Muchos futbolistas vuelven a casa, cada semana o en vacaciones, y ahí apoyan a sus familias para generar ingresos en la agricultura o la ganadería. Llevar lo rural de la mano los hace recordar de dónde son
Muchos futbolistas vuelven a casa, cada semana o en vacaciones, y ahí apoyan a sus familias para generar ingresos en la agricultura o la ganadería. Llevar lo rural de la mano los hace recordar de dónde son
Salieron del pueblo, pero no lo olvidan y siempre regresan a él. Muchos futbolistas salvadoreños en Primera comenzaron su formación en esta profesión en el campo, para luego partir a profesionalizarse a la capital o a donde los llamaron a jugar.
Como muchos salvadoreños, en su comunidad eran parte del grupo de personas que ayudaba a sus familias a generar ingresos con labores agrícolas o de ganadería. Sin embargo, a pesar de salir del núcleo, no olvidan lo que hicieron.
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Así, varios futbolistas tienen arraigado ir al pueblo y continuar, en sus días libres o durante las vacaciones entre los torneos, con las funciones del campo. Otros lo han ejercido a diario, sobre todo en oriente, estando en Liga Mayor (LMF); y a algunos las necesidades económicas, durante la pandemia del Covid19, los llevaron a ejercer oficios rurales.
Al campo… y no de fútbol
Futbolistas como Kevin Carabantes, portero de CD FAS, Melvin Cartagena, volante de Isidro Metapán, Francisco Carballo, defensa de CD Cacahuatique, Bryan Landaverde, mediocentro de L.Á. Firpo, entre otros, han dejado al descubierto que dedicarse a labores rurales es parte de su vida.
Carabantes, originario de Chalatenango, tiene amor por la ganadería. Si bien aclara que se dedica a jugar fútbol como profesión, acepta que está ligado a este rubro. Esto se ha dado gracias al mismo círculo en el que vivió desde pequeño.
«Cuando estaba pequeño, como a los 10 años, me gustaban las carreras de caballo, la velocidad. Crecí en ese ambiente de animales, de caballos, de vacas. Pero después que ya me hice futbolista, ya pues todo esto me tocó dejarlo, pero es algo que siempre he llevado yo conmigo», declaró el tigrillo.
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El guardameta cuenta que tiene «un socio, un amigo, quien se encarga de eso (ganadería, como negocio) y pasa el reporte», y en su «tiempo libre» trata de ir y ponerse «al tanto», porque espera al retirarse «estar metido en este rollo».
Para el de los santanecos, volver a las raíces le da paz, ya que todos los jugadores pasan por el reto de dejar una vida del campo al pasar a la capital. «Es un cambio bastante radical, pero uno va acostumbrándose. Como fui desde los 14 años a San Salvador, me acostumbré rápido», menciona Carabantes.
Y es claro: «Uno ya tiene los arraigos de dónde es y yo los tengo bien cimentados. Es más, cuando me retire creo que quiero vivir allá, quiero estar tranquilo».
«Voy a Chalate a ver a mi abuelo, para ir a desconectarme un poco de la presión, estar con mi familia, ir a ver los negocios en la ganadería. Pero más que todo es para estar tranquilo, para recordarse de dónde uno es y todo eso», mencionó Kevin.
Así como el del cubil, Cartagena está en esa línea. Cuando va a su casa, en el cantón San Miguel Obrajuelo, en el municipio de San Rafael Obrajuelo, en La Paz, ayuda a sus padres con el ganado y en obras de poda.
«En mi día libre, ayudo a mis papás en la casa con los animales, dándoles zacate, llevándolo a un terreno a 10 kilómetros, dándoles agua, comida. (…) También ayudo a ordeñar las vacas, a cortar zacate, a darles agua, harina, a vacunarlas», detalló.
El de los jaguares reconoció, como Carabantes, que se siente «bien ayudándolos (a sus padres), como lo he hecho desde pequeño». Y dejó claro que «es muy importante ayudar en casa, a cuidar a papá y a mamá».
Mientras el «Cavani» Carballo es un jugador unido a la agricultura. Contó que «desde los siete años se dedica al trabajo de campo», en una «actividad diaria desde las 5:00 de la mañana».
El de los cafetaleros reconoció que aunque es un sacrificio vivir para ambas facetas, las «disfruta mucho» y pone lo mejor para que las dos salgan perfectas.
Por su parte, Landaverde es un jugador con mucha pasión por el trabajo, en distintos ambientes. El de los pamperos se lo vio durante la pandemia en la labor de siembra. Pero también tiene un carácter de emprendedor con mucha fortaleza ya que tuvo una granja de cerdos, y en el tiempo actual se dedica «a la producción de tilapias en el lago de Ilopango».
De esta forma, muchos jugadores saben que siempre hay objetivos por cumplir en la vida como en el deporte. «Si uno quiere algo, pues se consigue con paciencia, con mentalidad», expresó Carabantes.
El portero tigrillo, que como sus colegas futbolistas ha salido adelante desde sus raíces, mira a futuro una vida en lo rural. Espera cumplir un sueño en su tierra, en el campo: «Me gusta, es lo que quiero ser cuando ya no juegue al fútbol: dedicarme a esto, a tener mi propio ganado, mi propio rancho. Es la mentalidad, y bueno, vamos de poco a poco».
«Siempre van a haber obstáculos, siempre habrá momentos difíciles, pero si uno se lo propone, si está concentrado en lo que quiere, se puede conseguir, se puede salir adelante. Yo creo que todo en esta vida se puede si uno es disciplinado y pone a Dios sobre todo», manifestó el norteño.
EL DATO:
2020
UN AÑO CLAVE.
Varios futbolistas, con la pandemia, emprendieron o regresaron a sus orígenes en las labores del campo.
La realidad en sus manos
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