El plan B del Tribunal Supremo Electoral (TSE), en el caso extremo de que algunas Juntas Receptoras de Votos (JRV) no sean completadas con el mínimo de tres miembros que dicta la ley, es que las Juntas Electorales Municipales (JEM) tomen la decisión de último momento.
El Tribunal ya ha sopesado que pueda darse el caso que el 4 de marzo, cuando el país se disponga a realizar las elecciones municipales y legislativas, no todos los llamados a integrar las mesas electorales acudan con la responsabilidad “cívica”, manifestó el magistrado del TSE, Miguel Ángel Cardoza.
Aunque los clasifica como “casos extremos”, no descarta que pueda ocurrir. Antes de que el Código Electoral fuera reformado por los diputados, la disposición contemplaba que el escogido para asumir el rol de ser miembro de mesa era el primero de la fila que llegaba a votar en la JRV, pero ahora con la reforma esa responsabilidad le corresponderá a la JEM.
Sin embargo, eso no implica que tenga que ser un ciudadano de los que lleguen a ejercer el sufragio a ese centro de votación el escogido, de lo contrario, esa mesa electoral no podrá abrirse sino hay un mínimo de tres integrantes.
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Aseguró que por esa razón los jefes de centros de votación contarán con capacitadores que portará su equipo de informática para adiestrar in situ, vía virtual, a quien le toque la suerte de tener que suplir a algún ciudadano que no llegue, aún cuando hay multas por no cumplir con esa orden.
Otra de las opciones que se valoran es que se junten dos mesas receptoras con un mínimo de 10 personas, es decir, que manejarían dos padrones electorales; sin embargo, todas son alternativas que deberán decidir las JEM en el caso excepcional que una JRV no pueda ser completada, dijo Cardoza.
De acuerdo con la ley, si una mesa electoral no es integrada por el mínimo de tres personas, esa JRV no puede abrirse y, por ende, la elección podría tardar más de un día.
Hay bases de voluntarios
Para Cardoza, no hay que ser tan fatalista y dice que el TSE ha tomado las providencias del caso. Se tiene una base de unos 3 mil jóvenes que se han ofrecido como voluntarios para asistir si los propietarios o suplentes no llegan.