Light
Dark

La tragedia de Santa Catalina hoy cumple 39 años

El colegio fue uno de los símbolos de aquel viernes 10 de octubre. En la Escuela Santa Catalina a sus eternas estudiantes siempre las recuerdan con una misa.

escuela santa catalina 1 thumbnail

La jornada escolar había finalizado minutos antes del mediodía, es viernes, es el 10 de octubre de 1986 de un El Salvador inmerso en una guerra civil.

Dieron las 11:49 de la mañana, la tierra se sacudió con una magnitud de 7.5 grados en escala Richter y decenas de edificaciones cedieron ante la potencia de la naturaleza, la capital salvadoreña se sumió en el caos y una polvareda inmensa.

Uno de los más icónicamente tristes escenarios símbolo del fenómeno, fue la escuela católica Santa Catalina, una institución que en instantes quedó reducida a escombros y con ello cegó la vida de 41 niñas y un niño.

Luz de María Reyes vivió los hechos de aquel 10 de octubre, era maestra en el entonces colegio Santa Catalina, se jubiló recién en 2022 tras 37 años de servicio en la institución.

Con el potente sismo se desplomó gran parte de la estructura, principalmente el ala oriental, de la que gran parte de los cuerpos de las víctimas fueron recuperados y colocados provisionalmente sobre las aceras de la avenida Cuba y la calle Ramón Belloso.

“Era un caos, entre padres de familia y una cuadrilla de trabajadores empezó a sacar primero a las niñas de los escombros, era bien extraño porque salían vivas, pero luego fallecían”, recuerda.

Luz de María Reyes conserva el uniforme de una estudiante, recuerda con tristeza ese viernes, en el que cinco de sus alumnas perecieron. Foto EDH/Miguel Lemus

Se dieron situaciones, dice con tristeza, como que una madre habitualmente pasaba a traer a su hija para después ir a comprar almuerzo al mercado San Jacinto, pero ese viernes, primero pasó por el mercado para luego ir por su hija. La niña fue una de las víctimas mortales de la tragedia cuyo cuerpo yacía en una acera cercana. 

Relata que hubo niñas heridas que fueron rescatadas con vida y que no volvió a ver, no regresaron una vez reconstruida la escuela y desconoce si sobrevivieron y que dos sobrinos suyos que estudiaban en la escuela fueron rescatados con vida de entre los escombros algunas horas después del terremoto.

«Fue impresionante ver la escuela entera y luego verla abajo», expresa Margarita de Quintanilla, profesora de música quien ese día no le correspondía trabajar y hasta ahora todavía imparte clases en Santa Catalina.

Los padres y madres de muchas de las víctimas se congregan en la misa conmemorativa que año con año se celebra, para ellos la escuela se convirtió en un sitio importante para el resto de sus vidas, reflexiona la maestra.

Tres de las víctimas del terremoto de aquel viernes 10 de octubre. Foto EDH/Miguel Lemus

El resurgir

Semanas después del terremoto, Luz de María recibió la noticia de que Santa Catalina ya no seguiría y que todo el cuerpo docente y administrativo debía buscar una alternativa laboral, esto a pesar de que el año escolar estaba por finalizar.

Recuerda que Sor Alicia Castillo desempeñó un papel importante en procurar por la reconstrucción de la escuela, tocó puertas hasta que finalmente el empresario Teófilo Simán y la Cruz Roja de Alemania decidieron cooperar y hacer posible el resurgir de la escuela.

Con alegría el cuerpo docente recibió la noticia, la reconstrucción se realizaría. Todo el año lectivo de 1987 la escuela funcionó de forma improvisada en el atrio de la parroquia San Jacinto, en edificaciones de lámina, en las que el calor era sofocante y en el que la congregación de las Hermanas de la Caridad también cedió parte de sus espacios de habitación.

En el atrio de la parroquia San Jacinto funcionó provisionalmente la escuela. Foto EDH/Miguel Lemus

No fue sino hasta mediados de 1988 que la nueva escuela quedó lista para ser utilizada. “Creímos que no iban a matricularse niñas, por lo que había ocurrido, pero Dios nos dio la alegría que se matriculó una población mayor a la que teníamos”, relata con una alegría nostálgica.

Luz de María hasta hace unos años guardaba exámenes que algunas de las niñas que eran sus alumnas habían rendido, sentía la necesidad de entregarlos a sus padres y así lo hizo, padres y madres de niñas que murieron los recibieron conmovidos por el gesto. 

La escuela realiza periódicamente simulacros de evacuación en caso de sismo, para actuar de forma efectiva ante tal situación, algo importante considerando la alta sismicidad en El Salvador y concretamente en su capital asentada sobre lo que popular e históricamente se ha conocido como el Valle de las Hamacas.

El terremoto de aquel día dejó huella en la memoria de los salvadoreños, especialmente de los capitalinos, que vieron como sectores de la ciudad fueron reducidos a escombros, parecían zonas asoladas por un bombardeo.

Como en eventos de este tipo, el número total de víctimas es difícil de determinar, aunque la cifra oficial se determinó en unos 1,500 fallecidos y diez mil heridos.

Patrocinado por Taboola