una solución para la reparación de naves.
A diferencia del proyecto de Ariel, diseñado para la prevención de incidentes, el de Ángela se enfoca en la «cura». Su idea es un sistema autónomo de drones con mini propulsores que permita realizar reparaciones en el exterior de la nave, eliminando la necesidad de que el astronauta tenga que salir de esta.
Ángela adaptó el diseño del dron, ideando el uso de mini propulsores en lugar de hélices, ya que estas no funcionarían en el espacio sin gravedad.
«Mi proyecto es un sistema autónomo de drones con mini propulsores. Como en el espacio no hay gravedad, no podemos usar las hélices del dron, entonces, necesitamos elevarlo y mantenerlo a flote. Ahí es donde hice el cambio y se me ocurrió ‘si un cohete sale y flota, por qué un dron no, ¿por qué un mini cohete no puede ser un mini propulsor para el dron?'», explica la joven de 25 años y residente en San Salvador.
Aunque los proyectos no se fusionaron, ambos se complementan con la intención de proteger la parte externa de las naves durante misiones al espacio.
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Cuando cada estudiante tuvo claridad de su planteamiento, presentaron por separado los proyectos a la agencia AEXA Aerospace, donde fueron evaluados por expertos de la NASA.
Tras ser aceptadas, las estudiantes iniciaron un proceso que tardó un año, el cual implicó investigaciones y presentación de informes, entrevistas y la defensa de su proyecto, entre otros.
Por su parte, Juan Rosa Quintanilla, rector de la UES, reiteró el compromiso del alma máter de «acompañar estas iniciativas que van en la vía de formar a nuestros estudiantes» y de «expandir en la universidad el interés de conocer aspectos relacionados con ese tema».
«Como parte de su proyecto que les llevó a ganar ese espacio han desarrollado una inventiva que les permite generar tecnologías en función de los viajes espaciales y que la NASA lo ha considerado como un elemento importante», agregó Quintanilla.
Superando obstáculos
El camino para llegar no ha sido fácil. La parte financiera representó un desafío significativo. Ángela y Ariel tuvieron que posponer su participación desde 2023 cuando fueron aceptadas por primera vez en el campamento de AEXA y la NASA, debido a la dificultad para recaudar fondos para el pago del campamento, procesos migratorios y los boletos de viaje.
Relatan que tocaron «demasiadas puertas» en busca de patrocinio; no obstante, su perseverancia y esfuerzo les permitió obtener el apoyo necesario para este 2025 y 2026.
Ángela viajará del 8 al 17 de noviembre de este año a la base central de la NASA, en Houston, Texas, gracias al patrocinio de dos empresas privadas. Por su parte, Ariel ha recibido el apoyo de la UES para asistir en 2026.
Obtener los permisos migratorios también representó un reto importante, añaden. Sin embargo, relatan que se las ingeniaron para tener un encuentro con el astronauta salvadoreño Frank Rubio, en su visita a El Salvador el año pasado, lo que fue crucial para presentarse, además, con el embajador de Estados Unidos y así poder gestionar la obtención de la visa que les permitiría llegar a EE.UU.
Nueve días en la NASA
Una vez se integren al campamento, las jóvenes pasarán, en diferentes periodos, nueve días en la base central de la NASA. Ahí recibirán un entrenamiento para ser astronautas, tanto teórico como físico.
«Desarrollamos el proyecto mediante actividades, pero también están las actividades con presión centrífuga, bajo el agua con el traje espacial para que podamos ir acoplándonos. También viene la caminata que simula estar en la Luna y hacemos un vuelo asistido y un despegue simulado, entre otras actividades», explica Torres.
Al finalizar el campamento, expertos de la NASA eligen un equipo ganador para desarrollar el mejor proyecto y llevarlo a la práctica.
Ariel resalta que encuentra inspiración en Vanessa Núñez, la salvadoreña que ganó el primer lugar en el International Air and Space Program 2021, al desarrollar una plataforma de aterrizaje para la Luna y el planeta Marte.
«El proyecto de ella ya está allá, ya está fuera de este planeta. El de nosotros iría así, en investigación, en desarrollo y si ganamos nos quedamos todo el año para desarrollarlo y el siguiente año se patenta», explica.
Agrega: «Mi expectativa es ganar no solo por el sentimiento de triunfo o de satisfacción, sino porque sé que mi proyecto va a dar un aporte a la ciencia. Para mí ya gané con que la NASA me haya visto, pero mi intención siempre ha sido aportar a esta sociedad de alguna manera y que espero que este sea mi aporte».
Para Ángela, las expectativas están orientadas también a duplicar y compartir el conocimiento adquirido y ganar.
«En el campamento, la meta es aprender lo máximo y después duplicar el conocimiento adquirido con la creación de algún taller o club. También dar lo mejor, el 100% para que sea uno de los proyectos seleccionados y que se desarrolle para ser enviado a la estación espacial, para que lo ponga a prueba», comenta la joven.
De la curiosidad a la ingeniería
La pasión por la ingeniería es profunda en ambas jóvenes. Para Ariel, de 27 años, la ingeniería es parte de su identidad: creció en un hogar donde sus padres trabajaban en el área industrial.
Relata que desde niña ponía las muñecas de lado y prefería desarmar la computadora de la casa o experimentar mezclando cosas por curiosidad. Su inspiración está en descubrir, desarrollar y querer inventar.
Ángela, por su lado, se dedica a la ingeniería en sistemas con un fuerte enfoque en la robótica, atracción que mantiene desde que cursaba séptimo grado en el centro escolar República de España.
Fuera de la universidad, su vocación educativa brilla a través de su proyecto «Steamgirls», un club que fue creado junto a un grupo de amigos en 2021 para dar clases de robótica a niños de escasos recursos económicos.
También trabaja en el Liceo Salvadoreño, como encargada de un centro de recursos de aprendizaje con equipo de robótica. Su amor por armar y desarmar objetos la ha guiado, y para ella, su carrera es un «hobby».
El mensaje que estas jóvenes ofrecen es claro: la clave para alcanzar grandes objetivos es la paciencia, la constancia y la curiosidad. «Sí es difícil, pero no es imposible,» afirma Ariel, con la convicción de que su mayor triunfo será ver su proyecto aportar a la ciencia e inspirar a otros jóvenes a perseguir sus sueños.
«Algunas personas ni siquiera se visualizan fuera de su entorno, pero si uno tiene una idea, tiene que buscar medios para hacerla, porque sinceramente pisto no tenemos, pero sí sueños y buscar gente que sí apoye esos sueños», concluye Torres.
Sobre el campamento de AEXA Y LA NASA
El Programa Internacional del Aire y el Espacio (IASP) es organizado por la Agencia Espacial Mexicana (AEXA) y la NASA que busca impulsar a estudiantes de países del todo el mundo bajo el sistema educativo STEM.
El programa tiene una duración de una semana y se lleva a cabo en las instalaciones de la NASA.
«Aexa se dedica a ofrecer una experiencia práctica, acercando a los estudiantes al mundo de las STEM a través de la ingeniería espacial, la aeronáutica y la ciencia», se lee en el sitio web https://aexa.com/.
Durante su permanencia en el campamento los estudiantes desarrollan diferentes actividades que les entrenan como un astronauta.
Según información publicada en internet el Programa Internacional del Aire y el Espacio (IASP) de AEXA tuvo la primera convocatoria de estudiantes en 2016.
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