Salvador Samayoa: “Si Hugo muestra pensamiento propio puede recuperar a buena parte de los votantes del FMLN”

Samayoa, fundador y ex dirigente del FMLN se retiró hace mucho tiempo de la militancia activa. Ahora nos dice qué piensa sobre la candidatura de Hugo Martínez a la silla presidencial.

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Foto EDH/Archivo

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22 October 2018

Si Hugo muestra pensamiento propio y personalidad para corregir errores, puede recuperar a buena parte de los votantes del FMLN en la elección presidencial.

Entre los militantes y los ex combatientes del FMLN hay expresiones de resentimiento por abandono y exclusión. En la base social, en la gran clase media que le dio su respaldo en las últimas dos elecciones presidenciales, hay frustración por las posiciones del partido en temas cruciales y por el pobre desempeño del gobierno en áreas de gran sensibilidad para las mayorías populares. Esto es lo que se expresó en las elecciones legislativas de marzo pasado y lo que se está expresando ahora en las encuestas.

Una parte de esta deserción electoral ya tomó otro rumbo y no tiene caso intentar su recuperación, pero mucha de la gente que se quedó en su casa en marzo, más que seguir a falsos profetas, quiere que el FMLN rectifique y se convierta de nuevo en una fuerza política apegada a los principios y a los valores históricos de la izquierda. El candidato del FMLN todavía puede transformar en esperanza renovada el desaliento de sus votantes. Es probable que no recupere en pocos meses la fuerza electoral de años anteriores, pero puede remontar en buena medida la derrota de marzo y volver a situar al partido en el nivel que le corresponde.

Decenas de miles de votos se perdieron en marzo por decisiones de gobierno, unas evitables, otras no. Estos serían los votos más fáciles de recuperar: la gente que perdió el beneficio de los subsidios, por ejemplo, la frustración por el escalafón de salud, el maltrato a los excombatientes, las desaveniencias con los trabajadores municipales agrupados en ASTRAM, o el considerable “daño colateral” ocasionado en barrios populares por la guerra contra las pandillas.

Pero más que esos votos relativamente utilitarios, que podríamos calificar como pérdidas por gestión o administración, en lo que el candidato Hugo Martínez debe centrar su atención es en la pérdida sociológica y política de respaldo social. En este orden de cosas es en el que debe demostrar que puede reconocer y corregir los errores del partido y del gobierno del FMLN. En estos temas debe mostrar que tiene pensamiento propio y personalidad para tomar distancia del discurso oficial.

En el manejo de la economía, la única orientación válida para la gestión de una fuerza de izquierda es la elevación del nivel de vida de toda la población. No es de izquierdas hostigar al sector privado, obstaculizar y ahuyentar la inversión y castigar de esa manera el crecimiento del empleo. Más que dádivas, la gente quiere tener la seguridad y la dignidad de un ingreso estable y aceptable, fruto de su propio trabajo. La diferencia con la derecha nunca debe estar en que la derecha fomenta la creación de riqueza y la izquierda no. Eso es ridículo y antipopular. La única diferencia válida debe situarse en lo que hace el país con la creación de riqueza y en la amplitud del beneficio social de la creación de riqueza.

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También debe comprometerse el candidato del Frente a enmendar la gran decepción que produjo la posición del partido en el tema de la corrupción. Del FMLN no se esperaba tal vez una gran eficacia en la administración pública, pero se esperaba una honradez ejemplar. Haber fallado precisamente en esto y de manera tan clamorosa tendrá un alto costo electoral. Tanto la malversación como el enriquecimiento ilícito de Funes estuvieron claros desde el principio, pero el FMLN volteó a ver para otro lado, lo toleró y cuando terminó su mandato lo encubrió y lo protegió. En el segundo período, casi todos los altos cargos se comportaron con austeridad y honradez, pero el encubrimiento continuado de la escandalosa y funesta corrupción será un lastre para el Frente hasta que sus líderes proclamen de manera fuerte, clara y creíble su repudio a los que defraudaron con tanta vileza la confianza y la esperanza de la gente más pobre y de todo el conglomerado nacional.

Es absurdo medir a un candidato por las divergencias con su partido. Pensar diferente no es suficiente. Se le debe medir por su capacidad para liderar la transformación del partido, comenzando por su paradigma ideológico, cuando este se ha convertido en dogma, en anquilosamiento, en represión del pensamiento, en decadencia moral y en obstáculo para la eficacia política y social.

Hugo Martínez debe seguir con firmeza la línea que ha esbozado, de manera muy tímida todavía, en las últimas semanas. No es de izquierdas el enfrentamiento estéril con Estados Unidos cuando el bienestar de cientos de miles de compatriotas depende en buena medida de esa relación. No es de izquierdas apoyar a regímenes cobardes que golpean a las madres y matan a los estudiantes en las calles. No es de izquierdas apoyar a gobiernos que suprimen las libertades públicas, que suprimen la independencia de poderes, que reprimen la libertad de expresión y toda forma de oposición. No es de izquierdas apoyar a gobiernos que torturan a prisioneros políticos en las mazmorras de los cuerpos de “Seguridad e Inteligencia” militar. No es de izquierdas tomar como modelo a regímenes que matan de hambre a su pueblo mientras sus dirigentes se forran de riquezas. Contra eso luchamos en el pasado. Contra eso debe pronunciarse sin ambages el candidato del Frente si quiere construir una fuerza de izquierda democrática con verdadera vocación y opción de poder.

Si así lo hace, no volverán a filas todos los desencantados, pero volverán muchos militantes y, sobre todo, muchos votantes de las anchas capas medias que en el fondo saben que los problemas no se resuelven con un berrinche electoral, y también saben que la alternativa que se les presenta no es en realidad un proyecto popular.