Experto de INCAE: “Urge impedir que el ciudadano crea que democracia le ha fallado”

Jaime García, experto de INCAE, comentó con El Diario de Hoy la oportunidad de detener la ola populista por medio de apuestas a la confianza, innovación y generación de empleos.

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Foto/ Jorge Reyes

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23 November 2018

La lectura de Jaime García, investigador del Centro Latinoamericano de Competitividad y Desarrollo Sostenible (CLACDS) de INCAE, sobre el estado de la democracia no es la más alentadora. Las cifras de apoyo a la democracia, el auge de líderes populistas y antisistema, y los niveles de frustración hacen pensar que el ciudadano está decepcionado con este sistema político.

“Es que la persona no considera que la democracia ha consolidado materialmente la prosperidad”, explica este economista mexicano, que vino al país por invitación del Departamento de Estudios Legales de Fusades.

Y su diagnóstico no es injustificado. Las cifras del Latinobarómetro, que García cita con regularidad, ofrecen un panorama sombrío. La última edición de esta medición hemisférica indica que solo un 48% ve a la democracia como el mejor tipo de gobierno. Esta es la cifra más baja de apoyo a este sistema desde que se inició la medición en 1995.

 

 

Esta caída en el respaldo a la democracia tiene sus raíces en las grandes crisis de inseguridad, migración, pobreza y desigualdad del continente. Entre más crece la frustración, es mayor la tentación para buscar liderazgos que lejos de promover instituciones sólidas, ofrecen salidas rápidas y, en ocasiones, incluso hablan de limitar derechos a fin de defender un “bien mayor”.

Este debilitamiento de las instituciones no logra presentar resultados o mejorar la vida de los ciudadanos, y esto vuelve a afectar el descontento y la frustración.

En la práctica, señala, el panorama es muy desalentador. “En América Latina las dos economías más grandes (Brasil y México) parece que tendrán gobiernos populistas, uno de izquierda y uno de derecha, cuando lo que necesitamos es tener a ambas alineadas en torno a una sostenibilidad global”, dice.

A juicio de García, estos vaivenes incrementan la brecha entre nuestros países y aquellos que están apostando por estabilidad política e iniciativas para hacer frente a los retos que plantea la tecnología y las demandas de mayor productividad y versatilidad.

Por otra parte, critica que “no se ve un mensaje de qué América Latina queremos construir. Estamos acostumbrados a que gobiernos borren lo que hizo otro aunque haya estado bien” y esto impide trazar un horizonte común y una propuesta de valor y competitividad.

Y lo preocupante es que si nuestros países se comportan de esa manera, no generarán confianza y “los inversionistas se irán a Asia”.

¿Es imposible rectificar?

Ante un panorama tan gris, no está de más preguntarle si hay salida a esta situación. A su juicio, sí, pero el camino es lento y tortuoso y solo se puede lograr generando confianza entre diferentes actores del sistema político y económico.

Una de sus apuestas principales es impulsar una agenda de transparencia y combate a la corrupción.

Y es que la corrupción no solo desvía fondos de áreas prioritarias a beneficios particulares. También llena al sector público de funcionarios no competentes y retrasa la productividad. Esta tramitología vuelve a los países lentos y ahuyenta la inversión a aquellos lugares donde reglas del juego son claras. Y este combate debe darse tanto en el sector público como en el privado.

Este último, dice, debe rendir cuentas sobre los empleos que genera, el impacto fiscal, social y medio ambiental de sus operaciones, entre otras áreas. Esto le hace ganar reputación y confianza.

“Lo que mina a la corrupción es el funcionamiento coordinado entre gobierno, privados y sociedad civil; lo que destruye la corrupción es la confianza entre estos tres”, recalca. Y esto, señala, genera inversión, empleos, apoyo a la democracia y ahuyenta al populismo mesiánico.

Época electoral

García llega a El Salvador en una etapa complicada, y es que su propuesta de coincide con la temporada electoral. En esta, los candidatos suelen estar más enfocados en repetir algunas consignas de sus planes de gobierno que en sentarse a escuchar iniciativas serias, con respaldo académico y soporte de evidencia.

Sin embargo, no pierde la esperanza de que haya compromisos con el desarrollo sostenible. Tan es así, que mira con buenos ojos que al menos dos fórmulas electorales, la de la Alianza por un Nuevo País y la del FMLN, estén hablando de eliminar la dicotomía entre estado y mercado y apuesten por el desarrollo sostenible y políticas económicas y sociales más humanas.

“Me gustaría escuchar que haya un compromiso independientemente del partido hacia objetivos muy claros, de desarrollo sostenible”, dice, y agrega que los candidatos deben ir más allá y decirle al ciudadano propuestas con impacto local, pero al mismo tiempo hacerle saber que se le está integrando cada vez más a un mundo globalizado y competitivo.

Si no, “el diálogo político seguirá dándose en términos del siglo veinte”. Y con esto, continúa el círculo vicioso: los países continuarán con rezago tecnológico, se generarán menos empleos, el apoyo a la democracia seguirá declinando y los líderes populistas continuarán su auge.