A los 25 años perdió la visión por un glaucoma, una condición que le cerró muchas puertas a nivel profesional, pero que no fue obstáculo para seguir avanzando.
Erick Campos tiene 30 años, actualmente se desempeña como encargado del área de Psicología de la Unidad de Educación Superior Inclusiva (UESI) de la Universidad de El Salvador (UES).
En 2020, en plena pandemia, adquirió la discapacidad visual producto de un glaucoma (grupo de enfermedades que dañan el nervio óptico) que en dos semanas, tras presentar los síntomas, lo dejó completamente ciego.
Erick relata cómo perder la vista de forma abrupta le cambió su vida para siempre. En ese momento era instructor de informática y estudiante de cuarto año de Psicología en la UES.
Con apenas 25 años, tuvo que enfrentar no solo la pérdida de la visión, sino también las barreras sociales que lo redujeron, en más de una ocasión, a su condición de discapacidad y no a sus capacidades profesionales.
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«Una de las cosas que más me costó fue pedir apoyo. El pedir apoyo cuando nunca se ha tenido discapacidad y se adquiera una condición de discapacidad es tremendo, es tremendo», dice.
Y continúa: «Una vez se reactivó todo (tras el confinamiento) comencé a buscar empleo nuevamente, pero más que ver mi currículum, miraban mi discapacidad. Eso era doloroso», recuerda. Sin embargo, la adversidad se convirtió en un motor para reinventarse.
Erick descubrió las tecnologías asistidas y de manera autodidacta aprendió a utilizarlas hasta dominarlas. Ese aprendizaje no solo le permitió recuperar independencia, sino también a continuar desarrollándose como instructor y, más adelante, como psicólogo.
«Me capacité en tecnologías asistidas, luego volví a ofertar para proyectos como instructor de informática. Me miraban que era ciego y pues claro, ‘¿cómo vamos a contratar a un ciego?’. Luego también comencé a dejar currículum para participar nuevamente como facilitador», comenta.
Como facilitador, Erick tenía experiencia en competencias interpersonales, en habilidades para la vida, en temas de derecho, de género y en medio ambiente.
«Mi currículum muy muy bonito(…)», exclama mientras suelta una carcajada, «ya tenía cuarto año de la licenciatura y recuerdo que hubo una empresa, Ternova, que me abrieron las puertas», agrega.
De esta manera pudo continuar trabajando y estudiando. Dos años más tarde, graduado de su carrera, la inclusión en la UES le abrió paso para ejercer su profesión, momento en el que tuvo que enfrentar otras barreras.
Aunque algunos dudaban de cómo un psicólogo ciego podría atender a sus pacientes, Erick aprendió a agudizar los sentidos como el olfato, la audición y el tacto, convirtiéndolos en herramientas claves para su práctica clínica.
«El paralenguaje, las vibraciones o incluso los olores me permiten leer lo que la vista ya no me da», explica. Sus diagnósticos han sido acertados y los resultados de sus terapias, favorables. En 2024 asumió la dirección del área de Psicología en la UESI.
«De repente alguien entra (a la sala) y yo sé cómo viene, si esa persona se ha bañado, si se ha peinado, si viene con la ropita sucia; si viene con ropa limpia, pero su cuerpo no está limpio. Incluso hay personas a las que les digo: es necesario que puedas ordenar tu cuarto, necesitamos que puedas mejorar eso», explica.
Y continúa: «Esa persona me dice: ‘¿y usted cómo sabe que mi cuarto está desordenado?’ Es porque todo tu cuerpo huele a tu cuarto (responde). El cuerpo de las personas tiene ese olor característico de colchita, de ropa húmeda, no necesito verte para saberlo. Luego con el tema del tacto, yo pongo los pies sobre el piso y las personas que están ansiosas, por ejemplo, de repente se sienten las vibraciones a baja escala sobre el escritorio. Entonces, yo ya sé que está manifestando ansiedad».
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La historia de Erick es de autonomía: cocina, lava, trabaja, estudia y le gusta salir a bailar con sus amigos. Todo ello, sin dejar de reconocer que en ocasiones requiere apoyo, pero siempre desde la perspectiva de la autosuficiencia.
La resiliencia de Erick también ha estado acompañada del respaldo familiar, en especial de su madre, quien falleció en 2024, y de su decisión de no rendirse ante la sobreprotección ni la discriminación.
«Necesitaba adquirir habilidades porque si no, me iba a quedar siendo asistencialista», confiesa.
A nivel de tecnologías, señala que maneja varios programas para diferentes condiciones: discapacidad intelectual, visual, discapacidad física, como es el caso de personas con cuadriplejia, quienes manejan la computadora con la voz.
Hoy, Erick se reconoce como parte de una comunidad que lucha por abrir caminos en un país donde aún persisten barreras para las personas con discapacidad.
No se trata de verlo como «héroe» ni como inspiración por el simple hecho de ser ciego, advierte, sino de reconocer la trayectoria como la de un profesional que supo reinventarse ante la adversidad.
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